El blues del cementerio

Bruno Marcos recuerda el ‘Blues castellano’ del poeta Antonio Gamoneda con ocasión del concierto que sobre este libro darán el sábado 25 de julio Cova Villegas y Delta Galgos en la Fundación Cerezales

Bruno Marcos
23/07/2020
 Actualizado a 23/07/2020
Cementerio con el embalse del Porma al fondo. | MANUEL LAGUILLO (COLECCIÓN FUNDACIÓN CEREZALES ANTONINO Y CINIA)
Cementerio con el embalse del Porma al fondo. | MANUEL LAGUILLO (COLECCIÓN FUNDACIÓN CEREZALES ANTONINO Y CINIA)
Dice el poema de Antonio Gamoneda que el año en el que la gente comenzó a irse en muchas casas no quedaba nadie, se llevaban los hijos y las camas y que, al fin, en el pueblo sólo había cuarenta almas para un cementerio demasiado grande, un cementerio que se quedó sin puertas por el que andaban gallinas y que parecía que el cementerio entero saliera a los huertos y a las casas vacías. Es el ‘Blues del cementerio’, escrito por el poeta en los primeros años sesenta pensando que los cantos tristes de los negros americanos que habían sido esclavos pudieran ser una buena técnica para expresar el dolor en ese periodo de posguerra y dictadura en el que él vivió aquí su juventud.

En otro poema perfecciona ese sentimiento de sufrimiento emparejado con las canciones tristes del blues en las que el trabajo es un castigo, se trata del ‘Blues del amo’, en el que dice llevar diecinueve años sirviendo a un amo del que no ha visto su rostro, un amo que le da la comida pero al que no conoce, que le pone una luz encima de la cabeza para pasar las jornadas con la abstracción de los números cuyo significado es un misterio hasta que cuando sale del trabajo no puede vivir.

El libro completo, ‘Blues castellano’, fue seguido por un silencio de casi una década en la que Gamoneda no aparece como poeta. La censura desaconsejó la publicación del libro tachando completos muchos poemas. Los censores tal vez manejaban la etimología —los ‘blue devils’, los diablos azules de la depresión— pues lo encontraron efectivamente como un blues: triste, resentido, que quería reflejar sin nombrarlo un país fracasado y deprimente… Señalan ciertos «toques de ateísmo», se referirían seguramente a que en paralelo se podría ver una crítica a Dios, ese otro amo que provee y se mantiene oculto, incluso cuando se produce el dolor.

Hasta 1982 —cuando los que se debieron deprimir fueron los equipos de censores—  no vería la luz el libro y llama la atención que, teniendo una base tan claramente musical, a nadie se le hubiera ocurrido hacer un disco con los blues de Gamoneda hasta hace poco.

El día 25 de julio a las 21:30 horas se podrán escuchar en la voz de la cantante Cova Villegas con la música de Gonzalo Ordás y Marcos Cachaldora, un magnífico trabajo que fue un disco, hoy agotado, que alguien debería reeditar. El concierto lo ha organizado la Fundación Cerezales Antonino y Cinia, en su empeño porque los pueblos no tengan cementerios demasiado grandes.
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