«Informe sobre la necesidad de señalizar como Lugar de Memoria Democrática el actual Parque del Cid, solar del antiguo Cuartel del Cid». Con este título el gran estudioso del golpe militar, la guerra y la posguerra en León, José Cabañas, presentó un escrito en el Ayuntamiento de León para que se reconozca el llamado Jardín Romántico como lugar de memoria, colocando una simple placa que recuerde los hechos allí ocurridos.
En su escrito, Cabañas —colaborador de La Nueva Crónica, en cuyas páginas está publicando actualmente una serie de reportajes sobre estos hechos— documenta con gran número de pruebas algunos de los hechos a los que se refiere y que allí sucedieron. «Sobre el terreno hoy ocupado por el Jardín o Parque del Cid (Jardín Romántico) se alzó el que desde 1894 hasta 1967 fue Cuartel del Cid , sede del Regimiento Burgos número 36 . En las fechas del golpe militar el Cuartel del Cid albergaba uno de los dos Batallones del Regimiento (el numero 2), y ocupaba el número 1 el astorgano Cuartel de Santocildes. Desde ambos acuartelamientos, combinadamente, y en complot con algunos de otras fuerzas armadas y de Orden Público, organizaron varios de sus mandos la conjura para la sublevación contra el legítimo Gobierno que en una y otra ciudad se materializaba al mediodía y en la tarde del 20 de julio de 1936».
Recuerda que este lugar fue «de importancia capital» para el triunfo del golpe militar en la ciudad de León «y para todo el noroeste».
Añade Cabañas que «además de que ya en la noche del 19 de julio de 1936 algunos civiles conjurados para el golpe se introdujeron en el Cuartel del Cid, sumándose a los militares prestos a insurreccionarse, se desarrollaron en este acuartelamiento, tanto en su interior como frente al mismo y en sus inmediaciones, hechos al final tan decisivos como, entre otros, los siguientes:
Amenazaron con tomarlo al mediodía del mismo domingo 19 de julio algunas cuadrillas armadas de los mineros asturianos de paso por León camino de Madrid para defender allí la República y su Gobierno, e incluso con volarlo con dinamita, desistiendo luego de ello».
Son solamente unos datos, aporta muchos más Cabañas, para argumentar esa solicitud presentada y que también ‘razona’ sobre su conveniencia social e histórica. «El impulso de las políticas de memoria democrática se ha convertido en un deber moral que es indispensable fortalecer para neutralizar el olvido y evitar la repetición de los episodios más trágicos de la historia».
Al margen de recordar las leyes que amparan su solicitud señala que «la memoria de las víctimas del golpe de Estado, la Guerra de España y la dictadura franquista, su reconocimiento, reparación y dignificación, representan, por tanto, un inexcusable deber moral en la vida política y es signo de la calidad de la democracia. La historia no puede construirse desde el olvido y el silenciamiento de los vencidos. El conocimiento de nuestro pasado reciente contribuye a asentar nuestra convivencia».