Se podría decir que el pico Fontañán forma parte de las cumbres de cabecera de los aficionados leoneses a la montaña. Esta montaña, cercana a la capital y fácilmente distinguible, cuenta con varias rutas para llegar a su cumbre, siendo todas ellas muy atractivas y recurrentes, especialmente cuando no se quieren realizar muchos kilómetros para ir a otros sitios más distantes, en los que habría que invertir más tiempo en desplazamientos y planificación.
Muchos montañeros leoneses, que han conseguido importantes retos alpinos a lo largo de todo el mundo, coinciden que el origen de su afición se fraguó cuando subieron por primera vez la cima de Fontañán.
Además de lo variado de sus itinerarios y de las vistas que esta singular y modesta cumbre ofrece, cuenta con otros atractivos reclamos, como unos restos históricos aun visibles de cuando su cumbre se fortificó tras el comienzo de la guerra civil, para constituir el bastión defensivo del Batallón 249, comandado por Emilio Morán.
Aún se pueden ver en sus dos cimas las fortificaciones de hormigón, tanto en un búnker para ametralladoras al que se accede a través de un estrecho túnel o en un imponente parapeto aspillerado, con sus ventanucos al sur. También se conservan trincheras, un aljibe y restos de construcciones donde se albergaban las tropas, hasta tener que abandonar esa posición en septiembre de 1937, debido al avance de los sublevados y a supremacía aérea de la Legión Cóndor.
Son muchas las fortificaciones que se conservan en toda la montaña leonesa, en lo que fue el Frente Norte de la contienda, y que algunos historiadores han venido en llamar la Maginot Cantábrica, y que sin duda constituyen un importante atractivo histórico que merece la pena proteger y poner en valor.
A consecuencia de ello, todos los años se encuentran en las montañas distintos artefactos y no todos inertes, lo que supone un gran peligro, por lo que es importante que quien se los encuentre tome conciencia de ello y no los manipule. Lo conveniente es siempre anotar la posición mediante la obtención de las coordenadas geográficas a través de alguna aplicación del teléfono móvil o mediante el GPS de montaña y también marcar físicamente el punto, a fin de ponerlo a la mayor brevedad posible en conocimiento de la Guardia Civil, para que sus especialistas procedan a la destrucción de estos artefactos explosivos, que pese al tiempo transcurrido no han perdido su letalidad.
Las rutas para subir a la cima de Fontañán son variadas e interesantes todas ellas, desde el ayuntamiento de La Pola de Gordón se señalizó una senda que comienza al otro lado de las vías de ferrocarril, cerca de lo que era el antiguo paso a nivel, donde ya veremos un panel explicativo de la ruta. Desde ahí comienza una subida a través de un camino que transcurre por un bosque de roble, con el aliciente de poder visitar la cercana cascada de Aguasblancas, realizando un pequeño desvío señalizado, más tarde la senda ya gana altitud y se interna en un hermoso hayedo hasta casi alcanzar la cumbre. Es una ruta que no ofrece dificultad y es una opción muy apropiada en días de calor, ya que una buena parte transcurre entre la foresta, a resguardo del sol.
Por otro lado, desde los Barrios de Gordón se puede seguir una pista forestal por la que se alcanza el collado de Urdiales, en la falda del pico Muezca, marcado por un gran hito en su cima que incita a su ascensión, ya que también en su cumbre guarda algunos restos de parapetos y trincheras, junto con un túnel excavado a mano, que cruza su cima de lado a lado, tras ascender el pico Muezca solo resta seguir el cordal hasta el siempre visible y cercano Fontañán.
Por último, otros itinerarios muy frecuentados y más directos parten de Nocedo de Gordón y Sorribos de Alba.
Todas las anteriores se realizan sin dificultad por montañeros con discapacidad visual, pero si lo que se desea es subir con una silla adaptada todoterreno como la Joëlete, el itinerario que aquí se propone es el más asequible, que comenzará en la localidad de Olleros de Alba, en el puente del arroyo de San Martín, en una curva pronunciada bajo la iglesia de la localidad en la que se encuentra un panel explicativo de la ruta, que se señalizó hace ya tiempo por la asociación Cuatro Valles.
Esta ruta ofrece un recorrido circular, con ida y vuelta al punto de salida con 11´20 kilómetros y unos 560 m. de desnivel, teniendo algunos repechos que exigirán que cada silla cuente con algún voluntario extra a fin de tener suficiente empuje para acometerlos con seguridad.
Desarrollo de la ruta
En las inmediaciones de la curva por la que se accede al valle hay lugar para estacionar algunos vehículos, por lo que es importante comenzar pronto para no tener que ir a estacionar más lejos.
El camino cuenta con señalización y comienza dejando el arroyo a mano izquierda, para pasar al lado de una cascada que está al lado de una explanada con bancos y mesas.
Aunque en ligero ascenso el comienzo no exige esfuerzo y tanto el camino como el arroyo confluyen en un estrechamiento que forman las rocas calizas en el paraje de Valdetrapa. Más adelante se encuentra una fuente al lado del camino y después se continúa hasta que el valle se abre en un punto que el arroyo ya casi ha desaparecido, que se debe cruzar atendiendo a la señalización y los hitos para seguirlo en dirección norte pasando por un pilón de hormigón y comenzando ya una subida exigente que da una pequeña tregua al llegar al collado Yeguas, punto divisorio entre los términos de Pola de Gordón, La Robla y Carrocera, ya en la comarca de Luna.
El camino continuará desde ahí en ascenso más suave, virando hacia el noreste, para entrar a la sombra de un tramo de robles que llegarán casi ya hasta la falda del pico Muezca, donde hay otro cartel explicativo. En esa zona el suelo está tapizado por enebros rastreros que entrelazan sus raíces con las losas calizas, esa vegetación propia de la altura advierte de que se ha llegado a la cresta del cordal de las cumbres, en el límite superior del hayedo de Gordón, permitiendo dar vista también al valle del Bernesga.
Resta seguir la vereda que se abrirá paso a través de un espeso brezal, del que se ha de salir con la vista siempre puesta en las dos cumbres del Fontañán, a las que ya se llega sin dificultad.
Tras disfrutar de ambas cumbres y de los vestigios de la contienda que allí se encuentran, se inicia el regreso por el mismo itinerario de subida.