Normalmente hablamos de macrofotografía cuando el tamaño del sujeto fotografiado es igual o mayor en el sensor de nuestras cámaras que en la realidad.
Tiene la ventaja de que para comenzar no tenemos que invertir demasiado dinero en un equipo específico. Aunque pronto nos enganchará y tendremos que plantearnos comprar un objetivo que nos permita mayores acercamientos.
Con esta técnica, con paciencia, y siempre que el viento lo permita, podemos pasar largas jornadas detrás de todo bicho viviente. Eso sí, evitando las horas centrales del día, con la luz de peor calidad y con sombras muy duras. Además, el calor hace que los insectos estén mucho más activos y sea tarea difícil poder acercarnos lo suficiente.
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Pero la macrofotografía, como el resto de disciplinas dentro de la fotografia de naturaleza, requiere de un conocimiento previo de las especies a fotografiar, sus costumbres, alimentación, etc. Además de esto requiere un trabajo extra de taxonomía e identificación, y es que la gran cantidad de insectos que podemos ver en nuestras salidas fotográficas no es nada sencillo de catalogar. Nuevamente una buena guía de campo es nuestro mejor aliado.
Sin embargo, la macrofotografía es mucho mas que la fotografía de insectos. Las flores, los pequeños reptiles, y cualquier pequeño detalle que nos encontremos por el campo, como una simple gota de agua o la escarcha, es un motivo perfecto para retratar.