Entre rostros de viejos monarcas que parecen mirar orgullosos desde sus postales de marco refinado, el viejo consistorio ha guarecido este jueves a algunos pares de manos que han hecho de León un territorio imaginario. A su interior han acudido, como si se tratara de una ordalía, todos aquellos ‘culpables’ de haber construido sobre esa «ciudad inventada» una tierra literaria que poco tiene que envidiar a las grandes urbes de por allí.
Julio Llamazares, Nativel Preciado, Juan Pedro Aparicio y Avelino Fierro. Todos se saludan cómplices, dispuestos a rendir homenaje a ese ‘León imaginario’ que David Rubio escudriña paciente en ‘León al pie de la letra’. Como recién huidos de sus páginas, desafían los límites de esa realidad que el autor define «caprichosa», haciendo gala con su presencia de su ficción, de la que -dice- «pueden encontrarse mejores explicaciones para entendernos a nosotros mismos».
Doce rutas guiaban la pluma del director de La Nueva Crónica sobre el papel. Doce rutas son las que este jueves han congregado a cuatro de sus protagonistas en una cita que casi quiere convertirse en un capítulo adicional. Rubio habla el primero, agradeciendo y disfrutando de los numerosos pares de ojos que le invitan a continuar. «El protagonista no soy yo», dice: «La verdadera protagonista es la ciudad de León», en un acto que contó con la colaboración de la Academia Leonesa de las Letras, las Artes y las Ciencias.
A su lado, José Antonio Diez viste su voz de un carismático temblor, digno de sus compañeros de mesa. Esos escritores que, como señala, «hacen del paisaje, de las calles y los enclaves leoneses, un mundo propio». Esos autores que, con esa «forma única de ver el mundo», llegan «a esta que es su casa y que hoy se convierte en escenario de filandón», ha introducido el alcalde, como ya prologaba en la publicación; incapaz, como muchos, de discernir entre ese León de las novelas y ese otro que se hace y deshace en sus silenciosas y frías calles.
Y de realidades y ficciones habla la relatora de un San Marcos tan crudo como traumático y familiar. «‘La patria es la infancia’ es un dicho atribuido a muchos autores pero es un hecho real. Yo he pasado la infancia aquí y recuerdo muy bien el sufrimiento de mi madre con el trauma que tuvo -como tantísimos españoles y leoneses- con la tragedia que se vivió. Me acuerdo del Hostal de San Marcos porque mi abuelo estuvo en el campo de concentración, estuvo en la Carbonera, y yo me empeñé en averiguar la historia porque no teníamos nada y pude conseguir todos los documentos», explica Preciado: «Escribir ‘Camino de hierro’ fue una labor de limpieza, de descanso... Me quedé tan a gusto haciéndole este homenaje que a ese libro le tengo un cariño muy especial».
Como buen conocedor de la historia, Juan Pedro Aparicio se decanta, sin embargo, por la literatura para explicar León. «Voy a ser un poco extravagante», introducía: «La historia de León está falseada, está dentro de la historia de España y adolece de un nacionalismo ‘castiespañol’ tremendo. León prácticamente no se ve o se ve como un ojo ciego; entonces la literatura desde luego es mucho mejor que la historia para entender León y este libro es buena prueba de ello».
La ubicación geográfica de Julio Llamazares en el libro de Rubio no podía ser otra que la Avenida de los Cubos, donde cada Jueves Santo se honra la memoria de Genarín, el santo pellejero. «Le pedí a David que no me incluyera en el libro porque en realidad he escrito muy poco de León. He escrito mucho de la provincia pero no de la ciudad, salvo el capítulo de la catedral de ‘Las rosas de piedra’, algún cuento y alguna cosa en alguna novela. Le dije, saca a Francisco Pérez Herrero y para variar no me hizo caso. Al final decidió ponerme con Pérez Herrero y yo encantado porque es un hombre al que quise y admiré mucho y que en algún momento dado intentaron enfrentarnos y enemistarnos. Por suerte todo eso quedó atrás. Pérez Herrero sí merecía estar en este libro porque siendo un poeta modernista en su tiempo dedicó muchas obras a la ciudad de León».
Sillas y más sillas. Móviles que pasan por encima de gestos teñidos de emoción y ya no queda espacio para nadie más. Familia y amigos acompañan a Rubio en esta puesta de largo de ‘León al pie de la letra’; en este canto literario a la hermosa e inmortal literatura de León.