Doña Iluminada, Cantamañanas y otras gentes de Matallana

David Baños, hijo de minero en Matallana de Torío, vivió en el Barrio de los Lavaderos de este pueblo hasta los 13 años

Fulgencio Fernández
30/04/2023
 Actualizado a 30/04/2023
David Baños revive en ‘El olor del islán’ sus recuerdos de infancia en la cuenca minera de Matallana de Torío, en los años 50 y 60. | ED. CÍRCULO ROJO
David Baños revive en ‘El olor del islán’ sus recuerdos de infancia en la cuenca minera de Matallana de Torío, en los años 50 y 60. | ED. CÍRCULO ROJO
David Baños creció en el barrio minero de Matallana de Torío, ‘en Los Lavaderos, donde vivióhasta los 13 años. Marchó pero no se fue nunca. Llevó aquel pueblo en sus recuerdos, aquellas minas en su memoria pero, sobre todo, no olvidó jamás a aquellos mineros de los años 50 y 60 del pasado siglo. «Estoy muy orgulloso de ser hijo de minero, porque son gente noble y respetuosa con su trabajo, gente que, por encima de todo,valora a la amistad y que nos enseñaron a mirar a la gente a los ojos porque los ojos eran su seña de identidad».

- ¿Cómo es esa historia de los ojos de los mineros?

- Aquella era otra mina. No había agua caliente, los mineros llegaban a casa negros y sus hijos solo los conocíamos por el color de sus bicicletas, por esa raya negra que bordeaba sus ojos y los identificaba como mineros.

Matallana era otro pueblo diferente al de hoy. Tenía el barrio minero de San Lorenzo, las casas del barrio Miranda, el barrio de la Estación… «En aquel Matallana había dos fábricas de gaseosas, un relojero, dos casas de muebles, farmacia, taller de bicicletas, taxi, un surtidor de gasolina, el vino de Casa Simón… y numerosos bares. David los describe con precisión: «Tengo una excelente memoria y ése ha sido precisamente el detonante de escribir estosrelatos de memorias infantiles. Ya tengo una edad y la memoria puede fallar, por eso decidí plasmar mis recuerdos en este Olor del islán que ya ha visto la luz hace un tiempo».

- El título de Olor del islán para quien no sea de zona minera puede conducir al error, a pensar de una historia de componentes religiosos, el islamismo…

- Lo sé, pero la imagen me parecía la más adecuada para lo que quería contar. El islán al que se refiere el título es el polvo de carbón, la gran montaña de él que había justo enfrente de las casas del barrio donde se lavaba, el de los Lavaderos, nuestra casa.

Y con todos esos recuerdos y su librobajo el brazo regresó hace unos días a Matallana, a ese pueblo nuevo y sin mineros, David Baños. «He hecho algunas otras presentaciones, ocho o diez, pero ésta fue especial, muy emotiva, era de esperar. Ya no viven la gran mayoría de los mineros que aparecenen la novela, 250, pero sí estaban muchos hijos y nietos que al escuchar los nombres y las historias de sus familiares se emocionaron, saltaron muchas lágrimas, el salón, lleno, se cargó de emotividad. No lo olvidaré jamás».
- 250 parecen muchos personajes para un libro de relatos.

- Aver. Muchos simplemente aparecen citados, pero de otros hay un perfil amplio, están contadas sus historias. Es más un libro de mineros que de mina, a la mina como tal solo le dedico un capítulo, a los mineros muchos más.

Y entre esos recuerdos con nombres y apellidos hay historias que definen una época y dibujan una forma de vida y una etapa histórica. Así, entre los personajes que Baños tiene muy frescos en la memoria están «los desterrados. Personas que habían sido expulsadas de sus tierras por participar en protestas mineras, fundamentalmente en la famosa huelgona de 1962. Eso le había ocurrido a Aquilino, a Antonio y Ángel Cueto, unos venían de Asturias y Cueto de Madrid, además del carbón era una maestro del carboncillo, con el tiempo sería el cartelista de un cine de Madrid, cuando no había carteles de las películas se anunciaban con un gran dibujo que hacía gente como Ángel, que era un artista».

Y hay un nombre inevitable siempre en esta cuenca de Matallana de Torío hablando de mina y vida, también está en el libro de David Baños. «No podía faltar don Ricardo Tascón, en su doble faceta de médico y de empresario minero. Como médico atendió a mis abuelas, como empresario le dio su primer empleo a mi padre. Es curiosa una historia que cuento de este gran personaje, como médico era don Ricardo y como empresario era Tascón. Le tengo mucho cariño y mantengo contacto con uno de sus hijos, del mismo nombrey también médico».

Otro personaje que no puede olvidar Baños es a Cantamañanas, de cuyo apodo ‘avisa’ nada más pronunciarlo: «No es lo que parece, no era un cantamañanas en el sentido de poco formal, ni mucho menos… Simplemente, le gustaba cantar, lo hacía muy bien y cantaba desde buena mañana, de ahí su apodo. Era una gozada escuchar las canciones de Antonio Molina o Emilio El Moro en su voz pero, además, para los niños era el personaje más importante pues era muy mañoso para la mecánica y nos arreglaba las bicicletas, cantando y sin cobrarnos nunca. Me parece estar viéndo cómo apretaba o cambiaba los radios, que se destrozaban en aquellas carreteras infames, o cómo alineaba las ruedas, y lo que decía al ver que habían quedado perfectas: ‘Mira ¡qué recta va la rueda… y cómo canta el piñón!».

- ¿Alguna mujer?

- Muchas, pero te voy a hablar de dos: Doña Iluminada, la maestra; y otra mujer que pasaba por Matallana con un espectáculo de aquellos que recorrían los pueblos, era andaluza, de Sevilla, y se anunciaba como La Sansona del siglo XX, de la estirpe de aquellas mujeres forzudas de los espectáculos callejeros de la época.

- ¿Y doña Iluminada?

- Fue un lujo para nosotros, su bondad y sus ganas de enseñar, su paciencia. Tenía la famosa regla de darte en las manos… pero jamás se la vi usar, sólo amenazaba, “¡cómo coja la regla…!”, pero no la levantaba jamás. No la usó ni conmigo, que era de los más trastos, si no el que más. Tuve mucha suerte pues pasé un tiempo en Vallecillo, y allí tuve otro maestro excepcional, don Julián, de la misma pasta que doña Iluminada. Al final de cada capítulo hay un pequeño poema que resume lo que se cuenta en el capítulo y en el dedicado a doña Iluminada el último verso dice: «¿Para qué quiero la vara?». Fue muy emocionante encontrar en el acto a su hijo José Ángel, también maestro, como ella.
Y otros muchos personajes más, como Zarco y Trifón, Lalo y Carmina, el tío Rogelio... junto a lugares con olor a mina, el economato, el preventorio o Radio Pirenaica.

- ¿Qué sensación le produjo la presentación en Matallana?

- Fue apoteósico, de verdad. Tuve la sensación, como no había tenido en ningún otro lugar, de que había logrado algo difícil: transmitir sentimientos, pero ver las lágrimas en tanta genteme convenció de que sí lo había logrado.

Y después de pensar un rato, de viajar a aquellos momentos, confiesa David Baños:«¿Sabes una cosa? No la voy a presentar en más sitios, ya está, no va más después de Matallana».
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