Al collado Jermoso se puede acceder, nunca de forma sencilla, desde distintos lugares desde los que habrá que prodigarse en un generoso esfuerzo físico. Desde la localidad valdeonesa de Cordiñanes por el bosque y la vega de La Sotín, o por su variante de las minas del Rabico, desde el Cabén de Remoña por el Sedo o la Canal, desde la estación superior del teleférico de Fuente Dé por la canal de San Luis y la colladina de las Nieves, desde el refugio de Cabaña Verónica por la horcada de los Tiros de Casares o por el difícil paso del Tiro Callejo, o por la canal del Embudo y los llamados Tornos de Liordes que desde la estación inferior del teleférico de Fuente Dé dan paso a la increíble vega de Liordes, aunque cualquier montañero, ávido de aventura, podrá encontrar otros accesos más complicados.
La ruta
Se sale de las praderas de Fuente Dé por la pista que en principio es común con el camino a la senda del canal de la Jenduda y la del Hachero, por donde van las rutas que permiten remontar la enorme pared meridional, de unos 800 m de desnivel, por la que también va el teleférico.
Pronto se abandona el ramal de la derecha para comenzar, a la izquierda, una interminable serie de cuarenta revueltas, que son los llamados tornos de Liordes, que se van abriendo paso entre la gigantesca Peña Remoña (2.229 m), cuyas traviesas de hierba, las Verdes, ponen un contrapunto en este mundo de vertical caliza, y los contrafuertes de la Torre de la Colladina de las Nieves o Torre de la Padierna (2.319 m), a nuestra derecha.
Hasta finales del siglo XIX y comienzos del XX, esta senda estuvo cuidada, pues por ella descendían los carros, tirados por bueyes, cargados del material que se sacaba de las minas de Liordes (blenda, galena y calaminas). Hoy día presenta un notable deterioro por falta de mantenimiento, aunque es accesible para cualquier montañero.
Después de remontar unos 900 m se abre el horizonte al llegar a la vega de Liordes, lugar donde se registran muchos años en el invierno las temperaturas más bajas de España, y donde la contemplación de las Torres de Salinas (2.447 m) y la del Hoyo de Liordes (2.474 m), escoltada por la Torre de Olavarría, que no dejan indiferente a nadie.
Atravesando por una senda por la parte derecha se llega al inicio de otra acusada pendiente, que es el sedo de la Padierna, en el que una corta, estrecha y zigzagueante senda nos permite alcanzar un alto en el que dejaremos a la derecha la bifurcación que se dirige a la Colladina de las Nieves o a la horcada de los Tiros de Casares, caminado ahora hacia el oeste, siguiendo el camino a la izquierda. Abajo, se divisa el coqueto lago Bajero.
El camino va ahora por una vertiginosa vereda, cortada en la roca, en la que se debe que levantar la vista para contemplar, en el horizonte, la hermosa estampa de Torre Santa (2.596 m), la montaña más alta y magnífica del macizo del Cornión.
La sucesivas Colladinas, a la sombra de la vertical Torre de las Minas del Carbón (2.540 m), permitirán alcanzar el punto de mayor elevación de esta andadura, desde donde ya se puede contemplar el refugio de Collado Jermoso, con su corte de sobresalientes montañas como lo son las Torres Peñalba, Delgado Úbeda y Diego Mella, sin olvidar la siempre omnipresente Torre Santa, y a la izquierda la gigantesca Torre Friero (2.445 m).El refugio, inaugurado en 1942, ha sufrido constantes metamorfosis, todas enriquecedoras, hasta llegar al estado actual en el que está perfectamente atendido, y cuenta con una treintena de plazas para pernoctar, en las que habrá que reservar si se desea dormir en este mágico lugar.Detrás del refugio, en el propio collado, la puesta de sol es uno de los espectáculos más grandiosos de cuantos de pueden contemplar en los Picos de Europa.Con pilar a Collado JermosoAunque se ha subido al este refugio por la mayor parte de sus itinerarios, la última subida, y posterior descenso por los Tornos de Liordes, ha sido muy especial, pues ha sido hecho ayudando a cumplir su sueño a la palentina Pilar Baños, a quien, por su notable discapacidad física, le sería imposible llevar a cabo este recorrido.De esta manera, el 7 de septiembre de este año, un numeroso grupo de amigos, llegaron con Pilar al refugio de collado Jermoso, donde pasaron la noche para descender a la mañana siguiente por el mismo camino.El deporte del montañismo, por sus singulares características, y sobre todo por el entorno en el que se lleva a cabo, implica una serie de valores que son consustanciales con la vida en la montaña, entre los que destaca la solidaridad y el compañerismo, ya que a veces, en actividades de gran dificultad, nuestra vida está en manos de nuestro compañero.Por ello, arraigado en esta actividad, se encuentra el entusiasmo por los sueños e ilusiones de nuestros compañeros, que pasan a ser propios, y por ello dejamos la piel para que se cumplan.
No es nada fácil subir con una silla Joëlete por una intrincada senda, como es cualquier camino que conduzca al Collado Jermoso, pero la unión de muchas voluntades hizo posible el milagro, y se pudo disfrutar, como nunca con la cómplice emoción de todos los que nos juntamos para que Pilar, todo coraje y determinación, hiciera realidad un sueño largamente acariciado.
Este deporte no tiene fronteras, y por ello, como alguien me dijo hace ya más de medio siglo creo firmemente que: dónde hay una voluntad, existe siempre un camino.