¡Ay del chiquirritín!

Los villancicos. Si la navidad tiene un sonido es el suyo; si la infancia tiene un recuerdo es el de las navidades en los hogares de toda condición y los aromas de los recuerdos: canciones, dulces, tradiciones, costumbres... memoria

Toño Morala
25/12/2017
 Actualizado a 19/09/2019
villancicos-251217.jpg
villancicos-251217.jpg
Aquella maravillosa infancia esperando todo tipo de alegrías y dulces, algún juguete, y toda esa sonrisa de parte de las casas bien calentinas, y casi toda la familia reunida en aquellos días de frío, frío de chupiteles en los tejados de medio metro, heladas, que a pesar del sol tibio, no se marchaban ni a tiros… y las hornejas u hogares, decrepitando estallidos de fuego bien alimentado… de pronto, el abuelo sacaba la pandereta, la abuela la zambomba, algunos chavales las tapaderas de la ollas…y, menuda tela, aquello tomaba visos de caerse la casa encima; entonar no entonábamosbien, pero lo pasábamos de maravilla. La madre ya había pelado un par de pollos de corral y otras viandas… la olla de manteca también andaba por allí… y las pastas de horno, esperaban cómo los chavales las mirábamos de frente, sinmiedo, sintemor;esos días de fiestas navideñas, en las casas, generalmente, se consumía más comida de lo habitual. En algunas, hasta había para los chavales aquel butano riquísimo de naranja de la marca ‘La Pitusa’ u otras marcas… y venga villancicos a todo trapo; nos desgañitábamoscon aquella voz de flauta mareada de cuando éramos críos… y venga a por otro villancico; algunas veces se confundían las letras y se cantaban dos o tres villancicos a la vez, no se enteraba ni dios de lo que salía por el humero; qué risas y qué broncas de la madre o abuela por las equivocaciones y, encima , siemprehabía algúnprimo más listo, y encima también te regañaba. Tremendas aquellas fiestas de sobrada comida, algún plato de pescado, pocos, y eso sí, dulces caseros para dar y tomar. Eran épocas donde se preparaba la Navidad con tiempo, incluso se guardaban en una lata los dulces hechos hacía unos quince días; lo fastidiado de la cosa, era, que la lata tenía visitantes antes de las navidades y quedaba temblando, pero nada, a hornearotra tanda de ellas, y punto. Después venían los consabidos sermones: -¡si es que estos chicos se están malcriando, como ahora no hay más que vicios...! Pero en el fondo, la abuela disfrutaba de nuestro buen apetito, y sobre todo, cuando nos veía relamer el cazo donde ella misma preparaba aquel chocolate para ir a la cama.

Esa inmensa tradición de los pueblos y de las tribus, esa cultura que poco a poco se va perdiendo en estos tiempos que avanzan a velocidad de vértigo, nos hace cada día ser más olvidadizos y menos charlatanes con las personas mayores, esas que han vivido tiempos peores, aparentemente, y que tienen en su memoria y recuerdos, montones de vivencias y, por lo tanto, montones de nociones sobre la cultura tradicional, las costumbres, y aquellas formas de vida tan pobres, pero a la vez tan llenas del traslado ancestral de miles de cosinas que conformaban la vida de antaño. Y entre ellas, hoy, vamos a intentar escribir sobre aquellos villancicos, aquellas letras tan simples, paro tan llenas de aquelvivir tan metido en la familia y tan esparcido por el mundo. Y no hay que olvidar, de niños, el andar por las casas pidiendo el aguinaldo en aquellas fiestas navideñas… pero eso sí, ni una perra, la cuestión iba más por algún dulce, caramelo, y hasta algún tebeo de aquellos que nos encantaban… y venga a cantar villancicos;la mayoría tenían el repertorio muy corto y con aquel «vamos a belén», se repetía las veces que hacía falta; hasta algunos de los chavales, ya confundían la letra y los paisanos se morían de la risa. Las panderetas e instrumentos varios, terminaban molidos, menos mal que pasaba casi un año sin volver a darlea la zambomba, el triángulo y la pandereta. Los villancicos; en su origen, renacieron en la Edad Media, pues estas alegres canciones nada tenían que ver con la Navidad, religión o el nacimiento de Jesús, sino que se trataba de alegres composiciones que se cantaban en el mundo rural y cuyo fin era ir explicando los acontecimientos que habían sucedido en las villas (amores y desamores, fallecimientos o todo aquello que era de interés del pueblo). Por decirlo de un modo sencillo, eran un noticiero rural en forma de canción. Al ser cantado por los habitantes de las villas, pasó a conocerse a estas composiciones como villancicos. Miembros eclesiásticos vieron en este tipo de canción sencilla y pegadiza la forma perfecta para divulgar su mensaje evangelizador, por lo que empezaron a adaptarse numerosas coplas con motivos religiosos y, sobre todo, con sencillas cantinelas relacionadas con el nacimiento de Jesús y la Navidad. Compositores notables de villancicos fueron, entre otros, Juan del Enzina, Pedro de Escobar, Francisco Guerrero, Gaspar Fernández, Juan Gutiérrez de Padilla y Sor Juana Inés de la Cruz. Sin embargo, gracias a las investigaciones de estudiosos como Samuel Miklos Stern, podemos afirmar que las primeras manifestaciones de villancicos aparecen en las cancioncillas mozárabes del siglo XI. En este tipo de cancioncilla, que hoy se llama villancico, reconocen los críticos el núcleo de la lírica peninsular y popular.

Y por allá, por finales de las labores en el campo, y en algunas villas y ciudades, algunos artesanos comenzaban a fabricar los tradicionales instrumentos navideños, a los que se sumaban pitos y trompetas de cartón y otros materiales de desecho. El precio de venta de las zambombas oscilaba entre veinte céntimos y tres pesetas, mientras que los panderos se vendían entre cuatro y dieciocho y hasta veinte pesetas. Pesetas delos años treinta y cuarenta del siglo pasado. Una lata de pimientos… La zambomba, no era ni más ni menos que una lata de pimientos vacía. En general, todos los botes vacíos podían acabar transformados en zambombas; por eso las había de diferentes precios y tamaños, y por ende, de diversas tonalidades. El principal abastecedor de esta materia prima era el trapero, quien recaudaba quince céntimos por cada centenar de botes. Además, la industria del pandero iba unida a la de la zambomba, puesto que ambos instrumentos tenían en común la piel de carnero. Para la fabricación de la zambomba; las operaciones iban desde la clasificación de los botes por tamaños, desechando los de baja calidad o deteriorados. A continuación se les quitaba las dos tapas, se les ataba un trozo de piel de carnero, en cuyo centro se levantaba una cañita perpendicular. Posteriormente se forraba el bote con un papel de colorines, parte del proceso que se denominaba «vestido del bote», y como remate artístico de la obra se ataba una flor de papel en la punta de la cañita.

Nuestra tierra leonesa presenta ciertas peculiaridades en las celebraciones navideñas. La Blanca Navidad, tantas veces cantada en los villancicos populares, es aquí una realidad que se hace presente en el paisaje, ayudando, si cabe, más que en otras zonas, al recogimiento familiar y a las prolongadas veladas teñidas de brisca, tute y amenos chascarrillos. Juan del Encina, a finales del siglo XV fue el autor más representativo de este género. En sus composiciones utilizaba el tiempo binario y para aquellas obras que tenían una temática popular, el ternario. El villancico en esta época ya consistía en una forma musical y poética que alternaba coplas con estribillo. Con el pañuelo, el manteo, el mantón, la pelliza y las galochas. La ofrenda de las panderetas y la borrega. Cantares y ramo leonés. Cantares sacros y profanos en la fiesta navideña, las pastoradas…en todos nuestros pueblos, hay que reseñar que los villancicos interpretados por las buenas gentes, han sido recogidos de la memoria de los ancestros y que ese recorrido porla geografía navideña leonesa, es muy abundante y lleno de humildad y sencillez. Muchos se han recuperado gracias a grupos de música tradicional y a estudiosos de la cultura tradicional leonesa. Y después de la cena, a la misa del gallo y a la salida, sentencioso como siempre, el abuelo nos recitaba entre dientes aquella vieja cantinela que entonces no entendíamos: «La Nochebuena se viene/ la Nochebuena se va/ y nosotros nos iremos/ y no volveremos más»… y era a modo de villancico…¡cómo no!
Archivado en
Lo más leído