La recomendación de Epigmenio Rodríguez
Películas: 'Plácido', 'La balada de Buster Scruggs'...
Dos películas, una española y otra americana, un clásico y una actual: ‘Plácido’, de Luis García Berlanga (1961). El lema de la campaña franquista «siente un pobre a su mesa por Navidad» es la idea seminal a partir de la cual el genial director valenciano construye este relato descomunal de la España más gris y miserable del siglo XX. El reparto incluye a algunos grandes del cine español, como Cassen, José Luis López Vázquez o Manuel Alexandre. La película, que estuvo nominada al Óscar, debería ser de visión obligatoria para las generaciones que no conocieron aquel tiempo. Y para las que sí, con frecuencia tan dadas a la desmemoria.
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Un disco: ‘Canciones profanas’, de Alaska y Dinarama. Divertidísmo, bailable y continente del verdadero “Rey del Glam”. Pueden tirar también de J Balvin. Algunas canciones suyas son de premio.
La recomendación de José Álvarez Guerra
Música: Beethoven
Este año se cumple el 250 aniversario del nacimiento de Ludwig van Beethoven y no voy a descubrir nada sobre lo que supuso para la música: un renovador, por no decir revolucionario, y no solamente en lo musical sino también en lo comercial, pues él inicio la autocomercialización de sus músicas, a caballo de los entonces habituales mecenazgos y encargos.
Su influencia ha llegado hasta nuestros días mucho más allá de su propia y maravillosa música, fácilmente asumible por cualquiera, se tenga o no cultura musical. Y que conste: en este tema, me considero enteradillo y poco más.
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Amigo lector. Si las tienes mano (se han hecho montones de ediciones buenas, baratas e incluso regaladas con periódicos y revistas), ponte a ello. Si no, entra en Google, pon sinfonías de Beethoven y en YouTube tienes todas.
Para terminar. Escribía al principio sobre la influencia del compositor hasta hoy mismo, y no me refería a que «sus» músicas están en muchísimas películas, sino a que él, sin querer evidentemente, determinó el tamaño del CD, ese disquito que está ahora en nuestras vidas.
Cuando una vez resuelta la tecnología de fabricación se planteó la sustitución del «casette» por el CD, se discutió su tamaño.
Inicialmente, por aquello de aprovechar los estantes de casettes, tanto domésticos como en tiendas, se pensó en un diámetro igual al largo de la caja de la cinta. Se consultó a los expertos musicales y decidieron que debería tener la dimensión que permitiera incluir completa la 9º sinfonía de Ludwig van Beethoven.
Según cada director había una longitud y se eligió la que Wilhem Furtwängler, según muchos el mejor director de todos los tiempos, había fijado en el Festival de Bayreuth de 1951: 74 minutos.
Y ese es el estándar de los CD (al que luego se le añadieron unos minutos más con remiendos técnico).
Beethoven eterno.