Este viernes se celebra el Día Mundial del Teatro, una disciplina artística en la que Carmelo Gómez vive «confinado» desde que hace algunos años tomara la decisión de abandonar el cine. Preguntado qué significado puede tener esta efemérides en las excepcionales circunstancias que hoy nos toca vivir, el protagonista de ‘Días contados’ considera que «el teatro, ahora cerrado, no deja de estar ahí y es una necesidad. Me acuerdo de Tebas y todo este mundo de Edipo. Hay tantas cosas que ya han escrito nuestros antepasados y están ahí en el teatro, porque el teatro pone las cosas de pie. El teatro pone las cosas en acción, no son las ideas simplemente ahí contrastadas y que se puede hacer debate, sino que el debate está en marcha delante de nuestros ojos. El teatro lo que tendrá que hacer ahora es construir un lenguaje para crear nuevas imágenes, porque necesitamos ese consuelo, una forma de entender esto y colocarlo en algún sitio para poder seguir viviendo».

‘Todas las noches de un día’ es una obra con la que el actor facundino ha convivido a lo largo de dos años. En alguna entrevista ha llegado a decir que vive un momento de su vida actoral en el que busca personajes con fragilidad, como el jardinero de la obra de Alberto Conejero. «Creo que hace ya tiempo que decidí llevar los personajes hacia la fractura. Y además creo que lo he hecho siempre. Es verdad que hacemos un personaje para vivir y otro personaje con el que nos encontramos en la soledad o en la intimidad. Y esa parte de la soledad o de la intimidad realmente es la que más me interesa, porque es la de la verdad. La otra es la máscara. Entonces con el tiempo lo que vas viendo es que las fragilidades se imponen sobre lo otro, quizás porque eres menos petulante. De joven es muy fácil creerse Dios, y poco a poco te vas dando cuenta de que la mayoría son defectos y que solucionándolos o por lo menos afrontándolos te vas dando cuenta de quién eres realmente. Me he descubierto más ahí, en esos personajes con fragilidad, que me llevan mucho también a una infancia pues eso, muy existencial, una infancia de soledad, porque yo no me entendía muy bien con los demás compañeros. Entonces yo jugaba a cosas distintas y tenía que hacerlo en soledad porque nadie quería jugar a eso conmigo. Todo eso poco a poco va saliendo y creo que va saliendo para bien, para encontrarme yo y para ver que ahí estoy en una tesitura de trabajo verdadero, de trabajo sincero».
Carmelo Gómez reconoce que no le cuesta salir de los personajes. «Por lo menos esta vez no me ha costado nada y en general no me cuesta nada porque llegas a un punto en el que ya estás muy cansado, quieres cambiar y probar otra cosa. Me apetecía mucho salir, pero yo tenía un placebo muy fuerte, que es Lorca. Ahora ha venido esta pandemia y lo ha parado todo, pero estoy con un proyecto de recital sobre Federico, un poeta que siempre me ha fascinado y me apetece mucho decir esos versos cada día porque me hace grande y me ayuda a vivir».
Con ‘A vueltas con Lorca’, si la crisis sanitaria no lo impide, llegará el actor facundino al Auditorio Ciudad de León el próximo mes de mayo. Sobre este montaje comenta Gómez que «la idea nace como un recital que nos pidieron para la Universidad Internacional Menéndez Pelayo de Santander y con esos poemas poco a poco hemos ido construyendo una historia de amor y muerte, que es lo que es Lorca en definitiva. Esa historia de amor y muerte la hemos ido jalonando de poemas que nos llevan hasta la muerte del propio autor; es decir, cuando el autor y su obra ya son la misma cosa. Lo que quiero dejar claro es que no se trata de recitar, yo soy un actor que se implica con el texto y trata de que sea verdadero en cada uno de los personajes. No es un espectáculo en sí, es un poco parecido a lo que hace El Brujo», sostiene Carmelo Gómez, un montaje que el año pasado estuvo en Alfacar (Granada) y ya ha visitado la Residencia de Estudiantes e incluso Líbano. «Hemos estado construyendo esta obra y no la hemos cerrado hasta hace poco tiempo. Ahora ya sabemos que es así, con las proyecciones, la música, la iluminación... Ahora ya tenemos lo que podíamos llamar el espectáculo cerrado. Pero sí que es verdad que hemos ido investigando muchísimo durante casi año y medio, donde han salido muy poquitas cosas mientras yo hacía la otra función. Ha sido un viaje muy bonito y vamos a ver si podemos llegar a una treintena de funciones».
Aunque hace ya tiempo que tomó la decisión de alejarse de las cámaras y los platós, Carmelo Gómez ha sorprendido a todos aceptando el ofrecimiento del guionista y director Mateo Gil (‘Nadie conoce a nadie’) de participar en una serie que está preparando. «Él me llamó para hacer un papel grande en su serie y no me apetecía. Considero que todavía no estoy en el momento y además me pilló en Sahagún haciendo otras cosas. No me veía yo metiéndome otra vez en el fregado de las cámaras, del cine, del follón, y más una serie, que van a saco. Entonces le dije que no, pero dándole vueltas había un personaje pequeñito en el sexto capítulo que era profundo, potente y que se parecía mucho a mí, a mi situación o a algo que yo quería contar en ese momento. Como somos muy amigos y le conozco bien le dije que quería hacer ese personaje. Yo en realidad lo que quería era testar la capacidad que tengo para ponerme delante de una cámara otra vez, porque no lo tenía nada claro», confiesa el actor. «Yo salí escaldado porque hice varias pruebas para determinadas cosas, y aunque sé que era por una cuestión política cien por cien, te queda siempre la duda de que te echan. Te quedas un poco jodido y ahí es cuando decidí que no quería soportarlo más. Pero a la vez piensas, esto no puede quedar así, esto ha cerrado en falso y no me lo voy a llevar todos los días a la cama. Es una escena de tres minutos en la que me tuve que poner a tono y ahí está el actor que sabe qué hacer con una cámara. Otra cosa es que las técnicas y las formas de hacer ahora los trabajos sean distintas a las que manejaba entonces. Yo tengo otro ritmo delante de la cámara, tengo una forma de relacionarme con ella a lo mejor de otra época. Me quedé muy agusto, la verdad. Ya veremos cómo es el resultado, pero quedé contento. Eso no quiere decir en absoluto que quiera volver al cine».