Brosio: "Jamás me arrepentiré de haber luchado, jamás"

El pintor de los mineros y tristemente célebre preso político falleció el pasado martes a los 90 años de edad

Fulgencio Fernández
17/07/2015
 Actualizado a 04/09/2019
Brosio en la inauguración de la excelente exposición que le dedicó el MSM
Brosio en la inauguración de la excelente exposición que le dedicó el MSM
Es el personaje cuya biografía, contada por él sin un ápice de mentira (eso se nota), más me ha impresionado. La de Brosio. Ambrosio Ortega siempre te miraba a los ojos, con sus ojos azules, hablaba despacio y regalaba generosidad. Después de una  larga entrevista de penalidades, cárceles, enfermedad y olvidos le pregunto.

-Brosio, ¿mereció la pena?
-¿Cómo vivís vosotros hoy?.

-Bien.
-¿Hay libertad?

-Sí.
-¿Va alguien a la cárcel por pensar diferente?;volvió a preguntar.

-No.
- Entonces mereció la pena. A mí me han machacado, pero mereció la pena. No es nada extraordinario lo que yo he hecho, no lo entendéis porque sois de otra época y cada biografía es hija de una época histórica y la mía es hija de aquellos años, que fueron malos, duros e injustos, pero fueron los que nos tocó vivir.

- ¿Entonces?
- Jamás me arrepentiré de haber luchador, jamás.

Antes del segundo jamás dejó un largo silencio. La justificación del jamás  no era su vida, con la que nunca fueron generosos y sufrió olvidos y ruindades políticas, era la vida que nos había regalado con su lucha.
Porque el resumen de la vida de Brosio, nacido en Barruelo de Santullán hace 90 años, es corto:lucha. Con 17 años ya fue detenido.

- Brosio, ¿eras casi un niño?
- Ya. Pero mi hermano Mariano era uno de los líderes del maquis, estaba en el monte, y yo no veía maldad en él y como necesitaba dinero pues pedía en la plaza. Yo, realmente, lo que quería era haber huido al monte con él, pero no me quiso llevar, sólo era un niño y me tuve que quedar, pero soñaba con acompañarle.

No pudo. Entró en la mina a ella llevó su conciencia social, decía sus verdades y mantenía contacto con  su hermano. Era un enlace. Total, cárcel y dos penas de muerte. "Fui el español que más tiempo en cárceles franquistas por motivos políticos. A causa de la presión internacional el régimen de Franco tuvo que promulgar una ley que decía que el tiempo máximo de estar en prisión por causas políticas era de veinte años. Lo que ocurrió es que yo cuando llevaba tres años participé en una fuga y cuando me volvieron a coger decidieron que aquellos tres años anteriores no contaban y que debía empezar desde cero, cumplir otros veinte años. Y los cumplí, muy a mi pesar".

Franco aprobó una ley que el máximo de cárcel para un preso político eran 20 años, pero yo estuve casi 24 Una fuga épica e histórica que Brosio ha dejado escrita en una memorias que deberían ver la luz. En la cárcel aprendió a pintar. "Ya de niño me gustaba pintar, se me daba bien. Reproducía cuadros que veía en los libros de la escuela, dibujaba lo que veía y ya comencé a pintar cosas de la mina. Ya en la cárcel volví a pintar por casualidad, a  un compañero le enviaron unos pinceles y material para pintar y me dijo: ‘Toma, mira a ver si tu haces algo con esto’. Me dio la vida".

La pintura fue lo que más le ayudó en la cárcel. Pintaba mina y cárcel. "Tenían algo en común, la luz, más bien la ausencia de luz, la oscuridad".

Había entrado siendo casi un niño y cuando vio la luz tenía más de media cumplida, y muchos sufrimientos... Su amigo José Manuel Nebot describía sus primeros días en libertad. "Brosio casi no sabía caminar, no se acostumbraba a la luz, hablaba en voz baja como temiendo ser escuchado".

Y cuando Brosio lo escucha ratifica las palabras de Nebot. "Así lo cuenta y así lo era. ¿Ves cómo la mina es como la cárcel? Lo de la luz es lo mismo que le ocurre a las mulas cuando las sacan después de muchos años, que se dan cuenta de que están ciegas".

Salió ‘ciego’ y convencido. Siguió luchando, tenía problemas económicos pero hacía exposiciones para financiar al PCE en Barruelo. "Es que lo importante no es vivir, es estar orgulloso de cómo has vivido".

Era Brosio. Se fue en silencio, en una residencia de ancianos. Recuerdo que buscando un respuesta feliz pregunté.

- Y de niño, ¿qué eras?
- Pobre.
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