El fin de la minería en León, su The End, ha estado presente en diversos actos con la fotógrafa Cecilia Orueta y su exposición —que aún puede visitarse en el Museo de la Minería de Sabero— y también en formato libro, que ha visto la luz en Eolas y se presentó en Sabero, Cerezales, León, Vagecervera, Fabero...
Pero en estos últimos días han irrumpido con fuerza y gran presencia dos libros y un espectáculo músico teatral. Los libros son ‘Hijos del carbón’, de Noemí Sabugal; ‘Dónde está nuestro pan?, de Abel Aparicio y el espectáculo es el titulado ‘Carbón negro’, de Álvaro Caboalles, definido como una «pieza escénica, teatro documental e instalación performativa», que bastantes leoneses pudieron disfrutar el pasado sábado en el teatro del Albéitar y seguirá por diferentes escenarios, pues forma parte de la Muestra de nuevas tendencias escénicas Injuve.
Los dos libros —de Sabugal y Abel Aparicio— aún están calientes, tanto que ‘Hijos del carbón’ llega a las librerías el miércoles y hace su presentación en Madrid, de la mano de Alfaguara, para iniciar una gira que a buen seguro pasará por León. Ha despertado evidente expectación este libro, un largo trabajo de años recorriendo las cuencas mineras españolas, con dos pilares para esta anunciada buena acogida, el demostrado buen hacer literario de Sabugal en sus títulos anteriores —Al acecho y Una chica sin suerte— y el hecho de que la gordonesa se adentra en un campo que conoce a la perfección ya que ella misma figura dos veces en la portada del libro, como autora y como hija del carbón, que ya anuncia desde las primeras lineas del libro: «Mi abuelo José tenía una nube oscura en el pecho. Sus pulmones eran una esponja negra que había absorbido durante dos décadas el polvo del carbón. Había entrado en la mina de guaje, con catorce años, para empujar las vagonetas con el mineral y limpiarlas, para cuidar a las mulas y llevarles la comida a los mineros que trabajaban en las galerías más profundas. Cada día, después de caminar varios kilómetros desde casa, llegaba a la mina y comenzaba a respirar el polvo maldito».
Un largo trabajo de investigación que, como la propia Sabugal explica, camina «entre una ensalada de géneros, estas páginas son también una crónica de viaje. La mirada es bifocal: lo lejano y lo cercano, el paisaje y el paisanaje. Un reto óptico para una miope con inicios de presbicia».
Abel Aparicio y Javi Morán
También muy reciente, pero ya en las librerías, está ‘¿Dónde está nuestro pan?’, un libro de relatos ‘con base real’ del leonés Abel Aparicio, que ha visto la luz en Marciano Sonoro y que ayer mismo recibió el apoyo para su divulgación de un videoclip del cantautor Javier Morán, basada en los textos del libro y con el acompañamiento al acordeón del Solito Trovador y en los coros de Clara Fernánz. (https://www.youtube.com/watch?v=W_8qlV_zxrA)
¿Dónde está nuestro pan? es un libro de tres relatos, más bien tres novelas cortas, en los que Abel Aparicio se sumerge, «desdibujando la frontera entre realidad y ficción, en la crudeza de la guerra civil y en el desolador ritmo marcado por el franquismo en la posguerra. Tres historias que se adentran, en parajes ensombrecidos por la soberbia de los vencedores pero iluminados por el valor, la tenacidad y la perseverancia de los derrotados. El autor construye su territorio literario sobre la realidad de unas comarcas en las que ubica un amplio abanico de personajes que le sirven como altavoz de la memoria. Seres que han dejado un legado de dignidad que ahora, en la más rabiosa actualidad, es recogido por jóvenes que continúan la lucha por el mantenimiento de una sociedad más justa y libre.
Dos nexos conectan los tres relatos: por un lado la mina, motor económico de la tierra leonesa y caldo de cultivo de un vínculo obrero que trascendía más allá del tajo, y por otro la incuestionable importancia de la mujer en contextos como el medio rural, las políticas de cercanía o la preservación de los ideales que el régimen aplastó salvajemente. Mujeres que plantan cara a la hostilidad, que se dejan la piel en trabajos de extrema dureza, que son capaces de unirse, ayer y hoy, para crecer y para vencer».
También Abel Aparicio recorrió las cuencas mineras, habló con viejos mineros y, sobre todo, mineras, leyó, escuchó porque, confiesa el activo escritor de San Román de la Vega, «no soy de esos escritores que pueden abordar un tema por encargo, yo sólo soy capaz de escribir lo que vivo y lo que siento», para reconocer que el mundo de la mina le ha calado muy hondo.
El propio título de las tres historias explica su pasión por el tema elegido. «Con la elección de este título he querido rescatar del olvido la manifestación que protagonizaron —en octubre de 1941, en plena posguerra— las mujeres de los trabajadores de la Compañía de Ferrocarriles del Norte, que reclamaron ‘el pan que era suyo’ ante el Ayuntamiento de Torre del Bierzo».
Y la creación más reciente y ‘diferente’ es del ponferradino Álvaro Caboalles, titulada Carbón negro y que define como «un proceso performativo que cartografía la realidad de la minería en la provincia de León a través de las historias de mujeres vinculadas a la industria del carbón». Nuevamente las mujeres y el carbón.
Explica Caboalles que su trabajo «pretende ser un homenaje a quienes entraban en la mina, quienes aguardaban fuera y quienes saben lo que es una cuenca minera». Sobre la estructura del espectáculo explica cómo «los sucesos del Pozo María en Caboalles, en el año 1979 ,y el accidente del Pozo Maurín de Fabero en el año 1984 sirven para articular la primera parte de la pieza. La segunda parte se centrará en quienes se niegan a que todo haya terminado para siempre y ven un futuro negro como el carbón». Y negro sigue.