Cuarentena Cultural (XIX)

Los colaboradores de La Nueva Crónica ofrecen una serie de propuestas para cultivar el espíritu durante el tiempo que dure el confinamiento / Bruno Marcos, Santiago Revuelta y Noemí Sabugal

L.N.C.
24/04/2020
 Actualizado a 24/04/2020
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La recomendación de Bruno Marcos


Película: 'El séptimo sello', de Ingmar Bergman
'El séptimo sello’ (1957), la mítica película de Ingmar Bergman, narra la historia de un caballero que regresa decepcionado de las cruzadas a su tierra que está asolada por la peste bubónica. Enseguida se le presenta la muerte, que hace tiempo le espera, y el caballero, que sabe por pinturas y canciones que la muerte juega al ajedrez, le propone una partida para salvarse. La muerte le contesta que sólo concede prórrogas.

Por el camino se suceden los diálogos con el escudero, un personaje realista que odia a los religiosos porque sorbieron el seso a su señor para perder diez años de sus vidas en unas guerras de fe absurdas. Marca con un cuchillo la cara del que engañó a su amo cuando lo encuentra reconvertido de hombre de dios a ladrón de cadáveres. «La cruzada fue tan estúpida —afirma—que sólo pudo haber sido pensada por un idealista».De vuelta al castillo se cruzan con un carromato de comediantes que viven dichosos con un niño de apenas un año, ajenos al pánico que cunde en la población. La iglesia aparece explotando el miedo. Es muy significativa la secuencia en la que los humildes comediantes son interrumpidos en la plaza de un pueblo mientras representan una alegre pieza teatral por la procesión religiosa con cristos sufrientes, tullidos, figuras que se flagelan, mendigos y apestados que se lamentan, gritan y lloran. «Charlatanería apocalíptica» llama el escudero a las soflamas que un predicador lanza, minutos después, culpando de la epidemia a las pobres gentes reunidas allí, a quienes promete una segura muerte horrorosa y las llamas del infierno.Cruzando el bosque que les conducirá al castillo de regreso asisten a la ejecución de una bruja quemada viva en la hoguera en cuyos ojos el caballero quiere hallar al demonio para preguntarle algunas cosas sobre dios sin que este comparezca. Finalmente la pálida y enlutada muerte gana la partida de ajedrez no sin antes escapar los adorables comediantes en su carromato. Ya en el castillo el caballero implora a dios mientras que el escudero saluda a la nada. La pareja de comediantes con su niño hacen un alto en su fuga y contemplan en el horizonte las siluetas de sus amigos enlazadas de la mano en macabra danza con la muerte a la cabeza y un músico que va tocando su instrumento de espaldas a la cola. No cabe duda de que esta obra es deudora de un siglo XX existencialista en el cual se había decretado el final de las esperanzas metafísicas, un mundo sin dios. La película no trata de la Edad Media, ni de la epidemia o la peste sino de vivir con miedo. En estos momentos en los que otro tipo de moralistas y oportunistas quieren sacar partido al dolor y al miedo introduciendo nuevas supersticiones sobre castigos de la naturaleza o consecuencias de nuestra mala forma de vida hay que ver esta pieza histórica para volver a ser razonables. Sólo la familia de los comediantes escapa a la tragedia y es por su inocente amor feliz a la vida.La recomendación de Santiago RevueltaPelícula: 'El número de Dios', de José Luis CorralSi el pasado miércoles sugería la lectura o relectura de la novela de Ken Follett, ‘Los pilares de Tierra’, este viernes, no puedo por menos dejar escapar la oportunidad de elogiar y recomendar de todo corazón hacer lo mismo con ‘El número de Dios’ del darocense José Luis Corral. Como decía en mi pasada sugerencia cultural sobre la novela ‘Los pilares de la Tierra’, en ‘El múmero de Dios’ el principal foco de atención es el mismo en ambas novelas: la construcción de catedrales. Pero en esta ocasión, son las de Burgos y León. Y aprovecho el momento para rendir mi más sincero y elogioso tributo a nuestra «Pulchra Leonina».

La trama de ‘El número de Dios’ se sucede en el siglo XIII. El maestro de obras de las catedrales es Enrique de Rouen, quien sigue las proporciones del «número de Dios», una secreta fórmula geométrica armónica y perfecta que permite construir las nuevas catedrales de la luz.

El amor entre el arquitecto Enrique de Rouen y la pintora Teresa Rendol, nos van a recordar de nuevo el romance tortuoso que nos presentaba Ken Follett en su novela ‘Los pilares de la Tierra’, entre Jackes Jakson y Aliena de Shiring.

José Luis Corral, doctor en Historia por la Universidad de Zaragoza, tiene también ese toque mágico y ameno de algunos grandes escritores, que al igual que Ken Follett, saben atrapar la atención lectora desde el principio, tarea nada fácil cuando alguien quiere disfrutar enseguida de la lectura.


La recomendación de Noemí Sabugal


Película: 'Retrato de una mujer en llamas'
En ‘Retrato de una mujer en llamas’ cada fotograma parece pintado: la luz de una hoguera temblando sobre unos labios apretados, el aire transparente del mar. Hacía mucho que no veía una película tan sutil y hermosa. Ésta es una de esas historias pequeñas que son las que mejor hablan de lo grande: del amor, en este caso.

Marianne es pintora y debe hacer el retrato de Héloïse, pero sin que ella lo sepa. El motivo es que ese retrato está destinado a su futuro marido, un milanés al que ni siquiera conoce y con el que no quiere casarse. Por eso Marianne, contratada por la madre de Héloïse, debe fingir que ha llegado a la casa para acompañarla en sus paseos. Cada día, una silenciosa Héloïse pasea por la costa mientras Marianne va tomando notas mentales para dibujarla después a carboncillo en su cuaderno: la forma de las orejas de Héloïse, el color de su pelo, cómo cruza las manos, sus ojos, su boca. En esta película, los silencios son tan importantes como la luz o su ausencia.

Cuando llegan el deseo y el amor, el trabajo de las actrices protagonistas, Noèmie Merlant y Adèle Haenel, crea una intimidad tan verdadera que da pudor mirar. Todo sucede en un universo minúsculo, dos escenarios apenas: la gran casa y la playa. La directora, Céline Sciamma, sabe que el amor de las dos mujeres requiere de ese pequeño espacio para crearse, no sería posible en ningún otro. La ausencia de la madre, durante unos días, dará a las amantes el tiempo que necesitan, nunca suficiente.

Sciamma ha tratado en sus películas la identidad sexual y de género y es una apasionada activista contra la homofobia. En ‘Retrato de una mujer en llamas’ demuestra que la fuerza de lo verdadero no necesita discursos. Los temas se van atravesando en la historia en toda su crudeza: el aborto, el suicidio de las mujeres sin alternativas, la falta de libertad. Así Marianne debe firmar sus cuadros con el nombre de su padre, también pintor, si quiere participar en las exposiciones importantes, y se queja de que la prohibición a las mujeres de pintar desnudos masculinos las excluye de los grandes temas. Al menos Marianne tiene un oficio, puede elegir, le dice Héloïse, mientras que ella debe casarse con un hombre al que ni siquiera conoce porque tiene que cumplir el destino que su hermana evitó tirándose por el acantilado. Es la vida de las mujeres intercambiables, las sinvoz.


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