Maxi ‘El Grillo’, minero en Casetas, siempre contaba que le salvó la vida «la mula». Y es que el día del gravísimo accidente de ‘los 13 de Casetas’, en el que perdieron la vida 13 compañeros y «yo debía estar allí, era mi turno, pero me habían mandado ir más tarde para que fuera domando una mula. Y así salvé la vida».
Gaspar, minero en la MSP, contaba cómo un día «estaba muerto el canario en la jaula y el vigilante decía que era del frío del fin de semana, que siguiéramos;nos negamos y a los pocos minutos hubo una explosión».
Son dos ejemplos, hay mucho más. José Ramón cuenta que casi le despiden en Canseco por tirarle unas ratas al vigilante. «Había muchas alrededor de los sacos de pienso para la mula, iban a comer, claro».
Los animales de las minas, estos y otros muchos, son los protagonistas de una singular exposición que el sábado se ha inaugurado en el Museo de la Siderurgia y la Minería de Sabero bajo el título de ‘Compañero animal’, comisariada por el coleccionista y experto en historia de la minería Fernando Cuevas y con paneles explicativos ilustrados por el asturiano Lolo Zapico, premio nacional de Ilustración. Explicó el director del Museo, Roberto Fernández, en la inauguración que está dedicada a «los animales que compartieron el duro trabajo de los mineros y que hoy en día siguen siendo grandes desconocidos. Eran animales que trabajaban, como las mulas, caballos o bueyes, transportando pesadas cargas, animales centinelas, que servían para detectar a tiempo situaciones peligrosas, como los canarios, o incluso animales de compañía, a veces bien recibidos, como los perros o gatos, a veces molestos, como las ratas».
Recuerdan en los paneles explicativos cómo «la actividad minera, por su antigüedad, dureza física, características específicas de peligrosidad o trabajo en ambientes insalubres, evidencia una larga trayectoria de colaboración entre mineros y animales. Durante años ayudaron en las tareas específicas de cada uno de los oficios mineros y solo en los últimos tiempos, con la mecanización, empezaron a desaparecer del paisaje minero».
También recuerdan que no se puede generalizar a la hora de hablar de los animales en ‘la mina’, sin apellido, pues existen muchas variantes, más allá del carbón. «El tipo de mineral, la estructura del yacimiento o que las explotaciones sean de interior o a cielo abierto, imponen un tipo de laboreo diferente. Las empresas buscan los animales que mejor se adapten a las características de los trabajos en sus minas. Elegirán unas razas u otras por su adaptabilidad o por la tradición de los animales presentes en el territorio.
Los miles de fotografías de mineros retratándose con sus inseparables compañeros, son testigo del grado de compenetración que existía. «Los que compartieron esfuerzos con ellos, siempre supieron reconocer el valor de su sacrificio. Para la empresa, sin embargo, eran tan solo bienes semovientes, que pueden moverse, pero con una importante implicación económica, al realizar algunas tareas muy duras e, incluso, imposibles para los humanos».
Eran otros tiempos en las minas. Hoy su historia ha quedado en el olvido. Sobre la vertiente que presenta al animal minero como compañero existen infinidad de anécdotas que hablan, por ejemplo, de la relación entre el caballista y las mulas, pero sobre su visión como bien económico para las empresas, apenas hay información ni estudios.
Para que ese olvido no sea total estará en el museo hasta el próximo mes de abril ‘Compañero animal’.