La ‘fórmula’ de inicio de todas las intervenciones, testimonios más bien, en la gala de Sofcaple es siempre la misma: "Yo soy (y dice su nombre) y Soy mujer".
Una de las primeras en subir al escenario era la reconocida investigadora local María José Alonso, que había tenido que saludar al público cuando el alcalde, Alfonso Álvarez, recordó que el Instituto de Carrizo llevaba el nombre de esta hija del pueblo desde el Día de la Mujer, "y es el primero de la provincia dedicado a una mujer ‘de carne y hueso’ pues el único que existía antes era un personaje literario". Cuando una emocionada Alonso cogió el micrófono se ciñó a la fórmula: "Soy María José... bueno, aquí soy Pepita", palabras que fueron acogidas con una cerrada ovación, que se repitió cuando inició su discurso: "Cuando pensaba en qué decir aquí me aconsejaron ‘habla de las mujeres trabajadoras’ y la primera que me vino a la mente fue Gloria, mi madre, o mi tía Asunción o tantas mujeres de este pueblo que eran feministas, tal vez sin saberlo, y su mayor aspiración era que sus hijos pudieran tener estudios. Algo en lo que tampoco puedo olvidar a mi padre, del que no he podido olvidar su consejo: ‘Hija, sin independencia económica no hay libertad’".
Fue esta hija del pueblo la que llevó mayor carga de emotividad a la sala llena de vecinos y avalando así la iniciativa de Sofcaple de llevar su gala al ámbito rural. La propia Alonso ya se había emocionado en una de las actuaciones previas, cuando presentaron sus canciones teatralizadas varias integrantes de la Escuela municipal de música de Carrizo de la Ribera, acompañadas de niñas del Colegio (las nietas) a las que explicaron las ropas que llevaban (madreñas, enaguas, saya, mandil, mantón, pañuelo, rodao...) o la tabla de lavar en el río. Alonso grababa, asentía y viajaba a esa infancia rural que ayer y allí era protagonista.
Nos hemos ido al momento central; antes las representantes de la Sociedad para el Fomento de la Cultura de Amigos del País de León (Sofcaple), y la concejala Carmen Alonso Santocildes presentaron el acto, explicaron su esencia y fueron llamando al escenario a las mujeres (y un hombre) que recordaron sus historias y los números artísticos de la Danza de la Escuela de Música, Danza y Teatro del Ayuntamiento de León, así como la ya citada Escuela Municipal de Música de Carrizo de la Ribera.
Así fueron desfilando testimonios tan diversos y ejemplares como los de Rocío Cano, jugadora de rugby; Ana del Ser, Presidenta de la Audiencia Provincial; Verónica Rayo; Tania Pérez, maquinista de trenes; o Claudia Álvarez, ingeniera informática especialista en robótica; también un hombre (el teniente coronel José Alberto Barja) para, explicaban desde Sofcaple, "recordar que la igualdad debe ser un proyecto común; el protagonismo en estas fechas es de la mujer pero bueno es recordarlo, como bien explicó María José Alonso al recordar a su madre, su tía y su prima... y a su padre".
Cada una de las mujeres que ofrecieron su testimonio le dieron un enfoque diferente e igual. Ana del Ser reflexionó sobre el hecho de que si a su madre le preguntan "¿tú eres feminista?" tal vez no lo supiera y hoy estamos aquí, tan solo una generación más tarde. También recordó de dónde venían en su profesión: "Hasta 1966 teníamos prohibido acceder a la carrera judicial; la primera mujer juez llegó en 1972 y en la actualidad la mayoría de los nuevos miembros ‘de la carrera’ casi todas son mujeres; ya somos el 54 % pero solo 7 de más de 40 somos Presidentas de la Audiencia u la cúpula judicial son todo hombres. Es evidente que ahí tenemos que seguir avanzando".
Algo muy parecido recordó Claudia Álvarez, de La Milla del Río, profesora de la ULE, investigadora, una niña que cambió el furby por un ordenador y animó "a todas las mujeres a cursar ingenierías, que son tan femeninas como cualquier carrera y si yo he podido... podéis vosotras".
Rocío, jugadora de rugby, de 44 años, recordó el último año y medio de su vida y cómo este deporte y, sobre todo, el grupo de mujeres que integran su equipo de las Leonas Maters hizo posible "viajar desde un momento asfixiante, un alma destrozada, a un grupo fuerte y convencido de que "si caes... te levantas".
Emotiva, directa y simpática se mostró Tania, maquinista de Renfe, que es de esas mujeres que cuando le piden que acuda se pregunta "¿yo? ¿Qué he hecho?", y cuando repasa su aún corta vida resulta que ha hecho de todo: camionera, dueña de pub, taxista, maquinista...
Cerró el acto nuestro compañero de la sección de Culturas, Fulgencio Fernández, que quiso ofrecer un emotivo viaje desde el recuerdo por el alma de las mujeres de su patria, que es la infancia; para concluir: "Estoy convencido que en medio de este clima asfixiante hay futuro; pero sólo será posible si lo construimos con alma de mujer, de mujer leonesa, por ejemplo".