La segunda de las ponencias fue la de Enrique Berzal, que abordó un tema en el que es un gran experto, el papel de la Iglesia y más concretamente lo que él denominó «sotanas rebeldes en el Franquismo», exponiendo un documentado relato «las razones que llevaron a una parte significativa de la militancia católica aidentificar su misión evangélica con la lucha contra el Franquismo y con la consecución de un régimen político marcado por el disfrute de las libertades, cuando no con la materialización de una suerte de socialismo»y también a analizar «cuáles fueron las principales plataformas impulsadas por esa Iglesia disidente».
La visita matinal, a los lugares de la memoria, lo hizo en esta ocasión a las cuevas de Vozmediano, en las que está documentado que permanecieron escondidos partidas de guerrilleros antifranquistas (los conocidos maquis) mientras eran asediados y buscados por las fuerzas de la guardia civil, fundamentalmente.
Hoy el curso regresa a Cistierna.
«Franco, y su familia, no necesitaba ni pedir las cosas»
Entre las ponencias presentadas en lo que va de curso tiene permanente actualidad la dedicada por Emilio Grandío Seoane a «la herencia de los Franco, desde el Pazo de Meirás a la Casa Cornide», asuntos sobre los que, explicó, «hay que hacer mucha pedagogía pues corren el peligro de parecer que no sucedieron».
Para Grandío «El proceso de recuperación a propiedad pública del Pazo de Meirás -y otros inmuebles— ha sido uno de los mayores éxitos de la movilización cívica gallega de los últimos años, permitiendo incorporar y reunir a todas las instituciones. Ninguna restó. Todas sumaron, y por unanimidad, porque había un enorme grado de coincidencia».
También quiso incidir en cómo la familia del dictador se había hecho con su inmenso patrimonio. «Hay que recordar la capacidad de poder de una dictadura como la de Franco, resultante de una guerra civil de tres años. Y que duró casi cuatro décadas. Ese control y poder que se ejercía sólo en una única dirección propició que a Franco y su familia no le hacía falta ni pedir las cosas.
Consecuencias de una legitimidad social basada en un ‘derecho de victoria’. El terror ante la impunidad y falta de garantías de defensa».