"Canté para 40.000 personas con un horizonte de guardias civiles"

El extremeño Pablo Guerrero, el histórico creador de ‘A cántaros’ actúa en el Albéitar dentro del ciclo ‘Canción de autor’

Fulgencio Fernández
13/02/2015
 Actualizado a 14/09/2019
Pablo Guerrero acude esta noche al Teatro El Albéitar.
Pablo Guerrero acude esta noche al Teatro El Albéitar.
Es un histórico de la canción de autor, de la canción protesta, un cantautor. Uno de esos artistas que ha logrado quedar en la memoria colectiva más allá de su nombre, Pablo Guerrero. Para cualquiera de su generación (nació en Esparragosa de Lares en 1946) basta con decirle ‘A cántaros’ para despertar todos los recuerdos y todos los sueños; los de las siguientes habrán escuchado alguna vez aquello de ‘Tiene  que llover, tiene que llover...’ sin saber que detrás está el extremeño;  muchos recordarán aquel cassete casi clandestino de ‘Pablo Guerrero en el Olympia de París’ o habrán disfrutado con textos poéticos ("Ven Alberti que han vestido / al toro bata de cola..."), o irónicos ("que pase el señor obispo con su novia en triciclo...". Es Pablo Guerrero, un histórico que hoy llega a El Albéitar (21 horas) y lo llenará de nostalgias, batallas, recuerdos, música y palabras, pues también es poeta.  Ahí sigue, por más que los buitres de las modas le hayan querido devorar, varias veces. "Hubo etapas duras, por suerte nunca faltó gente que me encargaba canciones, escribía... Parece lógico que después del boom de los cantautores hubiera hambre de espectáculo la Movida la tomamos, al menos yo, con un poco de humor. Dejé de grabar, seguí recitando, nos reuníamos a improvisar, pasábamos de vez en cuando por Rock-Ola a ver qué se cocía por allí. Y los buenos siempre son buenos, como Antonio Vega sin ir más lejos".

La censura casi no se fijó en ‘A cántaros’, lo que les preocupaba entonces era los conciertos multitudinarios Muy lejos hemos ido en el relato de la carrera de Pablo Guerrero, tanto que ya andamos casi por la parte final de la carrera de aquel profesor de un instituto de Moratalaz que un día cuelga la tiza y abraza la guitarra. "Todo surgió con ‘A cántaros’, una canción que compuse en media hora, que parecía que ella me pedía salir y quedé muy satisfecho cuando la acabé.  Tuvo éxito, hubo gente que creyó en mí y fui madurando el proceso de dedicarme a la música, pero poco a poco, que eran tiempos (el disco salió en 1972) en los que no sabías lo que iba a ocurrir mañana, ni en la música, ni en la política...".

No era un salto en el vacío, la música siempre había estado muy presente en la vida de Pablo Guerrero, desde su infancia, desde su Extremadura: "En mi pueblo se cantaba por todo (por la matanza, por la vendimia, en la trilla...) por lo que me acerqué al folk; después, de estudiante, una amiga francesa que me regalaba discos de Jacques Brel y de Leo Ferré, a mi me gustaban Bob Dylan o Joni Mitchell; nos reuníamos grupos de amigos y escuchábamos discos que alguien había traído de Leonard Cohen... ¡Qué tiempos!".
 
Escribo poesía porque creo que la belleza es subversiva, debe hacernos creer en el ser humano una vez más Así llegó ‘Acántaros’, su éxito, una letra con claras referencias antifranquista que, sin embargo, lograron colarle a la censura de la época. " Se ha hablado mucho de eso y, sin embargo, yo no sé casi nada, creo que la censura se la coló ella sola. Creo que no le hicieron mucho caso, que las grabaciones no les preocupaban en exceso, lo que ellos querían controlar, lo que temían, eran los conciertos en directo, con miles de personas, que se les podía ‘desmandar’ aquello. No hace mucho me paró por la calle uno que dijo que había sido el censor del disco y me contó que la letra no les gustó y estuvo prohibida en algunas emisoras pero después se solucionó".

Pero no siempre logró ‘colarle’ sus letras a la censura pues, recuerda, "un disco que llamé Tierra, con mucha temática social, lo prohibieron entero y el material se ha perdido".

Recuerda Pablo Guerrero que la censura a lo que más temía era a los macroconciertos de los cantautores, en los que se calentaba el ambiente y las consignas políticas tomaban el escenario. Pablo Guerrero vivió muchas de esas citas. "Hay un concierto ¡ que está en la memoria de todos los que participamos, en mayo de 1976, en  el llamado Festival de los Pueblos Ibéricos, que se celebró en la Universidad Autónoma y había más de 40.000 personas que no se movieron ni cuando llovió. Recuerdo el horizonte lleno de guardias civiles a caballo. Había gente de todas las comunidades. Sentía que 40.000 personas estaban cantando conmigo. Nunca se me olvidará esa estampa". Pese a ello, matiza el extremeño que "no me parecen las letras un arma para la revolución pero respeto mucho cuando lo fueron en Latinoamérica para gente como Víctor Jara o Quilapayún".

Guerrero también cultiva la poesía, otra arma ¿cargada de futuro? "La poesía es una mirada propia. En esta época de crisis del capitalismo su función debe ser  volver a creer en el ser humano. Ya que hemos dejado de creer en tantas cosas, vamos a volver a pensar en que algún día podamos volver a ser felices disfrutando de las pequeñas cosas. Creo que la belleza es subversiva y ayuda a compartir la vida, por encima de modas y de cargas de tipo ideológico".
Archivado en
Lo más leído