Desde su comienzo en Palencia hasta su fin casi en la frontera con Galicia, se pueden apreciar los asombrosos, y muchas veces desconocidos, parajes de estas áreas castellanas y leonesas. Además, para adentrarse aún más en la tradición minera, hay diez enclaves de obligada visita en esta ruta, aunque para conocer algunos de ellos será necesario desviarse del camino principal.
El trayecto comienza en Barruelo de Santullán, una localidad situada en la comarca de la Montaña Palentina, donde ya se puede empezar a saborear la cultura minera acudiendo al primer enclave destacado: el Centro de Interpretación de la Minería.
Este museo de antropología social, ciencia y tecnología abrió sus puertas el 13 de abril de 1999 y, en palabras de su director, Fernando Cuevas, es uno "de los más veteranos". Se compone de dos partes diferenciadas; el propio museo, el cual dispone de tres plantas con nueve salas en las que se da a conocer tanto el proceso de formación del carbón como la propia figura del minero y su modo de vida. Por otro lado, se encuentra la mina visitable, la cual es una reproducción de una mina de montaña en la que se toma conciencia del duro trabajo que allí se realizaba.
Cabe destacar que no es una cantera como tal ya que los yacimientos de carbón son "los más peligrosos" y los que se situaban en esta localidad eran "de cuarta categoría", que son aquellos en los que "pueden desprenderse de forma súbita y masiva el grisú u otros gases inflamables o irrespirables", tal y como establece el Reglamento General de Normas Básicas de Seguridad Minera de 1985.
La primera etapa finaliza en Cervera de Pisuerga, pero previamente pasa por la localidad de Mudá. Al llegar a este municipio, han de dirigirse dos kilómetros hacia el norte para llegar a San Cebrián de Mudá, donde se encuentra el segundo enclave: el Mirador de las Estrellas.
Este lugar es un mirador astronómico construido en 1956 sobre un antiguo secadero de carbón. Uno de los motivos que dieron lugar a este observatorio fue la despoblación surgida en los municipios mineros de alta montaña, ya que, como explica el alcalde de San Cebrián de Mudá, Jesús González, se encuentran en "una situación bastante detestable en cuanto a despoblamiento".
Como las explotaciones mineras quedaron en manos de "usurpadores", decidieron hacer un mirador ya que "la minería tiene una parte de arqueología industrial". El recorrido que se puede hacer en el observatorio puede ser diurno o nocturno, aunque este último es una "actividad complicada que conlleva una carga cultural". Aun así, todos los años unas dos mil o tres mil personas acuden a visitar este singular emplazamiento.
En la actualidad, el mirador sigue funcionando con carbón y han decidido mantener su "esqueleto de antiguo edificio de hierro y cemento" en el que se hacen sesiones todos los sábados para observar varios componentes de la vía láctea, ya que, tal y como dice Jesús González, es necesario "saber de la tierra para tocar el cielo".
Ruta minera leonesa
Tras conocer lo más profundo de la tierra en las minas de Barruelo de Santullán y lo más lejano del espacio en el observatorio San Cebrián de Mudá, se han de pasar varias etapas disfrutando de los parajes de Castilla y León hasta llegar al siguiente lugar. El quinto tramo comienza en Puente Almuhey y finaliza en la localidad leonesa de Cistierna, donde se localiza el primer enclave de esta provincia y el tercero de la ruta: el Museo del Ferroviario.Este centro se ubica en el antiguo economato del ferrocarril de La Robla-Bilbao, cuya inauguración el 11 de agosto de 1874 hizo que Cistierna se convirtiera en una ciudad ferroviaria. Asimismo, la estación supuso que la localidad alcanzara una nueva coyuntura socioeconómica además de dar salida a la ferrería y recursos carboníferos de San Blas (Sabero) hacia los centros industriales del norte.
En la actualidad, el museo es "un homenaje a un tren y a sus gentes" y en él se pueden observar los objetos que rodeaban la vida de los trabajadores, además de fotografías y una proyección que resumen los más de 100 años de este ferrocarril Hullero.
Tras conocer el antiguo economato del tren Hullero, han de dirigirse seis kilómetros al noroeste para encontrar el cuarto destino propuesto: el Museo de la Siderurgia y Minería de Sabero.
Este centro ocupa las antiguas instalaciones de la Ferrería de San Blas, que fue el primer complejo siderúrgico del país que utilizó altos hornos con carbón de cok y tecnología al vapor en 1846, aunque veinte años después tuvo que cerrar sus puertas. La nave neogótica y los restos de los hornos fueron declarados Bien de Interés Cultural en 1991.
Este museo está dedicado a aquellas personas que hicieron posible la instauración en León de la primera industria siderúrgica de España.
Por ello, dispone de cuatro áreas, los restos de los altos hornos y la farmacia que se hallaba dentro del complejo minero, la cual supuso un avance en la atención social y sanitaria de la clase obrera. Asimismo, también se explica la importancia de la minería y de los aspectos básicos de la vida y trabajo de los mineros.
El conocimiento de la historia ferroviaria, siderúrgica y minera ha de acompañarles a lo largo de varias etapas, concretamente hasta el fin de la undécima en Toreno.Aun así, no es allí donde se encuentra el enclave de la ruta: la Galería Minera de Páramo del Sil.
Se trata de una recreación de una mina a tamaño natural donde se da a conocer, bajo la explicación de antiguos mineros, la evolución del sector de las cuencas mineras y su modo de trabajo en el tiempo, desde las lejanas épocas en las que se usaba la madera para postear galerías hasta que apareció el hierro, con el que se modernizó el trabajo.
Asimismo, durante el recorrido de treinta metros de galería, se pueden encontrar con una rampa de extracción y una escollera de salida. Además, se pueden observar las diferentes herramientas y materiales de trabajo utilizados, entre los que destacan varios vagones, una vía para sacar material, una pala de extracción, tuberías de ventilación, martillos y un panzer, entre otros.
Finalmente, cabe mencionar que la bocamina se localiza cerca del molino hidráulico, que sigue funcionando, por lo que se puede acceder a ambos a través de la Ruta de los Molinos; un apacible paseo por el frondoso bosque de ribera.
Una vez finalizada la undécima etapa es posible que se necesite un descanso de tanto pedalear. Sin embargo, siempre quedan fuerzas para recorrer dieciséis kilómetros más hacia el noroeste hasta llegar a Fabero, donde se encuentra el sexto enclave propuesto: el Pozo Julia.
Este lugar fue construido en 1950 y permaneció abierto hasta 1991 debido al agotamiento de sus reservas. Contaba con una profundidad de 275 metros y con plantas en los niveles 50, 100 y 270. Pese a que cuenta con casi setenta años de historia, una de las anécdotas más destacadas fue el encierro de ochenta mineros y cuatro ingenieros en el año 1979 debido a que hacía meses que no cobraban. Tras ocho días en el Pozo Julia, lograron que su empresa les pagara los atrasos y que se mantuviera abierta durante veinticinco años más.
Museos y paraísos naturales
Pese a estar a punto de terminar la ruta, aún quedan infinidad de lugares por conocer. León no solo tiene un sinfín de arquitectura civil o religiosa por visitar, sino que también posee bellos parajes que contemplar y en los que deleitarse. Para conocer el siguiente destino, lo mejor será haber terminado la duodécima etapa, que transcurre entre Toreno y Cacabelos. Una vez situados en este municipio, han de dirigirse quince kilómetros al norte hasta llegar al séptimo enclave: las minas romanas de la Leitosa.Esta cantera de oro data de la época romana y se estima que, mediante la técnica de ‘ruina montium’, se llegaron a excavar 40 millones de metros cúbicos de tierras aluviales para extraer oro. Se conservan también varios estanques de retención y algunas galerías subterráneas cuyas bocaminas forman una enorme barranca.
Cerca de estos yacimientos se encuentran castros de la época prerrománica donde, probablemente, se asentó la población trabajadora astur, destacando La Toralina y Campo do Castrelo en Prado de Paradiña. Asimismo, al visitar estas minas romanas se pueden acercar también a ver las ruinas de la fábrica de hierro de la Somoza.
En la actualidad, la mejor forma de acceder a esta cantera es desde Villafranca del Bierzo por la carretera de Paradaseca y en la zona alta hay dos miradores (Las Traviesas y Teso Dorrego) desde donde apreciar los yacimientos áureos.
Tras haber vuelto atrás en el tiempo transitando las minas romanas, es hora de volver a la actualidad para seguir con la ruta cicloturística. Pero primero han de acudir a Ponferrada para realizar un recorrido por la historia de una mítica empresa municipal; por el octavo enclave a conocer: El Museo del Ferrocarril.
Este centro, ubicado en los terrenos de la antigua estación de la Minero Siderúrgica de Ponferrada (MSP), se inauguró el 26 de mayo de 1999 y en él se hace un recorrido "a través de la memoria de una empresa y de un ferrocarril cuya impronta cambió la fisonomía de un paisaje dormido en el letargo del tiempo".
En el Museo del Ferrocarril explican la historia de esta empresa, fundada en 1918 y con expansión industrial y económica en las décadas de los cuarenta y cincuenta, que fue la plasmación material de las ideas del industrial minero-metalúrgico Julio Lazúrtegui, quien consideraba que "la civilización moderna se hallaba montada sobre el hierro".
Este centro se articula alrededor de la memoria del carbón basada en la historia del ferrocarril Ponferrada – Villablino, una línea inaugurada el 23 de julio de 1919, y cuya antigua estación es hoy la sede del Museo del Ferrocarril. Además, también se muestra al público la colección de locomotoras de vapor.
Para conocer el siguiente destino, no hará falta salir de Ponferrada. Lo que sí se necesita es tener vitalidad, pero en caso de que se encuentren exhaustos, no se preocupen porque el noveno enclave, como su propio nombre dice, les dará ese ‘plus’ que sus cuerpos requieren: el Museo de la Energía.
Este centro se localiza en la antigua central térmica de la Minero Siderúrgica de Ponferrada. En esta ‘fábrica de la luz’ podrán descubrir cómo se producía la electricidad a partir de carbón a principios del siglo pasado, ya que este recurso natural fue el motor de cambio de un territorio.
Asimismo, la obtención de este mineral supuso un cambio en la sociedad de aquella época, por lo que en la visita al museo será como un ‘viaje en el tiempo’ ya que, mediante videorretratos de los propios trabajadores de la central eléctrica, se conocerán las particularidades del modo de vida de la ciudadanía.
La última etapa de la ruta transcurre entre Cacabelos y Balboa, y es en esta localidad prácticamente fronteriza en la que se pondrá punto y final a más de 400 kilómetros de itinerario minero de Palencia y León. Pero antes de llegar a la meta hay que realizar una última parada, saliendo preferentemente desde Cacabelos, en lo que sería la ‘joya de la corona´ de la minería leonesa; el último enclave propuesto: Las Médulas.
Este asombroso paraje, declarado Patrimonio Mundial por la Unesco en 1997, es el resultado de las explotaciones auríferas romanas. Se calcula que se excavaron 240 metros cúbicos de tierra para la obtención de 5.000 kilos de oro.
El paisaje se caracteriza por sus cárcavas y cortados arcillosos de un intenso color rojizo que supone un fuerte contraste cromático con el entorno circundante, especialmente con la vegetación que rodea estos inconfundibles ‘picos’. La flora que de Las Médulas destaca por la presencia de jaras, retamas y brezos, aunque su árbol emblemático es el castaño. Respecto a la fauna, destacan el conejo, la liebre y los reptiles, además de otros como el jabalí o el tejón, pero en los bosques de ribera lo común es encontrarse con aves insectívoras.
El acceso a Las Médulas puede hacerse desde el pueblo homónimo que está prácticamente al lado del paraje natural. Aunque este yacimiento se puede visitar libremente, también existe un recorrido guiado de tres kilómetros desde el Centro de recepción de visitantes de Las Médulas en el que se conocerá uno de los últimos frentes de explotación donde se encuentran las galerías, junto con la Cuevona y la Encantada.
En definitiva, la ruta cicloturística de las cuencas mineras es una actividad idónea para los amantes del deporte y de las visitas culturales, ya que combina ambos a la perfección, y es otra manera de conocer y ‘empaparse’ del espíritu minero que aún es manifiesto en estas tierras castellanas y leonesas.