Que todo espacio es oportuno como lienzo para expresarse lo saben bien las paredes. Y más en unas calles llenas de ruido publicitario, que casi marean al paseante hasta cohibir sus sentidos e impedirle saber si necesita lo que ve o, simplemente, la publicidad esta surtiendo efecto en su subconsciente, transformando el sinsentido en una sentido tan poco coherente como la ocurrencia de regalarle un peine a un calvo.
Y, entre todo ese jaleo, hay quien aprovecha los espacios que -de momento- quedan libres para confundir lícitamente al espectador a base de un material gráfico disfrazado a gusto del autor. Imágenes que recitan mensajes en forma de rostros envejecidos que aún hoy visten camisetas con florituras de la talla de la poesía de Góngora, como evitando la asunción de que al verano no le queda mucho para terminar.
Así se adorna desde hace un par de noches un recoveco de no muchas dimensiones en pleno Barrio Húmedo. La calle Azabachería, cerca del bar leonés Gaucho, se viste ahora con la imagen de una cara con barba espesa que se superpone majestuosamente sobre un halo amarillento, similar al de la iconografía religiosa.
Es obra de Bernegksy -o el comando Bernegksy-, de nombre retorcido, casi impronunciable, en homenaje al artista -o grupo de artistas- de origen británico que desde hace tiempo «mancha» las paredes con ilustraciones que no pasan desapercibidas. Como aquel, se desconoce la identidad de este creador gráfico, este artista leonés de las paredes. Un ingenioso «vándalo» del que no se ha tenido noticias desde junio de 2021, cuando plantó en el viejo escaparate comercial de La Rúa a una mujer de los años cincuenta tumbada sobre la arena de una playa azulada que rezaba «beba calizmotxo», bien sujeta al cáliz de doña Urraca.
No son las únicas obras de este Banksy del Bernesga. Meninas en pleno tratamiento, con el rostro ocupado por una loción cremosa y rodajas de pepino sobre los ojos, o una cara al estilo Lee Jeffries con un hombre machcucho como protagonista, que vestía una gorra sobre su cabeza en la que se apreciaba un arcoiris entre nubecitas, como gritando que antes vino la tormenta; ambas son algunas de las creaciones de Bernegksy.
El porqué de esperar dos años largos para actuar de nuevo no se sabe, como no se sabe quién es -quiénes son- responsable de estos encandiladores ataques al mobiliario callejero. De momento, no busquen la respuesta; sólo aprovechen para acercarse hasta el enclave y disfruten de esta nueva y anónima galería. Y sáquense fotos, antes de que los anuncios publicitarios azoten otra vez con la enajenación de su ruido ensordecedor.