Desde hace cinco años he venido fotografiando una pareja de Águilas reales en la montaña central leonesa. Al principio solamente en invierno, ya que por la falta de comida era mucho más fácil atraerlas, pero de un tiempo a esta parte durante todo el año, dado el grado de "confianza" que las reinas de los cielos tienen ya conmigo.

De la primer águila que pude fotografiar en febrero de 2011, una hembra inmadura y solitaria, hasta los cinco o seis ejemplares que visitan el "prado de las águilas" en la actualidad, han pasado muchas horas, días enteros desde antes del amanecer hasta después de la puesta de sol, nieve, lluvia, frío y calores extremos, y un sin fin de anécdotas y problemas que hemos ido superando sobre la marcha.
El resultado es más de 20.000 fotografías, y un conocimiento muy íntimo, sino de la especie, sí de los diferentes ejemplares que han ido apareciendo con el paso del tiempo por delante de mi objetivo.
Este trabajo ha sido posible gracias a la ayuda de gente de mi entorno más cercano, en especial a mi amigo Pepe Ureta. Pero gracias también a la gente de la zona que se volcó conmigo, y por supuesto, gracias al Servicio Territorial de Medioambiente de León bajo cuya autorización y supervisión realizo todo mi labor fotográfica.