"Comía hasta entrar en coma"

Camilo José Cela eligió para curar su tuberculosis La Vecilla, donde lo que más recordaba eran las copiosas comidas que realizaba

Fulgencio Fernández
19/04/2015
 Actualizado a 17/09/2019
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Aunque muchos cuestionen en la actualidad la geografía leonesa, los paisajes, el aire puro... como valor turístico, resulta que ya lo fue en tiempos y, no solo eso, trajo a León a tres grandes figuras de la cultura, los escritores Camilo José Cela y Ángel González y el gran pintor cubano Wifredo Lam. Los tres, curiosamente, estaban enfermos de tuberculosis y los tres buscaron solución a sus males en León. Cela en La Vecilla, González en Páramo del Sil y Lam en la capital.

Cela estuvo en 1937, en plena guerra civil; González en la posguerra, en 1943 y Lam unos años antes, entre 1931 y 1932. Dos de ellos sufrían los embates del hambre, el tercero, Cela, de lo que más se acuerda de su estancia leonesa es de lo mucho que comió en La Vecilla, en la fonda de Ricardo. Así escribía en sus ‘Memorias, entendimientos y voluntades’, para Diario 16, frases como: "Desayunaba tres huevos fritos con panceta, morcilla o chorizo y un plato sopero de papas de harina de maiz con un dedo de azúcar". "Almorzaba un plato de sopa de fideos o de macarrones muy espesa, una sopa substanciosa, y como está mandado otro plato de lentejas con arroz y generosos tropezones de jamón, oreja, morro y torreznos, o de fabada y dos libras, no creo que faltase mucho,de carne roja y sangrante poco hecha con una sopera de patatas cocidas sobre las que se había dejado caer una rumbosa y liberal pella de mantequilla, lo acompañaba todo con una hogaza de pan candeal que comía casi entera y dos vasos de vino tinto del Bierzo pero en vaso de agua, que cabe más;siempre me daban postre de cocina, leche frita o flan o arroz con leche".

No extraña por ello que confesara que "después de comer entraba en coma y dormía una siesta de dos horas largas. A los pies de la cama me ponían un caneco de agua caliente para que no pasase frío, por la noche me ponían otro. Merendaba...". En fin, que de lo más que se acodaba de su estancia en esta tierra es de lo que comía, lo que contrasta con una anécdota vivida en la propia fonda donde él se hospedó. Las memorias de Cela se daban en fascículos con el periódico, el día que salió el titulado ‘La Vecilla’ lo estaban leyendo en el bar en alto y cuando acabaron el relato de las suculentas comidas, uno de los tertulianos, alguacil creo y lo suficirntemente mayor para haber vivido aquella época comentó: "En 1937 no comían eso entre todos los vecinos de mi pueblo, anda que no había hambre".

La habría, pero no para el enfermo Cela, que ya comentaba que se hospedaba y "vivían las fuerzas vivas, el señor juez, el señor notario (éste iba sólo los miércoles), el señor comandante militar. Comíamos todos en una mesa camilla espaciosa".

Reconoce que aunque era «de mucho comer, pero jamás como entonces». Ypara que no falte una queja, tan suya, lo hace del frío. "En La Vecilla hacía un frío horrible, de 12 a 15 grados bajo cero y más, y andábamos forrados de ropa". También calzó madreñas. "Al principio me caía, pero me acostumbré pronto, tampoco era tan difícil".

Cela vino a León porque tenía aquí (en la calle Padre Isla, 2) unos tíos y tres primas. "Mi tío Pío, hermano menos de mi padre, era Ingeniero de Caminos y estaba destinado en León".

Así cualquiera.
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