Buen ambiente y tres cuartos de entrada en la plaza Martínez Zárate de Valencia de Don Juan que celebraba su Centenario (con una alusión a la efeméride pintada en la arena). Una corrida típica de fiesta, sólo ‘cortada’ cuando un toro cogió a uno de los banderilleros de José Fernando Molina, que tuvo que ser trasladado al Hospital de León, a la espera de un pronóstico de la misma; también con una primera vuelta de los toreros que no acompañó en lo artístico, aunque empezó relativamente bien con una oreja para Morenito de Aranda en el primero de su lote. Esaú estuvo fatal con la espada en el primero de los suyos, entrando cuatro veces a matar antes del descabello definitivo, que supuso un alivio para torero y afición.
El tercer toro, para Molina, fue el del susto de su banderillero. A primera vista fue un golpe en la oreja por la que sangraba con abundancia. El remate de la faena, a la hora de la verdad, volvió a repetirse una escena de fallos con la estocada, hasta siete veces lo intentó en lo que parecía el mal de la tarde.
Volvió Morenito a la arena, seguramente con el mejor toro de la tarde, y unas series de naturales y adornos en el remate calentó a un público con ganas de celebrar el Centenario. El público disfrutó con Morenito, le pidió alargar la faena, les hizo caso el de Aranda. Pidió entonces el púbico el indulto del toro, de nombre Tasador, y le hizo caso la presidencia devolviendo vivo a este ejemplar de cuatro años y 542 kilos de peso.
Un nombre para un Centenario, el segundo en 100 años de vida del coso, como se puede ver en una placa que recuerda al primero en el coso: Se llamaba Comisario, era del Conde de Mayalde y lo lidió Vicente Barrera el 14 de septiembre de 2002, hace 22 años. Las dos orejas y rabo simbólicas hacían de Morenito el triunfador de la Corrida del Centenario. Tres orejas y un rabo en total.
La recta final ya se vivió en un ambiente festivo, los toros se sumaron y también lo hizo Esaú, con una buena faena y estocada entera que le supusieron las dos orejas y sumarse a la puerta grande.
No fue mala la faena del último, la de Molina, aunque descabelló dos veces. Una oreja remataba una fiesta en la que el matador mostró su enfado pues quería una segunda oreja que le permitiera acompañar a Morenito y Esaú al salir por la puerta grande.