Alejandro es un tipo de fiar, lo que se dice un tío legal. Por eso, cuando dice que se retira del escenario después de treinta y tantos años de estar en el club, hay que asumir que no volverá a vérsele blandiendo su Rickenbacker bajo los focos. Al término del siglo pasado dijo que Los Flechazos habían llegado al final del camino y lo cumplió a rajatabla, de manera que si ahora dice que Cooper ya ha cruzado la línea de meta es porque esta idea terminó. Claro que, ¡quién sabe!, tal vez, en unos cuantos años, cuando haya refrescado todos sus sistemas, puede que empiece a pensar en otro proyecto, no echando un vistazo por el retrovisor sino concentrándose en algo totalmente nuevo. De hecho, hace tiempo que trabaja en hacer realidad otras ilusiones, puesto que si antes era inquieto, emprendedor, decidido, seguro que a partir de ahora seguirá atreviéndose.
Lo que nadie puede dudar es que va a seguir callejeando por el barrio del pop, ya que esa era su raíz cuando el Álex adolescente se dejó embrujar por aquel universo que él, con el tiempo, ha hecho suyo. Ese pilar poderoso, situado evidentemente en la música, estética y encanto de los años sesenta, es donde siempre ha encontrado la solidez y convencimiento para superar cuantos días grises se presentaran. Pero eso no quiere decir que siempre haya estado anclado y radicado allí, sino que ese ha sido el pilar sobre el que se cimenta su potencia artística, suya exclusivamente, esa que ha producido abundantes frutos (una veintena de elepés, innumerables singles y epés y un sinfín de conciertos), sintiéndose siempre cómodo en muy diversos terrenos (estilo mod, alma ‘beatle’, sonido pop, soul, ‘new wave’, power-pop) y consiguiendo que el público más exigente se identificara con sus jugosas melodías y sus letras intencionadas (hablaran de chicas o de motivos menos trascendentes). Sin cambiar o mover sus raíces Álex ha sabido dar el siguiente paso (y el siguiente y el siguiente) hasta obtener ramas y hojas totalmente propias. Es decir, en el terreno artístico también ha sido Álex un hombre de gran honestidad, alguien de quien se puede esperar una muy alta fidelidad. Y este mérito, este intangible también atrae.
Y además de integridad, este Cooper ha aprovechado muy bien a lo largo de su extensa trayectoria artística otros valores imprescindibles en un negocio como este, en el que constantemente se busca un sorprendente sonido: el esfuerzo, la tenacidad, la ilusión, el inconformismo…, y claro, el talento, pues hay que tener mucho de esto y saber trabajarlo para conseguir lo que Alejandro ha conseguido: ser ya una figura de referencia en la historia del pop español.
El conductor de tantas empresas dice que es el momento de pasar al asiento de atrás, humildemente, elegantemente: «Podría seguir pero el mundo no necesita otro disco mío»; esta es la forma de pensar de un músico que nunca ha dejado de ser un fan. En todo caso el mundo siempre necesitará de la era pop, y ahí Alejandro Díez Garín ha sido y seguirá siendo imprescindible.
Si un tío legal y artista consecuente dice que se va es que se va. Eso sí, como sea, con o sin, tal vez un día piense: quiero regresar. En cualquier caso, tipos como Alejandro son necesarios en este mundo de la música. En realidad en cualquier contexto.
Cooper dice adiós: Un tío legal
Por Carlos del Riego
09/11/2019
Actualizado a
09/11/2019
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