Bowie en la galaxia

Se cumplen 46 años desde el lanzamiento de ‘Space Oddity’, el primer viaje a las alturas del camaleón británico

David Acosta
10/07/2015
 Actualizado a 12/09/2019
David Bowie, año 1969. El maquillaje y Ziggy Stardust vendrían después. | LNC
David Bowie, año 1969. El maquillaje y Ziggy Stardust vendrían después. | LNC
Stanley Kubrick tuvo la culpa. O al menos fue cómplice necesario. ‘2001: Una Odisea del Espacio’, una de las películas más aclamadas e inquietantes del director neoyorquino, había impactado en los cines del mundo en 1968. Entre los espectadores del film en una vieja sala londinense se encontraba un joven artista en formación. Vividor y actor, iconoclasta y bufón, y sobre todo, músico novato con aspiraciones a igualar o incluso superar el legado y la fama de su idolatrado Elvis Presley. Eso todavía tardaría en llegar, pero menudo despegue…

El 10 de julio de 1969 (hace exactamente 46 años), un tal David Bowie publicó su primer disco exitoso. Originalmente llegó al mercado con el nombre del autor en el Reino Unido y con el título ‘Man of Words /Man of Music’ en EEUU. Philips fue el sello en las Islas y RCA Records al otro lado del Atlántico. Un ejemplo más del peregrinaje de David por aquella época. El álbum en cuestión fue rebautizado en 1972 como ‘Space Oddity’, nombre que recibía el primer corte del LP y palabras que inevitablemente nos trasladan al inicio de este artículo, es decir, al maestro de maestros Kubrick.

Si el añorado Stanley era capaz de abrir ángulos imposibles y asombrosos, algo similar tejió el músico británico con su guitarra, su voz, unos arreglos tan sencillos como vanguardistas y una letra en la que había mucho de fantasía y biografía. A fin de cuentas, la soledad del astronauta en la inmensidad galáctica bien podría compararse al aislamiento del artista. Y Bowie estaba en plena fase de crecimiento personal, con problemas añadidos y una búsqueda constante del camino a seguir. «Control de Tierra llamando al Comandante Tom», primera frase que se escucha en un viaje musical que sigue sonando a modernidad más de cuatro décadas después.

Por cierto, y este detalle tampoco es baladí, el disco llegó al mercado coincidiendo con la misión espacial del Apolo XI a la Luna. Además de a hacer buenos temas, el cantante de ojos desiguales aprendía también a manejar la mercadotecnia y los secretos de una estudiada campaña publicitaria. Los más entendidos del asunto lo consideran «el verdadero primer álbum de Bowie», y no les debe faltar razón puesto que el esfuerzo y la imaginación vertidos en él colocaron a su autor en los puestos de privilegio de las listas por primera vez en su carrera. No hubo número 1. Tampoco hizo falta.

No fue únicamente el talento de Bowie lo que provocó el nacimiento de este LP. Iniciando lo que después sería una constante en su carrera, el de Londres se rodeó de la sabiduría de profesionales del sonido que no sólo compartían su visión de aquel momento sino que también eran capaces de aconsejarle y guiarle por el camino correcto. Citemos a los colaboradores, que ellos también tienen derecho. Allí estaban los músicos de sesión Herbie Flowers, Tim Renwick, Terry Cox y Rick Wakeman, el bajista John Lodge, además del violonchelista Paul Buckmaster. Y por encima de todos ellos, el multiinstrumentista y productor Tony Visconti, que ha estado presente en la carrera del camaleón tantas y tantas veces (con algún que otro desencuentro entre medias y épocas sin dirigirse la palabra).

‘Space Oddity’ no es la única canción imperdible del disco. Puesto a elegir –y aquí me guío atendiendo exclusivamente a mi gusto personal, ya sea acertado o equivocado–, citemos a la dulce ‘Janine’, la redentora ‘God Knows I’m Good’ o la carta a la amada, ‘Letter To Hermione’, sin olvidar la esplendorosa, excesiva y evocadora ‘Cygnet Committee’. Este viernes parece que tendremos noche de calor y cielo estellado. Si no tienes un plan mejor, escucha la odisea.
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