El Ecce Homo de Folledo

El Cristo de Folledo, una talla del XVII, sufrió una tan bien intencionada como poco artística restauración que ha tenido que revertir Sara Castañón una profesional que ha evitado otra situación como la de Borja

16/06/2024
 Actualizado a 16/06/2024
El gusto por la sangre parece evidente en el vecino-restaurador, que la llevó al Cristo y hasta a las siglas INRI. | S.C.
El gusto por la sangre parece evidente en el vecino-restaurador, que la llevó al Cristo y hasta a las siglas INRI. | S.C.

Tal vez el famoso caso del Ecce Homo de Borja también tenga efecto llamada, ahora que la palabra está tan de actualidad, y en la comarca de Gordón (en Folledo) le ha salido una imitación con una talla del siglo XVII de su iglesia, concretamente un Cristo, que sufrió un destrozo similar al de  la localidad zaragozana aunque, por suerte, el leonés no ha llegado a tener visibilidad pues en la pequeña localidad han actuado con celeridad y la nada profesional y poco artística restauración se ha arreglado con una segunda intervención llevada a cabo de manera profesional por la leonesa Sara Castañón, actual restauradora del Museo Casa Botines, quien insiste en la necesidad de "ponerse en manos de profesionales pues aunque en algunos casos se pueda quedar en una simple anécdota en otros los daños resultan irreversibles y la pérdida puede ser total".  

En este caso la pérdida pudo ser ‘reversible’ y El Cristo ya está en la iglesia de Folledo, en compañía de las otras tres tallas de este templo: San Juan Evangelista, la Virgen del Rosario y San Roque. "Habría que hacer estudios, pero calculo que sea del siglo XVII, por lo que valor histórico sí tiene este Cristo", señala Castañón.

Poco que ver la osada restauración amateur con la profesional. | S. CASTAÑÓN
Poco que ver la osada restauración amateur con la profesional. | S. CASTAÑÓN



Ha tenido que realizar la restauradora un cuidado y paciente trabajo con el Cristo pues "aunque no dudo de la buena voluntad de quien quiso restaurarla ‘a su manera’ el destrozo fue considerable y hasta se podría decir que con poco arte; hasta cuatro capas de repintes con Titanlux tuve que ir retirando de manera absolutamente manual hasta llegar a los tonos originales, que nada tienen que ver con los que le había dado, como se puede ver en las fotografías del antes y el después, por así decirlo".  

Las diferencias más llamativas están en la sangre de la corona de espinas, la de la herida del costado y las rodillas; y en los labios ‘pintados’.

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