Escribía Jorge Luis Borges que al universo hay quien lo llama biblioteca. Lo escribía con letras "puntuales, delicadas, negrísimas, inimitablemente simétricas", como las que desde este viernes son parte del decorado del Museo de León, que hasta el próximo 23 de febrero acoge en su interior la exposición ‘Al pie de la letra. Un aire de libros’.
"Esta exposición es el fruto de un proyecto a largo plazo", explicó el director del centro museístico, Luis Grau Lobo, indicando que esta muestra esconde detrás un año de trabajo. "Queríamos ofrecer una visión sobre uno de los objetos más espléndidos de la cultura universal", señaló: "El libro desde su nacimiento -y es un objeto relativamente joven- es una pieza esencial de nuestra forma de entender el mundo; no solamente como objeto, sino también como portador del pensamiento del ser humano".
A su presencia durante la inauguración se sumó la del delegado territorial de la Junta, Eduardo Diego, que se mostró ilusionado con este proyecto colectivo y puso en valor el trabajo del comisario Fernando Regueras, así como la colaboración entre entidades como la Biblioteca Pública de León o el Musac. "Creo que es una exposición muy positiva en el sentido de que nos va a hacer reflexionar sobre lo que significan para cada uno los libros y también lo que significan para la sociedad, no sólo ahora, sino a través de los siglos", indicó.
“Hacer un libro es un trabajo sin fin”, reza uno de los textos comisariados por Regueras entre fragmentos de Pessoa, Bertolt Brecht y otros más. También, entre concisas explicaciones con títulos tan sugerentes como ‘Batman y el sentido de los libros’ y entre resquicios antiguos de alfabetos y caligrafías. No faltan momentos de la historia de la literatura reflejados en piezas como la ‘Quema de libros’ de Juan de Juni o en elementos escultóricos que dejan reposar en el suelo una prominencia de ejemplares. Todo en un museo que abre sus puertas como las páginas un lector; quizá queriendo convertirse en un volumen en sí mismo.
"Digamos que es todo una especie de constelación de formas de abordar el problema del libro, que de alguna manera convierte a esta exposición en un filandón de libros", añadió el director, asegurando también que cada una de las más de una docena de secciones que incluye esta muestra "habla del libro de forma diferente". "Todos esos relatos componen una panorámica que también hemos denominado en el subtítulo de la exposición, 'Un aire de libros'", zanjó: "Un aire es también una especie de pequeña pieza musical que entona una alegría y una celebración que es la propia celebración del libro".
Desde el poder de un ejemplar hasta su fragilidad. Desde cajas con letras móviles para las viejas linotipias hasta métodos modernos de lectura electrónica. Desde los pequeños exergos al principio de alguna obra literaria a los breves mensajes incluidos en algún tuit. Todo ello se abre paso en la planta baja del edificio Pallarés. Todo en ese universo que -diría Borges-, "con su elegante dotación de anaqueles, de tomos enigmáticos, de infatigables escaleras para el viajero y de letrinas para el bibliotecario sentado, sólo puede ser obra de un dios".