Carmelo Gómez: "El teatro lo necesito, ya no me puedo quedar sin patria"

El actor facundino comparte con los lectores de La Nueva Crónica sus reflexiones sobre el teatro en una situación tan anómala como la que actualmente estamos viviendo, al tiempo que avanza aspectos del montaje ‘A vueltas con Lorca’ con el que acude en mayo al Auditorio

Joaquín Revuelta
27/03/2020
 Actualizado a 27/03/2020
Carmelo Gómez y Ana Torrent en la representación de ‘Todos las noches de un día’ en el Auditorio Ciudad de León en octubre de 2018. | MAURICIO PEÑA
Carmelo Gómez y Ana Torrent en la representación de ‘Todos las noches de un día’ en el Auditorio Ciudad de León en octubre de 2018. | MAURICIO PEÑA
«Aquí sigo enclaustrado. Pero ya hemos tirado la llave por la ventana. No sé qué va a pasar cuando levanten esto», bromea Carmelo Gómez, que reconoce encontrarse cada vez más cómodo en su pequeño mundo. «Nos han acostumbrado a esta maldita cosa de estar siempre en el trabajo, de la actividad constante, de que tienes que ir aquí y allá para ver a la gente, y al final ni vemos, ni entendemos, ni hablamos, estamos más solos cuanto más acompañados. Esta situación está bien para reflexionar un poco sobre todo eso», asegura el actor de Sahagún, que ahora ocupa buena parte del tiempo en tareas manuales como pintar todas las maderas y arreglar la casa que la tenía un poco abandonada. «Yo creo que las cosas se van construyendo delante de ti a través de tus manos, que de alguna manera también te dan una visión más amplia de lo que creo que debe de ser la creación. La creación solo intelectual pasa por la lógica y la lógica creo que no da buenas pistas para trabajar, cada vez menos. Y sobre todo desde que estoy con  Lorca, que era la lucha constante por sacarlo todo del logicismo, dando pie al pensamiento abstractivo, que me parece el más creativo, el más poderoso, porque cuando ocurre algo ocurre desde un sitio que no tenías previsto. Y creo que ahí es donde está el creador», sostiene el actor.

Este viernes se celebra el Día Mundial del Teatro, una disciplina artística en la que Carmelo Gómez vive «confinado» desde que hace algunos años tomara la decisión de abandonar el cine. Preguntado qué significado puede tener esta efemérides en las excepcionales circunstancias que hoy nos toca vivir, el protagonista de ‘Días contados’ considera que «el teatro, ahora cerrado, no deja de estar ahí y es una necesidad. Me acuerdo de Tebas y todo este mundo de Edipo. Hay tantas cosas que ya han escrito nuestros antepasados y están ahí en el teatro, porque el teatro pone las cosas de pie. El teatro pone las cosas en acción, no son las ideas simplemente ahí contrastadas y que se puede hacer debate, sino que el debate está en marcha delante de nuestros ojos. El teatro lo que tendrá que hacer ahora es construir un lenguaje para crear nuevas imágenes, porque necesitamos ese consuelo, una forma de entender esto y colocarlo en algún sitio para poder seguir viviendo».

Carmelo Gómez asegura que ni el cine ni el teatro le han decepcionado y que se trata más bien de quién anda detrás de ello, quién mueve los hilos. «Para mí ese es el problema de todo el arte en general. Fíjate a Lorca lo que le costó salir adelante y que le empezasen a reconocer por su trabajo. La decepción por el teatro no me va a llegar porque el teatro lo necesito, ya no me puedo quedar si patria. Dejar el cine era más fácil porque yo sabía que podía volver a los escenarios cuando quisiera. Pero no creas que ha sido fácil. Por suerte yo he encontrado a Pentación, que es Jesús Cimarro, que es el que me ha rescatado, porque estuve una temporada muy larga en la que nadie quería ni verme. Todavía me cuesta mucho trabajo encontrar un director para poder hacer un proyecto, pues me gusta crear los proyectos desde cero, con un trabajo de equipo, de investigación, eso es muy difícil, eso es muy caro. Siempre hay un ¡ay!. Pero desde luego el teatro sí que es un remanso de paz para mi conciencia».

‘Todas las noches de un día’ es una obra con la que el actor facundino ha convivido a lo largo de dos años. En alguna entrevista ha llegado a decir que vive un momento de su vida actoral en el que busca personajes con fragilidad, como el jardinero de la obra de Alberto Conejero. «Creo que hace ya tiempo que decidí llevar los personajes hacia la fractura. Y además creo que lo he hecho siempre. Es verdad que hacemos un personaje para vivir y otro personaje con el que nos encontramos en la soledad o en la intimidad. Y esa parte de la soledad o de la intimidad realmente es la que más me interesa, porque es la de la verdad. La otra es la máscara. Entonces con el tiempo lo que vas viendo es que las fragilidades se imponen sobre lo otro, quizás porque eres menos petulante. De joven es muy fácil creerse Dios, y poco a poco te vas dando cuenta de que la mayoría son defectos y que solucionándolos o por lo menos afrontándolos te vas dando cuenta de quién eres realmente. Me he descubierto más ahí, en esos personajes con fragilidad, que me llevan mucho también a una infancia pues eso, muy existencial, una infancia de soledad, porque yo no me entendía muy bien con los demás compañeros. Entonces yo jugaba a cosas distintas y tenía que hacerlo en soledad porque nadie quería jugar a eso conmigo. Todo eso poco a poco va saliendo y creo que va saliendo para bien, para encontrarme yo y para ver que ahí estoy en una tesitura de trabajo verdadero, de trabajo sincero».

Carmelo Gómez reconoce que no le cuesta salir de los personajes. «Por lo menos esta vez no me ha costado nada y en general no me cuesta nada porque llegas a un punto en el que ya estás muy cansado, quieres cambiar y probar otra cosa. Me apetecía mucho salir, pero yo tenía un placebo muy fuerte, que es Lorca. Ahora ha venido esta pandemia y lo ha parado todo, pero estoy con un proyecto de recital sobre Federico, un poeta que siempre me ha fascinado y me apetece mucho decir esos versos cada día porque me hace grande y me ayuda a vivir».

Con ‘A vueltas con Lorca’, si la crisis sanitaria no lo impide, llegará el actor facundino al Auditorio Ciudad de León el próximo mes de mayo. Sobre este montaje comenta Gómez que «la idea nace como un recital que nos pidieron para la Universidad Internacional Menéndez Pelayo de Santander y con esos poemas poco a poco hemos ido construyendo una historia de amor y muerte, que es lo que es Lorca en definitiva. Esa historia de amor y muerte la hemos ido jalonando de poemas que nos llevan hasta la muerte del propio autor; es decir, cuando el autor y su obra ya son la misma cosa. Lo que quiero dejar claro es que no se trata de recitar, yo soy un actor que se implica con el texto y trata de que sea verdadero en cada uno de los personajes. No es un espectáculo en sí, es un poco parecido a lo que hace El Brujo», sostiene Carmelo Gómez, un montaje que el año pasado estuvo en Alfacar (Granada) y ya ha visitado la Residencia de Estudiantes e incluso Líbano. «Hemos estado construyendo esta obra y no la hemos cerrado hasta hace poco tiempo. Ahora ya sabemos que es así, con las proyecciones, la música, la iluminación... Ahora ya tenemos lo que podíamos llamar el espectáculo cerrado. Pero sí que es verdad que hemos ido investigando muchísimo durante casi año y medio, donde han salido muy poquitas cosas mientras yo hacía la otra función. Ha sido un viaje muy bonito y vamos a ver si podemos llegar a una treintena de funciones».

Aunque hace ya tiempo que tomó la decisión de alejarse de las cámaras y los platós, Carmelo Gómez ha sorprendido a todos aceptando el ofrecimiento del guionista y director Mateo Gil (‘Nadie conoce a nadie’) de participar en una serie que está preparando. «Él me llamó para hacer un papel grande en su serie y no me apetecía. Considero que todavía no estoy en el momento y además me pilló en Sahagún haciendo otras cosas. No me veía yo metiéndome otra vez en el fregado de las cámaras, del cine, del follón, y más una serie, que van a saco. Entonces le dije que no, pero dándole vueltas había un personaje pequeñito en el sexto capítulo que era profundo, potente y que se parecía mucho a mí, a mi situación o a algo que yo quería contar en ese momento. Como somos  muy amigos y le conozco bien le dije que quería hacer ese personaje. Yo en realidad lo que quería era testar la capacidad que tengo para ponerme delante de una cámara otra vez, porque no lo tenía nada claro», confiesa el actor. «Yo salí escaldado porque hice varias pruebas para determinadas cosas, y aunque sé que era por una cuestión política cien por cien, te queda siempre la duda de que te echan. Te quedas un poco jodido y ahí es cuando decidí que no quería soportarlo más. Pero a la vez piensas, esto no puede quedar así, esto ha cerrado en falso y no me lo voy a llevar todos los días a la cama. Es una escena de tres minutos en la que me tuve que poner a tono y ahí está el actor que sabe qué hacer con una cámara. Otra cosa es que las técnicas y las formas de hacer ahora los trabajos sean distintas a las que manejaba entonces. Yo tengo otro ritmo delante de la cámara, tengo una forma de relacionarme con ella a lo mejor de otra época. Me quedé muy agusto, la verdad. Ya veremos cómo es el resultado, pero quedé contento. Eso no quiere decir en absoluto que quiera volver al cine».
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