De aspecto bastante redondeado y rechoncho, apenas mide 22 cm, y su envergadura alar no supera los 50 cm. En su enorme cabeza, apenas diferenciada del resto del cuerpo, destacan unos llamativos ojos amarillos que contrastan sobre el color pardo y gris del plumaje.

Ocupa por tanto zonas de estepa, cultivada o no, tierras de labor, campos de frutales, pero siempre muy próximos a pueblos o enclaves humanos. Esto hace que año tras año un montón de mochuelos aparezcan atropellados en las carreteras de nuestras zonas rurales.
Durante la época de celo, que va de marzo a finales de abril, es muy frecuente escuchar al atardecer y durante buena parte de la noche su canto de reclamo, muy pausado y melódico.
Muy fiel a su territorio y a su pareja, utiliza huecos de muros, árboles o cavidades entre las piedras para sacar adelante a su prole.
El mochuelo se alimenta de ratones y de insectos, estos últimos durante el día. Para cazar se sirve de su visión estereoscópica, ya que al tener los ojos mirando hacia el frente, puede ver todo con ambos a la vez, lo que hace que calcule perfectamente la distancia de sus presas, incluso con apenas luz. Desde su atalaya preferida se lanza en un veloz y corto vuelo sobre saltamontes, escarabajo, o topillos, a los que captura con sus pequeñas pero potentes garras.
Elegido por la SEO en el año 2011 como Ave del Año, el mochuelo ha perdido casi un 40% de su población en la última década, una vez más por el deterioro del medio agrícola.
Como señala la SEO en su informe, especies como el mochuelo son uno de los mejores indicadores de la biodiversidad de una zona o de un entorno concreto.