"Les daban las peores tierras de los grandes terratenientes"

'Pueblos de colonización' es la exposición que acoge la Fundación Cerezales sobre los 300 pueblos españoles creados con los colonos expulsados de su tierra al construir un pantano

14/10/2024
 Actualizado a 14/10/2024
El acto de inauguración se abrió con un pequeño documental sobre el único pueblo leonés presente en la exposición, Oliegos.
El acto de inauguración se abrió con un pequeño documental sobre el único pueblo leonés presente en la exposición, Oliegos.

Lo primero que llama la atención al recorrer la exposición ‘Pueblos de colonizacion’ que puede visitarse en la Fundación Cerezales Antonino y Cinia es un mapa de España en el que aparecen las localidades que responden al epígrafe de la muestra, pueblos de colonización; es decir, aquellos a los que fueron a vivir gentes que habían sido expulsados de los suyos al construir un pantano y anegarlos:300 pueblos, levantados entre los años 1939 y 1971, a través de un organismo creado por el Régimen franquista: El Instituto Nacional de Colonización (INC).

La muestra citada no aborda la realidad de estos 300 pueblos sino que se detiene en los que los comisarios de la misma han visitado a lo largo de ocho años, 45 pueblos, entre los que tan solo hay un leonés:Oliegos, el pueblo cepedano de Quintana del Castillo, cuyos vecinos fueron en su inmensa mayoría al enclave vallisoletano de Foncastín; que no se le podía llamar pueblo porque realmente no lo era, era tan solo las casas de los trabajadores y las caballerizas «minimamente adaptadas» de las tierras del Marqués de la Conquista, y que ofrece una pista de uno de los pocos denominadores comunes de cada una de las situaciones, de cada pueblo: «En su gran mayoría les daban las peores tierras de los grandes terratenientes de la época», reconocían los comisarios, los arquitectos Ana Amado y Andrés Patiño. En definitiva, un pelotazo en toda regla.

A la inauguración de ‘Pueblos de colonización’ acudieron los comisarios, un buen número de colonos y familiares de alguno de los arquitectos que proyectaron estos pueblos. Se estableció —moderado por Alfredo Puente, de la Fundación Cerezales—un interesante debate en que se pusieron de manifiesto tanto las características de la muestra como las realidades vividas por los colonos expulsados de su tierra, aunque no todos de la misma manera;y algunas curiosidades llamativas, que quizás contrastan con ideas preconcebidas, como el hecho de que en estos pueblos trabajaron arquitectos de reconocido prestigio y también algunos de las vanguardias, de los que se podría decir que trajeron la modernidad artística, y pictórica, a España.

Explicó Alfredo Puente que el origen de la exposición está en otra producida por el Museo ICO de Madrid, donde estuvo con anterioridad. «La muestra estaba más centrada en una mirada arquitectónica, ya que sus comisarios son arquitectos, y nosotros hemos querido aportar nuevas piezas con una mirada tal vez más humana, menos dulcificada que la arquitectónica, con aportaciones de investigadores como Manuel Cartagena o Pablo Rabasco, que aportan materiales que introducen la tensión entre el triunfante Nuevo Estado».

En este aspecto, estaba presente en la sala el hijo de uno de aquellos jóvenes arquitectos que diseñaron algunos de estos pueblos, José Luis Fernández del Amo, que participó en la creación de estos nuevos pueblos junto a otros nombres con el tiempo incuestionables de la arquitectura española: Alejandro de la Sota, José Antonio Corrales, Antonio Fernández Alba, Fernando de Terán o Carlos Arniches. Fernández del Amo explicó que su padre era «funcionario y le encargaron alguno de estos proyectos, se volcó con ellos y son un ejemplo de gran arquitectura, sin duda. Tres de los pueblos proyectados por mi padre son en la actualidad Bien de Interés Cultura y hay un cuarto, Viviana, que se ha negado a serlo».

Estos jóvenes arquitectos fueron los que llevaron a grandes artistas jóvenes, de vanguardia, a trabajar en los pueblos de colonización, «en la mayoría de los casos en las iglesias».

Tampoco de este ejemplo de gran arquitectura participó el leonés de Oliegos, en Foncastín, un caso del que se habló casi siempre en la cara negativa de las formas de hacer de aquel éxodo. Así, «su salida de Oliegos, de hoy para mañana, fue traumática y prácticamente obligados pues no les daban otra opción», mientras que muchos de los colonos presentes reconocieron que «en nuestros casos fueron nuestras familias las que eligieron ir a esos pueblos de colonización que les ofrecían, o que cambia mucho la historia con respecto a Oliegos». 

La realidad actual de estos 300 pueblos, «al menos de los 45 que hemos visitado», es muy diversa, desde los que están completamente abandonados, a otros que se mantienen a trancas y barrancas y hay algunos que incluso han crecido, dependiendo de la instalación de industrias en la zona; por ejemplo, para Foncastín fue importante el auge del vino de Rueda». 

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