En rincones que se alejan de las salas de exposiciones y los centros museísticos. Sobre lienzos más improvisados que esos que guarecen las pinturas cubistas, impresionistas, expresionistas y tantos otros estilos practicados por Dalíes, Picassos, Sorollas o Rembrandts. Echando mano, ya no de pinceles, sino de aerosoles de boquilla fina para acertar en los detalles y, aun a riesgo de recibir algún que otro vituperio que hace resonar unos comienzos en los ecos del obsoleto «vandalismo», nacen dibujos que se convierten en una expresión artística a pie de calle. Arte por cortesía de unos pocos y para todo el mundo.
Bajo esta premisa, casi presentándose el urbano como el arte del siglo XXI, nacía en 2016 la plataforma Street Art Cities «como un pequeño intento de crear un mapa en línea para ayudar a los cazadores de arte callejero». Cazadores procedentes de todo el orbe que, guiados por el disfrute de creaciones no relegadas al elitismo ocasional de los centros expositivos, encuentran en el muralismo un modo único de interactuar con el artista y su pieza. Y, habida cuenta de su buena acogida, cada mes, la plataforma de arte urbano establece una clasificación con los ‘mejores murales del mundo’. Aunque no es hasta enero del año siguiente cuando la clasificación se viste de gala para adquirir matices globales, dando comienzo al periodo de votación de los mejores murales del mundo y de todo ese intervalo de tiempo que tarda la Tierra en rodear el Sol.
Fue en octubre de 2023 cuando dos leoneses vieron una de sus obras entre las mejores del mes, dando pie ya entonces a su inclusión en el ranking de arte urbano que Street Art Cities mantiene abierto al voto hasta el 31 de enero de 2024. Dos leoneses de entre los veinte españoles clasificados en una ordenación que reúne las cincuenta obras de todo el mundo en la categoría a ‘mejor mural’. «No es un concurso en el que haya un jurado objetivo que entiende de ‘street art’ o que entiende de grafiti», aclara David Esteban ‘Da2.0’, que, con esta, ya suma varias nominaciones: «Es una forma de hacer partícipe a la gente de la calle y, sobre todo, de crear una especie de ilusión que hace del mural algo suyo».
Su mural ‘Alex’ es fruto del trabajo de aproximadamente dos semanas para el Pispajo Urban Fest de Guardo. Un niño pequeño de grandes dimensiones sujeta una pipeta en una mano y, en la otra, un frasco. Es el hijo de dos amigos del artista y el único caso de Acidemia Metilmalónica de Castilla y León. La pieza no sólo visibiliza esta enfermedad rara, también se presenta, siguiendo el sentido de la historia de este tipo de arte, como una reivindicación, «sobre todo -señala-, de la necesidad de investigar; de dar fondos a la investigación y de que, aunque sea una enfermedad rara con muy pocos casos, se investigue para proporcionar algún tipo de medicación, de alternativa o de mejora de la calidad de vida».
En el seno del mismo festival, surge la obra ‘Chollo El Jilguero’. Aunque menos conocido, el leonés de Villadangos, Manuel García Juan, lleva desde los quince años -al principio, como casi todos, al margen de la ley- llenando su mochila de aerosoles para dotar de color las calles y edificios de localidades como Hospital de Órbigo, Carrizo de la Ribera, Villares de Órbigo, Santibáñez de la Isla, Villadangos o León. Al otro lado del teléfono, su tono se torna entusiasmado, quizá por ser esta su primera vez nominado en la clasificatoria al mejor mural del mundo.
«Viene de la mofa de que tuve que usar tres grúas para realizarlo», confiesa del apodo de su mural: «Me resultó bastante complicado, no a la hora de elaborarlo, sino por los imprevistos, como que me trajeran grúas que no llegaban a la altura del jilguero». Las palabras de Manuel dan cuenta de las dimensiones del policromático pájaro, alumbrado a lo largo de unas tres semanas. «Es un animal autóctono de la Montaña Palentina», explica sobre su elección: «Realmente, al principio, iba a ser un lobo o un ciervo, pero con el tema de la caza, podía llegar a haber un debate; así que pensé en un jilguero, que es mucho más colorido e iba a gustar a todo el mundo».
A pesar de formar parte de la clasificación, Manuel confiesa no sentir esta pieza como su mejor obra. «Tengo murales que, en su día, podían haber sido nominados», dice: «Por ejemplo, el del arco de Sahagún que, si no es el mejor, es de los mejores que he hecho». El muralista lo atribuye a que, en otras ediciones, su trabajo «no era tan conocido» y lo cierto es que, para formar parte de esta clasificatoria, el nombre del artista ya tiene que sonarle a quien lo escuche en el mundillo del arte urbano.
Aun así, el prestigio de ser uno de los alrededor de ochenta nominados procedentes de casi una treintena de países no es nimio, como no lo es que León se vea representado en los Street Art Cities Awards 2023 por partida doble, si se atiende al número de artistas, y triple, si se tiene en cuenta que las obras labradas por manos leonesas no son dos, sino tres. Y es que, este año, además de la categoría habitual a ‘mejor mural’, otras dos permiten reconocer la obra más impactante por su «impacto social» y la más innovadora por el uso de «técnicas, estilos, materiales o formatos únicos». Dadospuntocero es uno de los cuatro españoles en contar con un mural en esta última categoría, que recoge un total de quince obras de diferentes procedencias.
Bautizada ‘Cobertura 2G’, la pieza localizada en Langreo y nominada al ‘premio innovación’ tiene por protagonistas a dos niños, uno en cada muro y los dos sobre un fondo de referencias a Pokemon, que se comunican a través de un hilo que continúa la senda del cableado eléctrico. «Ese cable, esa unión, fue lo que me dio la idea de hacer una composición de dos niños hablando con unos yogures como cuando yo era un crío, que no había móviles ni todas estas tecnologías y, en cambio, sí que estábamos conectados», afirma el muralista, que no puede dejar a un lado ese tinte reflexivo: «Los niños de ahora se sientan en un banco a estar con el móvil y están todos juntos, pero no interactúan; mi vecino y yo tirábamos un cable, cogíamos dos yogures y hablábamos de habitación a habitación». Además de ese guiño a «tecnologías que nos acercan, pero al final nos separan», la obra tampoco deja a un lado otra de las inquietudes del muralista: «De aquellas, pues eso; cogías unos yogures y, sin tener intención de reciclar, ya los estabas reciclando y reutilizando».
Acostumbrado como está a ser nominado en el ranking, a sabiendas de la dificultad de hacerse con el primer premio y con «varios amigos» entre los seleccionados, el leonés es contundente: «Quedar mejor o peor, si digo la verdad, me da igual; quedando el primero o el número veinte, voy a seguir haciendo lo mismo». De su vecino muralista sólo dice cosas buenas, igual que el de Villadangos es firme en su impresión sobre compartir categoría con Dadospuntocero: «Siendo honesto, no puedo llegar a estar a la altura de David porque tiene un nivel y una proyección muy altos; solo estar ahí con él, para mí, quiere decir que me lo he currado como el que más».
«Orgullo», «honor» y emociones «gratificantes» son también compartidos por sendos leoneses, que ven en estas nominaciones una forma de dar relevancia a su trabajo. Una manera sincera y popular de poner en valor el arte que guía las boquillas de sus esprays sobre el lienzo blanco que son las paredes. También, quizá, una forma de acallar esas voces que ignoran lo artístico de esta expresión. O una manera de mostrar la belleza del arte más allá de los protocolarios expositorios, como si no hubiese artista fuera de un museo o una galería. Todo por el mero reconocimiento, sin remuneraciones, galardones, ni galas de entrega consecuentes. Todo, como suele decirse, nada más que «por amor al arte».