Igual que muchos Jueves Santo, más bien la madrugada del viernes, se cruzaron los que se retiraban de la profana noche de Genarín con los que se incorporaban a la salida de la Procesión de los Pasos en la actualidad se siguen produciendo en la mañana del Viernes Santo las mismas acusaciones de restos de una noche que se ha convertido en una cita de miles de seguidores, con autobuses que llegan en gran número de Asturias pero también otros del País Vasco y otras provincias.
- ¿Y los genarianos qué dicen?
- Pues están durmiendo.
Por cierto, empezaron cuatro pero si todos los que dicen que estuvieron allí fuera cierto no eran cuatro, ni mucho menos, serían miles. En fin. No vamos a entrar en esa batalla, cada cual... Lo que sí hay es otra discusión genariana sobre si se mantiene la esencia del entierro, si ya no es lo que era, sobre si empezamos cuatro y esto se fue desmadrando... Por cierto, empezaron cuatro pero si todos los que dicen que estuvieron allí fuera cierto no eran cuatro, ni mucho menos, serían miles.
Uno de los que sí estaba, él y su cámara, es Fernando Rubio, que este lunes posterior a la Semana Santa nos regala un documento que ayuda mucho a entender cómo fue aquel origen del que tanto se habla, quiénes sí estaban allí, cómo era aquella ceremonia y, sobre todo, poder honrar al añorado Francisco Pérez Herrero, al que basta contemplar las fotos para comprobar cómo disfrutaban aquellos cofrades con sus versos y ocurrencias. Allí estaban los Julio Llamazares, que un año después publicaría ‘El entierro de Genarín’; Yuma, primero cenando y después escalando el muro para dejar el pan y el orujo; el pintor Manolo Jular, el periodista Pedro Trapiello; el profesor y político Maxi Barthe, tal vez elúnico que sigue en la brecha y tantos otros que reconocerás en las imágenes de aquellos leoneses que integraban lo que Llamazares llamó «la ortodoxia más excelsa que toda ciudad provinciana lleva en su seno». Una celebración que, como recuerda Fernando Rubio, se producía en «petit comité».
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Fue Pérez Herrero, además de periodista, fundador de la Peña Taurina Leonesa, protésico dental, poeta popular, dramaturgo de cierto prestigio... y un personaje imprescindible en la vida social leonesa. Su ‘vinculación’ con el mito de Genarín hizo que por asociación de ideas se extendiera la de que le gustaba la bebida más de lo recomendable, algo que enfadaba mucho a su viuda, Josefina, mujer de gran lucidez: «Ni mucho menos, era un hombre de costumbres muy sanas, muy tímido y, sobre todo, muy trabajador. Con 14 años ya se hizo aprendiz de protésico dental, que después sería su profesión principal, su modo de vida».
Sirven además estas fotos para documentar la autoría de Fernando Rubio, pues no son pocas las veces que han aparecido publicadas sin ningún pie de autor. Y hablando de fotos, la que circula de Genarín con boina, una copa en la mano y cara de borracho es más falsa que un vídeo de Belén Esteban hablando en inglés.