Creer en la poesía que ensancha el mundo

Margarita Merino continúa siendo una gran desconocida, hecho en el que tal vez influya su voluntario alejamiento de los círculos literarios y su partida a EEUU donde sigue viviendo

Mercedes G. Rojo
20/04/2021
 Actualizado a 20/04/2021
Margarita Merino con una amiga en EEUU, donde reside desde hace años.
Margarita Merino con una amiga en EEUU, donde reside desde hace años.
«… cuando voy a cumplir treinta y tres años.
Desnuda en una playa perdida me rebelo,
tirito penetrada por los gélidos dedos del tiempo,
sigilosa la muerte me observa cercana.
Una niña me mira llorar asustada…»
(De ‘Song for Peter’, Baladas del abismo)

Su nombre suena en León a literatura, y es que viene de familia de escritores, desde su hermano José María Merino, una de las más destacadas firmas de nuestro actual panorama narrativo, hasta su sobrina Ana Merino, que navega imparable compartiendo poética y narrativa. Hablamos de Margarita Merino (León, 1952), cuya voz incluyen los expertos –tanto por la época tardía en la que comenzó a publicar como por estética– en la llamada «generación de los 80» o «postnovísimos» , con una poesía que reafirma la necesidad de la autenticidad, la emoción, el entronque con la realidad cotidiana y la capacidad de comunicación con el lector. A pesar de conseguir en 1985 el Premio Antonio González de Lama por ‘Viaje al interior’, poemario publicado al año siguiente y reeditado en 1998; a pesar de los siguientes publicados después de este (el último, ‘Viaje al exterior’, en 2016); a pesar de las palabras que le dedicara el entonces respetado crítico literario Ricardo Gullón considerándola en aquel momento «un fenómeno sobre el que hay que llamar la atención del país», sigue siendo una gran desconocida, hecho en el que tal vez influya su voluntario alejamiento de los círculos literarios, en los que todo se maquina, y su partida a EEUU, donde sigue viviendo y es ampliamente reconocida en numerosas universidades a través de su poesía y de sus conferencias y ensayos.

Margarita Merino presenta un amplio perfil, habiendo ejercido como profesora, periodista, diseñadora gráfica (recordémosla como la creadora de ‘El mirador de Perejila’, personaje infantil de aquella para algunos recordada revista Ardilla, publicada desde Caja España para los más pequeños), pintora, ensayista… Literariamente, aunque podemos encontrarla navegando cómodamente por el relato (se me ocurre, por ejemplo, ‘De los cuadernos de Tina’, del libro coral Narraciones de maestros, coordinado por Isabel Cantón Mayo), verdaderamente el camino más ancho por el que transita es el poético. Incluida entre las voces recogidas por José M ª Ballcells en ‘Ilimitada voz. Antología de Poetas Españolas 1940-2002’, donde se recoge una brevísima muestra de algunos de sus poemas llenos de la fuerza y la pasión que la caracterizan, o en la ‘Antología de poesía española (1975-1995)’, publicada en Ed. Castalia por José Enrique Martínez, en una estupenda entrevista que le realiza José Antonio Martínez Reñones para su libro ‘Los nombres del León. Conversaciones con Leoneses Imprescindibles’ (que les recomiendo fehacientemente) comienza hablándonos de lo mucho que la poesía tiene que ver con lo que ella escribe, y se define: «…no diferencio la persona de la obra. Exijo mucho a los artistas y a las personas. Y amo la literatura violentamente. Amo la gran literatura. Tengo que cuidarla». M. Merino cree en esa gran poesía que «ensancha el mundo», que «formando parte del río de la gran filosofía» «se hace las grandes preguntas sin respuesta que la humanidad se lleva planteando desde los orígenes», despojándose de todo, dándolo todo, alejándose de la superficie, hasta a veces encontrar dichas respuestas. Y en este sentido no deja de ser crítica con una tierra de la que ha confesado alguna vez «me planteo seriamente si no seremos plaga los poetas y escritores de ficción (mientras) hacen falta lectores eclécticos y ensayistas que se formen con rigor y sin prisas», de una tierra de la que se cantan algunas cosas y se acallan muchas otras; y también con algunos grandes nombres de la Poesía que, a lo largo de los tiempos (no tan lejanos por cierto) anteponen al verdadero talento, sus propias ruindades, su afán de protagonismo y querer estar siempre por encima de los demás.

Se podrían llenar muchas páginas con el pensamiento y el sentir de Margarita Merino acerca de la poesía y de quienes la escriben. Particularmente reconoce que a ella, ésta, la ha ayudado a sobrevivir, a descubrir muchos aspectos de sí misma y de lo que le rodea. Es tanto lo que comunica que se hace casi imposible reducirlo a unas pocas líneas. Lees, la lees, y siempre quieres más. Por ello voy a terminar con la invitación a dejarse sumergir en sus palabras, en sus opiniones y en sus versos. Podrán estar de acuerdo o rechazarla de plano pero, ineludiblemente acabarán en la reflexión, como la que nos deja en una entrevista publicada hace algún tiempo, un buen consejo para tiempos tan convulsos.

«No son tan importantes las ideologías, y sí el respeto a la diferencia y la coherencia en las posturas desde las que con integridad se pueda convivir».

Y unos versos:
«… Los pájaros, perdidos los dulces recelos
que les sujetaban tímidos, han conseguido
anidar en los armarios. No tienen rubor
ninguno en llenar mi ropa favorita
de pedazos de pan y de excrementos…»
(«Mi casa», de ‘Viaje al interior’.)
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