Y habla de la tradición este joven de la tercera generación de panaderos que sigue cosechando éxitos con creaciones innovadoras, la última con un trampantojo de queso de Valdeón. «Es que la realidad es que no inventamos nada pero no dejamos de investigar, aprender cada día, sobre la base de la masa madre y los productos tradicionales. Suelo decir que el progreso se cimenta en el regreso».

Al ser una competición por países el joven panadero leonés acudió acompañado de la coruñesa Yamila Novo, y el cordobés Javier Molina como coach. «Llevamos un producto muy leonés, un trampantojo de queso de Valdeón».
- Suena extraño en una hogaza lo de trampantojo...
- Bueno, no tanto. Es una hogaza que recuerda en su forma a un queso de Valdeón, hecha con masa madre, y que sí tiene sabor a este queso tan leonés. Gustó porque en este tipo de competiciones se valora la sorpresa, los aromas, las texturas y, por supuesto, que esté buena. Y parece que lo conseguimos.
- Imagino que todos los participantes han llevado la fórmula.
- Es de lo que se trata. Pero te diré una cosa, también tuvo una acogida extraordinaria otro producto que llevamos, la palmera de bollería de hojaldre al estilo que nos enseñó el maestro pastelero leonés Santiago Pérez de la escuela Saper. Y es que en León creo que muchas veces no valoramos lo que tenemos, como a este artesano.
No valoramos a gente como Santiago o al propio Daniel Flecha, que mantiene la línea de reconocimientos de la familia en base a la tradición de un apellido del que es la tercera generación. Desde que el abuelo Flecha montara la panadería de Santibáñez y la ahora feliz abuela Carmen fuera una de aquellas pioneras a las que no se le ponía nada por delante a la hora de trabajar. La misma sangre que lleva la niña de Daniel, Martina, la pequeña de la casa.
- ¿Será Martina la cuarta generación de los panaderos Flecha?
- Uff. ¡Qué estudie, mecagüen la leche!
Le sale del alma al joven panadero el deseo de que la niña estudie. «De un lado porque siempre es bueno estudiar, vaya a ser en el futuro lo que sea, pero lo decía en el sentido de que este nuestro es un oficio muy bonito, agradecido, pero muy duro, sobre todo en las horas de trabajo y los horarios, que por ejemplo te complica mucho la vida familiar. Te tiene que gustar, la panadería no es un oficio para no tener vocación.
- Como tú.
- Cierto, a mí me gusta mucho y por eso estoy en él y creo que me van bien las cosas, pero no dejo de reconocer que es duro. Por ello, ahora que recojo este galardón me gustaría dedicárselo a todos mis compañeros de la empresa, que también tienen una gran vocación y que, justo es decirlo, cuando voy a algún concurso lo que llevo es el fruto de un trabajo conjunto, del equipo, y para poder acudir, faltar unos días, ellos son los que deben asumir el trabajo que yo no voy a hacer.
Lo dice mientras sigue trabajando en el obrador de su nuevo negocio, en la calle Mariano Andrés. «La compramos y abrimos porque era el horno de leña más antiguo de la ciudad, para mantener la tradición, el pan de leña, y poder hacerlo desde León y servir al resto de negocios que tenemos.
Los panaderos, esos que, dice, el progreso se cimenta en el regreso.