– Me mira usté con cierta perplejidad, Sr. Zygoptero.
– La falta de costumbre. Uno anda aquí al rececho mosquitero y de repente esta cara hogaza a dos palmos... hágase cargo. Y es que, a criterio de odonato, es usted más feo que el portero del infierno, que un pie de otro, que un frigorífico por detrás, mete miedo al miedo...
– Si fuera humano ya le hubiera cruzado el rostro a guante. ¡Qué impertinente!
– Ustedes y su manera de arreglarlo todo a sangre y fuego. Menudo sistema gregario el suyo. Está claro que cuanto más evoluciona el colectivo, más involuciona el individuo. Yo es que soy muy del individualismo de Durkheim y de la corriente del egoísmo ético. ¡Ah! Y de la brutal sinceridad que emana de mi falta de hipocresía homosapientista.
– ¡Pero Ulpi! ¿Estás oyendo a este bellaco?
– Magister ¿otra vez hablando con bichos? Recuerde que el galeno le racionó la ingesta de absenta.
– ¡Qué dejes aquí la botella!
(De ‘Maledictus bibit’, cap. XXI)
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12/07/2022
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