Cuarentena Cultural (X)

Los colaboradores de La Nueva Crónica ofrecen una serie de propuestas para cultivar el espíritu durante el tiempo que dure el confinamiento / Guillermo Garabito, Marta Redondo y Javier Callado

L.N.C.
01/04/2020
 Actualizado a 17/04/2020
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La recomendación de Guillermo Garabito


Película: 'La gran belleza'. Instrucciones para pasear
Cuando vuelvan las tardes de paseo, me iré contigo a darle vueltas a León. Seremos flâneurs sin hora, paseando por San Isidoro como la primera vez. Pasearemos mucho, todo lo que ahora vivimos a través de una ventana. Desde la ventana, León visto así, podría ser una película de Sorrentino. Pocos directores de cine conozco que paseen mejor que Sorrentino. Él, como nadie, ha entendido en qué consiste pasear con la mirada. Los días azules tiene dos grandes artistas, Sorolla y Sorrentino. Ellos dos han comprendido todas las posibilidades y la belleza que caben en un cielo azul.

Paolo Sorrentino es el psicólogo de Roma. Si Sorrentino hubiera sido pintor, sería el pintor de cámara de la burguesía en Italia. ¡Qué lejos nos cae ahora Roma! Qué lejos todo en medio de esta crisis mundial que nos ha devuelto la verdadera sensación de la distancia, cada kilómetro es más largo ahora. Pero entre el dolor y la incertidumbre y la vida quedan formas de capearlas, aunque sea solamente un rato en estos días de aislamiento. Y si la película es buena, mejor que sea larga. A las películas buenas, precisamente porque son escasas, deberíamos pedirles lo mismo que Kavafis a los viajes: «pide que el camino sea largo». Por eso, creo, vuelvo a ella con desmedida frecuencia. Una oda de esa gente que lo tiene todo, pero que ha de aprender a vivir consigo misma. Como nosotros en estas circunstancias, sólo que ellos lo hacen en elegantes casas y con Negroni, y así todo pasa mejor.‘La Gran Belleza’ es una terraza con vistas al Coliseo en estos días de ventanas que dan a la realidad de diario de muertos y estadísticas que se han convertido en un paredón de fusilamiento para los ancianos. ‘La gran belleza’ de Sorrentino es un irse por los tejados, por los ‘palazzi’, por los rincones recónditos de Roma. Es un volver a un dandismo, el de Jep Gambardella, su protagonista, que se nos está olvidando al no salir de casa y del pijama. El cine es un pulmón para escapar de esta «situación dinámica», que dicen los ministros cuando lo que de verdad quieren decir es que no tienen ni puta idea de lo que se les viene encima todavía. Yo vuelvo a las películas que me inspiraron y ‘La gran belleza’ me deslumbró como pocas otras antes. Quizá porque es la historia de un escritor con talento desperdiciado con mejor banda sonora que conozco. Hágase un favor en estos días de convento sin maitines, vea ‘La grande bellezza’ de Paolo Sorrentino. Escápese, deje atrás un rato la cuarentena y la realidad gracias a su impecable fotografía –Oscar a mejor película extranjera–. Por ella se pasea como si fuésemos romanos. Usted pasee por Roma, porque pasear es una facultad del alma. La recomendación de Marta RedondoLibro: 'El diario de Ana Frank'
La escribía la pequeña de catorce años en su célebre diario en medio de aquel injusto encierro en un  piso franco situado en un barrio de Amsterdam.

La niña apreciaba los rayos de sol que se filtraban a través de los exiguos cristales de las ventanas, paladeaba  los paisajes literarios que se desgranaban a través de los muchos libros que le traían,  disfrutaba de los sabores de los alimentos que un grupo de valientes temerarios les llevaban jugándose la vida. El peligro a ser descubierto por la gente que trabajaba en el piso de abajo les obligaba a total quietud durante el día. Cualquier paso en falso en aquellos suelos de madera les delataría de inmediato. Disfrutaba de los breves instantes de felicidad que Dios , aún en cautividad le regalaba cada día. Y nos dejó ese testamento de vida tamizado a través de sus inocentes ojos de niña.

La recomendación de Javier Callado


Libro: ‘La riqueza y la pobreza de las naciones’
La lectura de ‘La Riqueza y la Pobreza de las Naciones: por qué algunas son tan ricas y otras tan pobres’ es un placer. David S. Landes es un pozo de erudición, lo demuestra y lo hace al estilo anglosajón. De ello resulta una lectura interesante, amena, ilustrativa, que abre los ojos en muchos aspectos –aunque se pueda disentir en algunos–, expuesta como un relato ágil. Landes convierte la obra en una historia que llena la aventura del lector de encuentros felices, donde la incógnita se resuelve por fin. Nos habla del clima como impulso del desarrollo histórico de los pueblos y de su acumulación de riqueza, del hierro como constructor de la feraz campiña centroeuropea tras una tala progresiva, pero imparable, del papel de Asia, del ascenso del mundo anglosajón…

Si de algo peca Landes es de la despreocupada parcialidad propia de lo anglosajón, que tiende a ver más las virtudes de lo propio que las de los demás. Se le perdona por la circunstancia histórica en que ha vivido, en la que lo anglosajón goza de un indudable predominio.

Los académicos anglosajones, tan criticados por la escuela académica francesa y sus satélites, como la española, huyen de escribir tostones. Exprimen el conocimiento para transmitirlo con claridad, ávidos de discusión y de nuevos hallazgos tras la misma. Esa es una de las causas de la superioridad tecnológica anglosajona, ya que sus instituciones académicas no pueden ser adelantados por la derecha. Lo escuchan todo, lo debaten todo, lo aprenden todo, lo aprovechan todo. No como le sucede a la escuela académica francesa (y por ende a la española), que poco a poco descubre cómo en muchas materias los mejores especialistas ya no están en sus universidades.

Landes nos ayuda a pensar: nos da elementos de juicio y un amplio conocimiento de historia, geografía y psicología colectiva. Y lo hace tan fácil… que no escatima dejar abierto el camino a la crítica, a formar tu propio criterio. Una gozada que no debes perderte.




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