El 'oasis' de Molinaseca

Molinaseca es un refugio natural donde resguardarse del calor más sofocante como hacían los primeros peregrinos. Para recargar fuerzas, las archiconocidas bravas del Bodegón

Alejandro Cardenal
21/07/2016
 Actualizado a 12/09/2019
Un bañista en el Meruelo, a su paso por Molinaseca. | CÉSAR SÁNCHEZ (ICAL)
Un bañista en el Meruelo, a su paso por Molinaseca. | CÉSAR SÁNCHEZ (ICAL)
El Bierzo todavía esconde ‘oasis’ en los que es posible escapar del calor más sofocante del verano como hacían los primeros peregrinos que atravesaban la comarca en su ruta jacobea a Santiago.

Para los que busquen descanso y tranquilidad sin rascarse mucho el bolsillo, Molinaseca es el paraíso, aunque la jornada comienza en Ponferrada. Imposible imaginar una mañana sin el café y el bizcocho casero de Lavilla, una de las pocas razones que pueden hacer madrugar a un plumilla. Una vez ‘inaugurado’ el día, ya puede comenzar el peregrinaje. Los más deportistas pueden optar por la bicicleta para cubrir los escasos nueve kilómetros que separan Molinaseca de la capital berciana.La ruta será la misma para los que opten por ahorrar energías y coger el coche, siguiendo la LE-142 hasta llegar al municipio, uno de los centros neurálgicos del Camino de Santiago en el Bierzo.

Una vez allí, y tras la oportuna visita por el pueblo, cuya paz transporta a otra época, toca tomarse un respiro y darse un chapuzón en la piscina fluvial que se encuentra a la sombra del puente de los peregrinos, una construcción milenaria que se convierte en el refugio tanto de los que se encuentran en mitad de su ruta a Santiago como de los que simplemente buscan desconectar del día a día, con el Meruelo como aliado gratuito para combatir las altas temperaturas. ¿Para comer? Huevos fritos con patatas en el Mesón Puente Romano por apenas cuatro euros y medio, un nuevo baño y de nuevo regreso a Ponferrada.

Cuando el sol da una tregua, hay que cumplir con las tradiciones más modernas de la comarca. Una visita al Bierzo no es tal si no se ha pasado por el Bodegón para probar sus archiconocidas bravas, «bravas de las de verdad», que han sido incluidas entre las diez mejores de España por el ranking de Traveler y cuya fama ha trascendido más allá de las fronteras de la comarca.
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