Cultura tradicional, proyectos nuevos

Creación tierra adentro para el territorio no urbano

Marina Sánchez
01/08/2023
 Actualizado a 01/08/2023
Coro Ángel Barja en Monasterio San Pedro de Eslonza.
Coro Ángel Barja en Monasterio San Pedro de Eslonza.

Land Art era la máxima aproximación que el mundo de la creación cultural tenía respecto a las áreas rurales. El campo, la montaña, el pueblo, como toda la vida se llamó al territorio no urbano, no tenía ‘arte’, éste estaba siempre en las ciudades, y cuanto más grandes, más y mejor. Eso sí, las artesanías estaban bien vistas porque eran tradicionales, no hacían dudar, como piezas inofensivas sin atisbo de contemporaneidad. La enorme raíz que las vinculaba a la tierra no conseguía salir de un discurso estrecho, escaso, que no conseguía trascender las fronteras y la fina línea de la intelectualidad. 


Fue perdiéndose así la tradición, material e inmaterial, a favor de productos enlatados listos para consumir, uno tras otro, y tirar a la basura los restos. Lo poco útil se despreciaba por incómodo, lento o por carecer del brillo del acabado industrial. Hasta que los acontecimientos fueron haciéndonos recordar el valor de lo intangible dentro de esos objetos o actos, el alma que transportan en sí mismos, la verdadera naturaleza de su fondo cultural. Ellos nos representaban porque compartíamos ADN.


Pero en los últimos tiempos soplan aires nuevos, se percibe un esfuerzo solidario por hacer visibles zonas despreciadas por pobres, se revaloriza el escenario natural como base de las más vanguardistas actividades, muy vinculadas a la ecología y al hábitat. Jóvenes de toda Europa participan de programas y proyectos de desarrollo cultural programados y subvencionados por la Comisión Europea a través de las oficinas de Europa Creativa Cultura, que siente una enorme responsabilidad en la recuperación y puesta en valor de saberes y patrimonio inmaterial en riesgo de extinción.


El Viejo Continente alberga ancestrales rituales, festividades, leyendas, saberes, canciones, imaginarios o formas de comunicación de gran riqueza y variados léxicos, que se han olvidado de manera progresiva. Si en riesgo está el patrimonio de piedra, aún lo está más el inmaterial, puesto que a medida que desaparecen las generaciones superiores se pierde para siempre la forma y manera de ver la vida a través de sus dichos o formas de hacer y estar.

 

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Secuencias Sonoras de Fundación Cerezales del Condado.

De este modo, el mundo de la creación, como no podía ser de otra manera, elabora un discurso nuevo de clara inspiración rural, reconectando con la naturaleza. Las formas de elaborar cambian, el estudio del artista es el territorio en su totalidad, incluyendo el paisaje humano, que se vuelve participativo de todo el proceso. Aparece una nueva figura en escena, el mediador/a, que pone en contexto las necesidades y realidades de la zona y lo traslada a un/a artista. Se realizará a partir de entonces una relectura del entorno, de su paisaje cultural, y se creará una obra a lo largo de un proceso en el que participarán tod@s. 


El cambio de paradigma deja estupefactos a muchos, inimaginable para otros, acostumbrados a ser fieles siervos de la hegemonía tradicional a la que estábamos acostumbrados: el artista crea, el curador dispone, el crítico analiza, la galería divulga, el coleccionista adquiere y el público admira en silencio la obra. La democratización artística ofrece ahora nuevas herramientas a las necesidades y deseos de la comunidad, empoderando los colectivos artísticos y culturales y a quienes trabajan en ellos. 

 

La Comisión Europea está detrás de la novedosa inspiración, proponiendo gran número de acciones de formación y refuerzo de la actividad, a través de proyectos de creación, conexión y aprendizaje dentro y fuera de las fronteras. Los Foros españoles ‘Cultura&Ruralidades’ del Ministerio de Cultura y Deporte, que ahondan en la nueva creación artística, llevan ya seis ediciones, con la internacional realizada recientemente en Cuenca. El programa Culture Moves Europe ayuda a jóvenes en residencias artísticas de 40 países de la Unión, en sectores como la arquitectura, el patrimonio cultural, el diseño, la literatura, traducción, performances, artes visuales o música. Como telón de fondo está siempre la vuelta a las zonas no urbanas, atenazadas por la despoblación, cuya autoestima se había visto convertida en una nube de polvo arrastrada por el viento.

 

La nueva creación contemporánea pone sus ojos en la calidad y cantidad de inspiraciones y saberes de los pueblos, en las actividades de supervivencia de las poblaciones rurales, en los objetos artesanales necesarios para la vida o en la forma de celebrar de tantas generaciones. Programas como el ‘SPARSE Plus’ (Supporting&Promoting Arts in Rural Settlements of Europe) se sirven de voluntarios-activistas como promotores de shows. El ‘European Rural Touring’, siguiendo el modelo italiano, dispone de guías de distintos países, al igual que el ciclo de cine europeo ‘Europa y ruralidades’ presenta imágenes contemporáneas. 

 

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‘Colectivo LaBranza’ durante una de sus actuaciones.

Los mediadores se sumergen en la cotidianidad de las pequeñas poblaciones y acercan a los vecinos la idea de su propio protagonismo nacido del mayor hecho elevador del espíritu: la cultura. Serán ellos los cocreadores de las nuevas narrativas emparentadas con las tradicionales, a modo de fusión gastronómica, y sus consecuentes imágenes, sonidos, actos. Se traslada así el epicentro de creación artística a las áreas más desfavorecidas y olvidadas de las sociedades de la poderosa Europa, recentrando la capitalidad en los deseos compartidos de gente sencilla, en sitios sencillos, haciendo cosas sencillas. El estudio de los impactos presentados en el congreso de 2023 en Cuenca revelan la importancia del capital relacional, de trabajar en red con conectividad también virtual, de las asociaciones, pero la iniciativa del factor humano gana por goleada, siendo las mujeres y los jóvenes, junto a las personas de mayor formación, los que más alto puntúan las acciones culturales en territorios no urbanos.


En León la diversidad es la tónica al ser un gran mosaico pletórico de sabidurías; las zonas montañosas mantienen un ecosistema muy diferente al de las zonas de ribera o las llanuras. Cada comarca se abastece de rituales propios compartidos con sus zonas más cercanas que aportan la identidad e idiosincrasia inspiradora de acciones culturales contemporáneas. Así, la Fundación Cerezales, como si de un monasterio contemporáneo se tratara, da vida a la ribera del Curueño y más allá con la programación de eventos de eco y etnoeducación, sonidos o proyectos expositivos muy relacionados con entornos de pequeñas poblaciones.


El término rural llegaba a tener connotaciones negativas para las comunidades urbanitas desde el momento en que se circunscribe a una actividad agrícola, entendiéndola además como residual o menor. Este gran error histórico excluye además a las poblaciones ganaderas de alta montaña o silvicultura. Se daba por hecho el retraso en modernidad, el aislamiento cultural o la parálisis creativa. Nada que ver con la nueva realidad derivada del esfuerzo de creación artística, apoyada desde las más altas esferas y codirigida por expertos. Las publicaciones editadas por organismos competentes del Ministerio de Cultura (‘Pensar y hacer en el medio rural’), el impulso europeo y la implicación de las poblaciones ha dado pie a un nueva forma de entender el sentido y el mensaje. Hoy miles de ciudadanos colaboran en infinidad de proyectos culturales por todo el continente, conviven con los mediadores y con los artistas y aportan su granito de arena al hecho cultural. Se ha pasado de ser meros espectadores de la obra a protagonistas del proceso, a inspiración permanente y conocedores de la cultura, superando las barreras de la autoestima, tan necesaria para el sentimiento de pertenencia y cohesión en áreas de baja densidad poblacional. 


Si a esto le sumamos los grandiosos escenarios naturales desde donde transmitir el hecho artístico, o al monumental patrimonio histórico disponible en nuestro territorio, lo que obtenemos es un potencial creativo de primer orden, con muchas cosa que contar y de una manera muy bella. La presidencia ha cambiado de lugar, creándose flujos de espectadores de la ciudad hacia el campo, ávidos de experiencias naturales, sensoriales e intelectuales todo en uno. Abiertas están las taquillas de la nueva ruralidad, lugar de encuentro e inspiración de creadores y paradigma de modernidad sostenible, ecológica y de soberanía cultural.


Marina Sánchez es la delegada en León de la asociación Hispania Nostra

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