El periodista y escritor zamorano Agustín Remesal —un clásico de RTVE de la que fue corresponsal en París, Nueva York (durante 33 años), Londres, Lisboa y Jerusalén— escribió hace seis años un libro de viajes que tituló ‘Por tierras de Portugal. Un viaje con Unamuno’ . Al documentarse para este trabajo «me encontré con una historia muy poco conocida pero que me pareció muy interesante, la amistad entre Unamuno y el músico leonés Pedro Blanco; una relación que les llevó incluso a cartearse, yo encontré un par de ellas o tres, y en el legado de Pedro Blanco en la Fundación Juan March de Madrid hay una carta de Unamuno».
Recuerda Remesal que en aquel libro no le dedicó mucho espacio pues, explica, en ese momento «lo que me interesaba era describir un poco el ambiente ibérico que había en Espinho, localidad en la que pasaban las vacaciones muchos españoles y a la que Pedro Blanco acudía para dar conciertos en El Casino y otros locales». Y en ese ambiente aparece un personajes al que Remesal considera fundamental para entender esta relación: «Era un escritor, poeta, médico, loco y suicida, una especie de Larra portugués que se llamaba Manuel Laranjeira y era un poco el aglutinador del grupo, en el que también participaba el escultor Teixeira Lopes».
Explicaba Agustín Remesal que no le dedicó mucho espacio en su libro al músico leonés, pero sí le enganchó la historia, el ambiente iberista de aquella ciudad y aquel grupo, hasta el punto de que en la actualidad está realizando un documental sobre Pedro Blanco. «La verdad es que iba muy adelantado, pensábamos en esta primavera rematarlo, pero no hace falta explicar la situación en la que ahora mismo nos encontramos».
Tanto Unamuno como Pedro Blanco eran muy amigos del citado Laranjeira, «e inventaron lo que ellos llamaban ‘los conciertos místicos’, que era una cosa realmente memorable , con mucha tela literaria», por las historias de estos personajes. Y en ese ambiente encontramos al leonés Pedro Blanco, un excelente músico, tal vez no valorado como mereciera por haber pasado más de la mitad de su vida en Oporto y por su prematura muerte, en aquella otra terrible pandemia de hace un siglo, la llamada Gripe Española, Peste negra... de 1919, con tan solo 36 años. Para valorar a Pedro Blanco (León, 1883 – Oporto, 1919) debería ser lectura obligada en esta tierra el excelente estudio titulado ‘Añoranzas y saudades: Descubriendo al músico Pedro Blanco’, del que es autor otro leonés, también afincado lejos de esta tierra, José Antonio Martínez Pereda. De este trabajo el crítico y radiofonista Martin Llade escribe en las últimas lineas del prólogo: «No quiero extenderme más porque creo que es turno de ceder la palabra a quien ha rescatado a Pedro Blanco de ese olvido al cual condenamos con frecuencia en España a nuestras mentes más brillantes, ya hayan vivido aquí, en París o en Portugal. Creo que quien comience esta lectura no podrá abandonarla y procurará escuchar de inmediato las canciones y piezas pianísticas de este extraordinario músico al que esa gripe llamada malamente española privó, hace ahora cien años, de legarnos más obras de extraordinario valor. Pero lo que queda, queda y gracias a este libro podremos percatarnos aún más de ello». Se extrañaba el citado Llade de haber descubierto la amistad entre Unamuno y Blanco que tampoco conocía, así como del ambiente novelesco de aquel grupo de amigos reunidos en torno a Larranjeira. Otra dimensión de la figura de Pedro Blanco la ofrece el estudio de la figura de la educadora portuguesa Alice Pestana: «Destaca el peso que representan en ella la relación de la educación portuguesa con la pedagogía española del momento, puesto que su inicial conexión con Bernardino Machado, y la relación fraternal que éste mantiene con España, y en especial con Francisco Giner de los Ríos, van a conducir a Alice Pestana a un interés inusual en la sociedad portuguesa hacia la educación española (sobre todo con la Institución Libre de Enseñanza). Su relación personal con Giner, Cossío y Pedro Blanco sólo hará que incrementar esa pasión y compromiso de una intelectual y educadora portuguesa hacia España». Víctima de la gripe españolaLa importancia de la figura de Pedro Blanco, como músico, se intuye en algunas de las cosas apuntadas al hablar de la relación del leonés con Unamuno, o al conocer las opiniones del autor de un estudio sobre su vida y obra, ‘Añoranzas y saudades’.Por eso extraña aún más, o tal vez no tanto, su olvido en su tierra, pese a ser hijo de otro músico, Mateo Blanco del Río, de Astorga.
Cómo salió el nombre de Pedro Blanco a la luz en su tierra es una curiosa anécdota que en su día (2007) desveló el crítico musical e investigador Miguel Ángel Nepomuceno: «La pista de este insigne compositor nos llegó de la mano del músico y director del Auditorio Ciudad de León (entonces), Daniel Sanz, cuando hace unos años encontró en el fondo de un aparador adquirido a un anticuario unas partituras. Estas llevaban por firma la de Pedro Blanco. Siguiendo la pista encontró por fin a toda la familia del músico viviendo en Portugal y tras ponerse en contacto con ella le facilitaron todo el material».
Fue el primer paso para recuperar la figura de un músico que hoy estaría ‘de actualidad’ por haber fallecido víctima de la última pandemia antes de la actual, la mal llamada Gripe Española del año 1919... Hace un siglo y un año.
"El grupo de Pedro Blanco y Unamuno ya era una novela"
El músico leonés será el protagonista de un documental que prepara Agustín Remesal centrado en el "grupo iberista" que se reunía en Espinho: Unamuno, Blanco, Larranjeira
23/04/2020
Actualizado a
23/04/2020
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