Donde siempre, como nunca

El Racimo de Oro, en el corazón del Barrio Húmedo, cuenta con cuatro plantas que convierten al edificio en un templo para los amantes del buen comer gracias a una carta que sabe a León y que rezuma tradición sin dejar de lado la modernidad

Teresa Giganto
14/10/2016
 Actualizado a 19/09/2019
El Racimo de Oro tiene cuatro plantes y diferentes ambientes. | DANIEL MARTÍN
El Racimo de Oro tiene cuatro plantes y diferentes ambientes. | DANIEL MARTÍN
El Racimo de Oro es de esos locales del Barrio Húmedo (plaza San Martín, 8) que se conocen de toda la vida. Tiene la solera propia de los negocios que resisten al paso del tiempo gracias a que se han adaptado a los nuevos tiempos. Sus paredes rezuman historia, el edificio data del siglo XVII, y además son un templo de sabores tradicionales, con un toque moderno, y con unos platos que rebosan las riquezas de la tierra leonesa.

Es bar y es restaurante. Es el lugar ideal donde tomar un vino, de los mejores, gracias a su extensa carta de caldos, y también una buena opción para degustar platos de la tierra como el lechazo o una buena chuleta de vacuno. Apuestan por los productos frescos y del día, por saboresde León.

Con una decoración cuidada, respetando la tradición y la propia arquitectura del inmueble, el Racimo de Oro tiene varios ambientes. Comedores distribuidos por sus cuatro plantas y una bodega muy especial cuya construcción, del siglo XII, fue previa al edificio completo. Un buen lugar este para sacarle provecho a la hora del vermouth los fines de semana y disfrutar de un ‘café torero’ con buena música.

Óscar es el anfitrión, la tercera generación que regenta el local, y cuida con esmero cada detalle de modo que el local puede adaptarse a cualquier situación y sus comedores pueden convertirse en salas de presentaciones o en el marco ideal para una comida de grupo. El Racimo de Oro echó a andar hace ya casi 30 años, un camino que, como no podía ser de otra manera, ha sido dorado y lo sigue siendo gracias además al servicio de los camareros, que brindan al cliente un trato cuidado que siempre acompaña desde el primer vino hasta el último, desde los entrantes hasta el postre. Es, en definitiva, un restaurante para comer, un bar para tomar un vino, el lugar ideal para la primera copa, una casa llena de historias con ganas de seguir siendo el lugar ideal para contarlas.
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