Más concretamente iba a pedir para el patrimonio leonés, que era su pasión y lo que le impulsó hace casi treinta años (en 1992) a fundar Pro Monumenta, un nombre en principio ‘extraño’ y con el tiempo una asociación que forma parte de la historia de los defensores del patrimonio leonés pues esta «ONG de los monumentos» se llama en realidad Asociación de Amigos del Patrimonio de León. Y eso es lo que ha sido siempre y, cuando se desviaron de ese camino tuvieron enfrente a Víctor Ferrero.
Si en estos momentos hay un hombre ‘destrozado’ en León —al margen de la familia de Víctor Ferrero— es Nino Fernández, el actual presidente de Pro Monumenta. «No lo acabo de creer. Todo empezó con una neumonía y no se cómo se complicó, y tan rápido. La última vez que hablé con él le encontré bien, había recuperado su voz vigorosa y se lo dije: En otras peores nos vimos, de ésta también salimos».
- Hombre claro, juntos, como siempre.

Y hasta hoy. Siempre juntos, en aquellas hacenderas que eran la seña de identidad de Pro Monumenta: A Grajal, a Sarracín, a Balboa, los canales romanos de Cabrera... «Y, sobre todo, a Sandoval, el buque insignia de Pro Monumenta y también la niña bonita de los afanes de Víctor Ferrero, además de la Coral Cisterciense de este mágico lugar». Y que será el que acoja el homenaje, cuando sea posible, a Víctor Ferrero, que en los últimos años llevaba la dirección de la revista Pro Monumenta, cuyo último número será su legado póstumo pues ya los había terminado.
Un adiós con revista, coro y Sandoval, tres protagonistas de aquellos paseos para pedir... pero nunca para él.