Pese a su juventud en el momento en el que recibió el encargo, en su haber profesional ya contaba con otras obras importantes como el Palacio Güell y el propio Palacio Episcopal de la capital maragata, entre otras muchas, tales como la Casa Vicens, y dos villas de veraneo en Comillas y en Gràcia, entre otras.


La obra de Gaudí
Uno de los aspectos más llamativos del proceso constructivo de este edificio es que se llevó a cabo en apenas diez meses. Para su construcción, Gaudí tuvo muy presente, como ocurría en todas sus obras en este periodo, las características urbanas del entorno, en un lugar próximo a edificios emblemáticos. Por ello, la cercanía de 'joyas' como la catedral, San Isidoro, San Marcos y la propia muralla de la ciudad, fueron objeto de estudio por parte del arquitecto catalán para integrar perfectamente su nueva creación.Haciendo gala de la funcionalidad que caracterizaba a Gaudí, pensó en construir un edificio dividido en dos partes: la planta baja y semisótano destinadas a uso comercial y las cuatro alturas superiores para viviendas, tanto de los propietarios -en el piso principal- como para otras de alquiler -con cuatro viviendas en cada una de las alturas-. El invierno de 1891 se recopilaron los materiales para el proceso constructivo y en la primavera del año siguiente se empezó a trabajar, dando por finalizadas las obras diez meses más tarde.
Combinando innovación con funcionalidad, Gaudí sorprendió con el uso de su técnica constructiva, basada en el método de las zanjas corridas rellenas de mampostería hormigonada, tradicionalmente utilizada en Cataluña, lo que levantó algunos recelos. Eso y el hecho de que el arquitecto catalán trajera a su equipo de confianza en lugar de contar con personal de la zona, algo que no gustó demasiado, aunque a Gaudí le gustaba trabajar con sus colaboradores, independientemente del área al que se dedicaran, y muchos de ellos le acompañaron durante toda su trayectoria.
Un edificio moderno
En el momento de su construcción, el edificio se presentaba como una edificación moderna en la ciudad, donde no se pasaron por alto las similitudes de la Casa Botines con las fortalezas, con elementos como su foso exterior, que fue pensado por Gaudí como una manera de iluminar el semisótano y, al mismo tiempo, resaltar la horizontalidad del edificio. Pero otros elementos que evidencian esa similitud son los torreones con los que el arquitecto catalán remató cada una de las esquinas del edificio.Cabe poner de relieve otros elementos arquitectónicos como las ventanas, de inspiración gótica, y donde aplica uno de los tres pilares del estilo constructivo de Gaudí, como es la luz, y a los que suma también el aislamiento y la ventilación. De hecho, aumenta el tamaño de los vanos a medida que se desciende de nivel, siempre buscando la receptividad de claridad en el edificio.
La forja también dio un carácter diferenciador al edificio de Gaudí, con una verja exterior que recorre todo el edificio y que se desarrolló en los talleres Nessler Raviada y Cía de Gijón, mientras que el artesano leonés Bernardo Valero se encargó de la reja de las ventanas del sótano. Pero si algo destaca de este material es también la puerta de entrada del edificio, en el que se aprecia un león con la boca abierta en medio de motivos vegetales.
Antiguamente era tradición situar en la entrada principal escudos o santos, de ahí que Gaudí se decantara por una imagen de San Jorge lanceando al dragón, una figura del también catalán Llorenç Matamala. Curiosamente, en el año 1950, cuando se retiró la escultura para su recuperación dado el mal estado de la piedra, se localizó dentro de su pedestal un tubo en el que se hallaban planos firmados por Gaudí y los propietarios, prensa de la época o manuscritos relacionados con la propiedad del edificio.
Remodelaciones
Tras la adquisición del inmueble, el Monte de Piedad y Caja de Ahorros de León acometió una remodelación en el año 1931, con el fin de trasladar a la Casa Botines su sede central, y aunque no se cambió la estructura interior del edificio, sí se llevaron a cabo pequeñas obras. En 1953 tuvo lugar otra reforma a cargo de la, por entonces, denominada Caja de Ahorros y Monte de Piedad de León, que encargó al arquitecto Luis Aparicio Guisasola la modenización y consolidación de varias de las plantas del inmueble.La última de las remodelaciones, y quizá la más intensa, fue la que se produjo entre los años 1994 y 1996, en la que se llevó a cabo la consolidación del edificio, el acondicionamiento de la sala semisótano para actos públicos y exposiciones, el restablecimiento de la planta baja tal y como fue concebida originariamente o la revitalización de las demás plantas para oficinas, entre otras.