Ante el requerimiento de los reyes de León, Fernando I y Doña Sancha, el rey de la Taifa de Sevilla Al-Mutádid (1042-1069) “dejó salir los restos con mucho dolor y mucha pena», y prueba de ese sentimiento es que la urna que contiene las reliquias del santo está revestida por el manto del propio rey. Durante el traslado a León desde Sevilla, según el cronista Lucas de Tuy, se sucedieron una serie de acontecimientos milagrosos por los lugares por donde pasaron, en los que también se construyeron varias iglesias en honor a uno de los grandes sabios de la época visigótica en Hispania.
«Los Reyes sabían que la nobleza de un templo se medía por la calidad y cualidad de las reliquias que albergaba, de modo que, una vez decidieron que León iba a ser su lugar de residencia y la Colegiata de San Isidoro (sic) el de su enterramiento, determinaron que sería este santo singular, pedagogo de Europa y figura indiscutible en todo el mundo, quien reposaría junto a ellos para la historia». [Así lo ha descrito el abad de la Colegiata de San Isidoro, Ilmo. Sr. D. Francisco Rodríguez Llamazares, en una entrevista concedida a la Agencia Efe con motivo del comienzo de los actos para conmemorar los 950 años de la traslación de San Isidoro de Sevilla a León (2013). (25-12-2012)]
Una década después, entre los numerosos actos del 875 Aniversario de la fundación de la Muy Ilustre, Real e Imperial Cofradía del Milagroso Pendón de San Isidoro (1147/2023), se celebrará un Cabildo en la Iglesia parroquial de Nuestra Señora de Morones, en Villibañe (lunes 3 de julio). Y ¿cuál es la razón? Según tradición oral, que se transmite de padres a hijos desde tiempo inmemorial, las reliquias de San Isidoro se custodiaron ante el «altar mayor», donde hoy se veneran las imágenes de San Isidoro de Sevilla y de Fernando III (El Santo), el día antes de su llegada a León, el 21 de diciembre de 1063. Precisamente, de Sevilla partió la comitiva con las reliquias del “más sabio de los santos y el más santo de los sabios” siguiendo un itinerario admitido: la Ruta de la Plata, antigua calzada romana que unía Mérida Augusta con Asturica Augusta (Astorga).
En el camino de vuelta de la embajada fueron surgiendo iglesias dedicadas a San Isidoro, como en Miróbriga (llamada después Ciudad Rodrigo). Existen numerosas leyendas sobre este «milagroso viaje», muchas de las cuales aparecen en Los Milagros de San Isidoro, de Lucas de Tuy: «El cuerpo al llegar a Villaverde de Rioseco no se podía mover, como si pesara muchísimo, hasta que Fernando I se comprometió a levantar una iglesia en honor de San Isidoro»; «Al llegar a la ciudad de León el caballo que transportaba a San Isidoro se dirigió sin ayuda hasta la iglesia de San Juan Bautista (después basílica de San Isidoro)».
Estos son dos hechos de los muchos que narra Lucas de Tuy, pero en ninguno de ellos se cita dónde estaba el cuerpo del santo Isidoro y del obispo Alvito el día antes de hacer su entrada en la ciudad regia. Tampoco se describe el «milagroso viaje» en el Códex Calistinus, quizá porque en el manuscrito iluminado de mediados del siglo XII (1140-1181), que contiene el más antiguo texto del Liber Sancti Iacobi, solo se reseñan los relatos de la traslación del Apóstol (junto a sermones, himnos y milagros) y se omiten los del “camino isidoriano”; aunque ya se menciona a San Isidoro: «Luego, en la ciudad de León, se ha de visitar el venerable cuerpo de San Isidoro, obispo y confesor o doctor, quien estableció una piadosísima regla para los clérigos de su iglesia, infundió sus doctrinas al pueblo español y honró a toda la santa Iglesia con sus floridos escritos».
Por esa época, en 1147, el emperador Alfonso VII fundó en los escarpes de Baeza la Cofradía del Milagroso Pendón de San Isidoro (también conocido como Pendón de Baeza). Es una prueba más de la importancia que el santo GUIADOR adquirió en el reino de León, sustituyendo al Patrón Santiago como intercesor ante Dios de las huestes leonesas en los campos de batalla, donde luchaban en feroz contienda contra el Islam. Tal vez se deba a la relevancia que fue adquiriendo a su llegada a León: «Así el arca santa sería trasladada, ese inolvidable 21 de diciembre del año del Señor de 1063, en solemnísima procesión, encabezada por la familia real al completo y en la que participaban los obispos de Astorga (Ordoño), de León (Ximeno), de Iria Flavia (Cresconio), de Calahorra (Gomesano), de Lugo (Victorio), de Mondoñedo (Suavio) y de Palencia (Bernardo); también los abades de Silos (Santo Domingo), de Oña (Íñigo), de San Pedro de Eslonza ( García), de Cardeña (Sisibeto), de Ante Altares (Fagildo), de Samos (Brandinaldo), de Compostela (Froilán), además de ambos cleros (secular y regular), Condes de Palacio, Grandes Señores del Reino y un gentío innumerable todos ellos dando gracias y entonando himnos y alabanzas».
Villibañe es una pedanía perteneciente al municipio de Valdevimbre, situado en El Páramo con una población de 108 habitantes según el INE. El topónimo alude al poblador principal o propietario. Se trata de una forma popular de VILLA IOHANNIS, con –b- epentética o de rotura de hiato, forma en todo equivalente a la que ha producido los apellidos Peribáñez o el frecuente topónimo Santibáñez. Documentado en 1365 sin cambios significativos. Las gentes del pueblo, que se interesan por sus tradiciones, nos relatan en este artículo los sucesos que presumiblemente ocurrieron aquel año.
-¿Por qué razón fue elegida esta localidad leonesa (y tú Belén, de la tierra de Judá, no eres la más pequeña entre los príncipes de Judá; porque de ti saldrá un GUIADOR, que apacentará a mi pueblo Israel) para el descanso de las reliquias de San Isidoro?
-La víspera de su llegada a León se presenta una gran nevada y las inclemencias del tiempo obligan a que la comitiva pida cobijo en la iglesia parroquial de Nuestra Señora de Morones. Por cierto, su nombre proviene de dos posibles sucesos: uno, a que a los vecinos de Villibañe se les apareció la Virgen María entre un zarzal lleno de moras…, o también a que una turba de moros, al tratar de ocupar la población, huyeron despavoridos cuando la Madre de Dios se les apareció.
-¿Hay una relación directa entre tener una pendoneta negra y haber cobijado las reliquias?
-En Villibañe quedan restos de pendonetas negras y es porque había una Cofradía de Ánimas. Lo atestigua una lápida en la capilla lateral, cuya fundación es del siglo XVII en adelante.
-¿Entonces, cuál puede ser la razón que justifique la presencia de San Isidoro?
-La tradición oral, transmitida de generación en generación, nos dice que las reliquias de San Isidoro «durmieron» en la iglesia parroquial de Villibañe (sita en una elevación del terreno, construida con mampostería y ladrillo, la actual fue consolidada en el siglo XVII, ofreciendo estilo mudéjar en algunas de sus zonas) Una de las razones se debe a que después de este suceso se instituyó la Festividad de San Isidoro. Hay otro pueblo, Valdefuentes (cerca de Balderas) que también lo celebra en sábado o domingo, 13/14 días después de Pascua (es tradición decir 15 días después de Pascua).
-¿Por qué esta fecha?
-El 4 de abril era la Festividad de San Isidoro, hasta que (en las reformas posconciliares del Concilio Vaticano II, vigésimo primer concilio ecuménico de la Iglesia católica que fue convocado por el papa Juan XXIII, quien lo anunció el 25 de enero de 1959) se pasó al 26 de abril (como Santoral). En Villibañe se mantuvo la fecha, pero, al coincidir en ocasiones con la Semana Santa, se pasó a «quince días después de la Pascua».
-¿Son estas todas las razones que nos hacen creer en la presencia de San Isidoro en Villibañe?
-Hay otra razón más que, por imposible de demostrar, no es menos importante. Se sabe que existió una reliquia de San Isidoro (en un relicario de plata) hasta los años 50 del siglo XX. Desconocemos si era un hueso o una tela, en agradecimiento por haberlo acogido, pero desapareció misteriosamente. También desaparecieron las dos imágenes de San Isidoro talladas en madera que se veneraban desde tiempo inmemorial. La de ahora es de pasta de madera y se fabrica en serie.
Si estas son las razones que esgrimen los habitantes de Villibañe, para demostrar la presencia de las reliquias de San Isidoro, otras tres han sido las razones por las cuales la Cofradía del Milagroso Pendón de San Isidoro ha “peregrinado” desde su sede en la Basílica homónima, con el beneplácito del abad de San Isidoro, el Ilmo. Sr. D. Francisco Rodríguez Llamazares. La primera es honrar a los Reyes de León allá donde reposen sus restos, a la espera del Día del Juicio Final, ya sea en Santiago de Compostela (Fernando II y Alfonso IX), en Sahagún (Alfonso VI), en Toledo (Alfonso VII), en Viseo y Coímbra (Alfonso V) o en Sevilla (Fernando III, El Santo); así como a los reyes asturleoneses predecesores de la dinastía leonesa (Oviedo y Covadonga). La segunda, visitar los lugares donde el “Milagroso Pendón” tuvo sus mayores gestas; la primera en Baeza (el lugar de su fundación) y luego Antequera (donde asistió a la toma de la alcazaba musulmana), a la espera de nuevas localizaciones. Y la tercera, la de venerar a los santos leoneses (como Santo Martino o Santa Teresa de Portugal, en el Monasterio de Lorvão).
Todos estos viajes históricos se realizaron bajo el mandato del abad emérito de la CPSI, D. Hermenegildo López, y, ahora, con el nuevo abad Gonzalo F. González-Cayón, una cuarta razón lleva a la Cofradía del Milagroso Pendón a ampliar los desplazamientos hasta aquellos lugares por donde, según la ancestral tradición oral, pasaron las reliquias de San Isidoro. En este contexto se celebró, el 3 de julio del vigente, el Cabildo de la CPSI en la Iglesia parroquial de Nuestra Señora de Morones, lugar donde un gélido 20 de diciembre de 1063, los vecinos de la localidad, asombrados e intrigados, pero también emocionados, recibieron a la comitiva regia que custodiaba aquel valioso tesoro.
Y, 875 años después, los moradores de Villibañe volvieron a recibir una visita histórica, la del Cabildo de la Muy Ilustre, Real e Imperial Cofradía del Milagroso Pendón de San Isidoro de León, que, formando parte de la «familia isidoriana» y siendo heredera directa de la «nobleza de sangre» leonesa que custodió la histórica enseña (con honores de Capitán General de los Ejércitos de España) hasta finales del siglo XIX, ahora está formada por la nobleza de pluma (del conocimiento) y por oficiales del glorioso Ejército español. Sin duda, otra efeméride, la del 3 de julio de 2023, que quedará grabada a perpetuidad en el recuerdo de sus habitantes.
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