Catalina Grande Piñón Pequeño estrena disco con las colaboraciones de Fran Perea y Lendakaris Muertos

Los leoneses publican este viernes 21 de marzo su tercer álbum de estudio, ‘Música para mastines’, un gran salto en el que se mezclan estilos, colaboradores y "rimas XXXXXL"

18/03/2025
 Actualizado a 18/03/2025
https://youtu.be/0Hbu0VZDZ9A

Vayan desde aquí, por anticipado y con todos los respetos, nuestras más sentidas condolencias para todos aquellos grupos a los que este verano les toque compartir cartel con Catalina Grande Piñón Pequeño. Ellos mismos cantan que cuando se suben al escenario los «seguratas piden calma». Los de Verderón estrenan este viernes 21 de marzo su tercer disco de estudio, ‘Música para mastines’, un salto de nivel en todos los sentidos: porque han madurado, porque se han profesionalizado, porque se lo han currado en cada acorde, en cada coro, por supuesto en cada letra, porque el talento se les sale por las costuras («talento hiriente»), porque la actitud es para ellos innegociable («con el paso de los años me quedaré sin voz pero nunca sin actitud») y porque cuentan con el respaldo del sello valenciano Maldito Récords, que ha apostado por ellos y va camino de convertirles en referentes imprescindibles de la escena punk española.

Punk… o lo que sea. En sus inicios lo llamaban punk fandango pero la definición se queda bastante corta, ahora que el ambiente político se ha enturbiado tanto que ya parece que uno es punk sólo con estar preocupado por el cambio climático. En las 17 canciones que componen el nuevo disco de Catalina Grande Piñón Pequeño hay punk, claro, pero también hay rap, canciones infantiles, flamenco, sí, sí, flamenco, suenan guitarras que beben del rock radical español, desde Kortatu a Los Ilegales, de La Polla Récords a Siniestro Total, pero hay también una instrumental sacada de una canción de una rapera australiana, Iggy Azalea, a la que admira profundamente esa inclasificable versión de Iggy Pop de Benavides de Órbigo que es David Verderón, líder, cantante, letrista, frontman que dicen los modernos, creador de una nueva corriente de merchandising extremo, monologuista y, sobre todo, un animal de escenario que mantiene la atención del público incluso entre canción y canción. No hace falta ser un genio para darse cuenta de que estamos ante uno.

Siendo tantas las referencias que se pueden encontrar en su música, es lógico que las colaboraciones sean también, como ellos, de lo más variopinto. Si alguien pensaba que en un mismo disco podrían colaborar Fran Perea y Aitor el cantante de Lendakaris Muertos le llamarían loco, pero en un disco de Catalina Grande Piñón Pequeño es posible, sin ir más lejos en ‘Música para mastines’. Además de ellos dos, colaboran también Javi, cantante de Parquesvr; Chumi, de los parameses Gente Muerta; y la leonesa Paloma Gómez, voz de Death Bringer. Tanta colaboración se explica porque Catalina lleva años girando por toda España, «en algún festi chungo de pueblo me puedes ver pero también me puedes ver cantando en el Resurrection Fest», dicen en su último disco. Y ese recorrido que, en muchas ocasiones de la mano de Lehendakaris, les ha llegado a abrir las puertas de la mítica sala madrileña La Riviera ha ido tejiendo una red de amistades, de cómplices, que han querido que, de una forma u otra, estén presentes en este nuevo trabajo de los leoneses.


Porque hacer, lo que se dice hacer, en la acepción del término más próxima a la pura artesanía, el disco se ha hecho en ese inquietante triángulo de las Bermudas que forman Benavides de Órbigo, de donde son David Verderón y Richard Majo; Nistal, de donde es el batería Adrián Cavero; y Santa María del Páramo, donde se encuentra el estudio de Nacho Oblanca, en el que se han grabado buena parte de las 17 canciones. En Nistal se curraron la mayoría de las instrumentales Richard y Adrián, en el doméstico La Perrera Estudios de Benavides se grabaron las voces y las letras… puf, las letras.

Hay mucha tarde de piscinas que, con permiso de la ITV, debe de ser uno de los lugares en los que mejor se inspira el que fuera miembro de Barrigada, el genial Verderón. El disco arranca con una sesuda reflexión: «Gorro de piscina negro formato que yo tolero», y sigue con un demoledor «taquillero tiene agallas me ofrece gorro de rayas eso no es más que morralla». Si a alguien le parece poco, la tercera frase reza «Blanco y negro qué panoli pareces un border collie voy a llamar a la poli». Se le caen los punchlines, como dicen los raperos latinos, que también han dejado su influencia. De las tardes de piscina también bebe, obviamente, ‘El cartel de los helaos’, tema que ya habían adelantado hace meses y que formaba parte de un disco que se iba a llamar ‘Grandes éxitos’ y se terminó quedando en ‘Razonables éxitos’, con un endiablado ritmo en el que resulta complicado entender un arranque que gana a cualquiera: «El cartel de los helaos hay muchos que están tachaos. No sé si son los que tienen o los que se han acabao» y que, siempre con el compromiso obrero por bandera, incluye irrebatibles sentencias: «De la mitad pa arriba son pa los cayetanos. Yo quiero los de abajo que son pa los proletarios».

Vuelven Catalina Grande Piñón Pequeño a la cola de la ITV, como en ‘Riñones de leche’, aunque esta vez lo hacen acompañados nada más y nada menos que por Fran Perea y un estribillo que blasfema sin tituteos. Dice Verderón que, pese a todo, le tratan muy bien cuando le toca ir a pasar la de su coche, que no debe de ser un Kía aunque ya en su primer disco le lanzaba una oferta de compra a Rafa Nadal («las ruedas las tiene nuevas del todo») y, en el que se publica este viernes, hay una segunda parte en la que el de Manacor hace papiroflexia con los recibos del banco y se piensa lo del viaje a Turquía... 

Entre todas las canciones, destaca ‘Lorenzo Lamas’, un temazo que se convertirá en himno en cuanto este viernes lo suelten en las plataformas. Arranca con una frase sobre periodistas de ‘Straight Outta Compton’, peliculón más que recomendable de raperos americanos. Lorenzo Lamas, por si no lo sabían, «afila en las rotondas», lleva «tirantes en invierno» y los de Catalina piden a los que les acompañen en el coro «limpiad su nombre». Verderón se suelta como rapero con «rimas XXXXL» y firma una letra tan brillante como contundente en la que se toma sus venganzas (obvio que van a escocer) y deja claro un estilo vacilón, incisivo y lúcido. «Quítate esa envidia que tanto te quema. A ti pa na te vale y yo con ella escribo un tema y te lo dedico pa que te duela. Sé que andas por los bares de mi zona hablando mierda, diciendo mira Catalina qué subidos ahora ni saludan…». 

Otra de las canciones del disco habla del que se ha convertido en santo y seña de la, toma ya, lírica verderoniana: el odio al jefe. «Sho-Hai, de Violadores del Verso, ha sido capaz de completar 30 años de carrera hablando en todas las canciones de su alcoholismo, y yo quiero hacer algo parecido pero con este asunto» , dice el cantante, que lo deja más que claro en ‘Quattro Stagioni’, tema en el que cuenta lo que haría en cada estación del año si llegara el delicado momento del fallecimiento de su superior: «Ojalá mi jefe muriese en verano para ver pasar su entierro comiendo un helado». Un Extreme de fresa, para más señas.

Un disco descomunal, se mire como se mire y se escuche como se escuche, un salto más que notable en la carrera de unos músicos de raza que lo mismo mezclan las nuevas y viejas tendencias, punkis con cantautores, y que aman lo que hacen. En sus agitadas cabezas ronda ahora la posibilidad de grabar al padre de Richard, miembro de los históricos Cirolines de Benavides, tocando la trompeta para hacer un sampler y meterle luego unas cuantas rimas encima. Ojalá lo consigan. De momento, el consejo que aquí queda aunque nadie lo haya pedido es que los escuchen e intenten ir a alguno de sus conciertos (para el del 5 de abril en Espacio Vías ya no quedan entradas), las risas y la diversión están garantizadas. Vayan repasando la tabla del cero.

Lo más leído