«El Señor Director del Instituto provincial me comunica con esta fecha lo que sigue: “El M. I. Señor Rector del Instituto, en comunicación fecha 23 del actual se ha servido transcribirme la Real orden que sigue: Proponiéndose este Ministerio organizar en todos los institutos provinciales desde el próximo curso las enseñanzas de dibujo y Gimnástica y no siendo posible por el momento del material necesario para las mismas, S. M. el Rey, q. D. g. y en su nombre la Reina Regente del Reino, ha tenido a bien resolver que se dirija V. E. a los Rectores de las Universidades para que oyendo a los Directores de los Institutos de sus respectivos Distritos universitarios, manifiesten con toda urgencia si en dichos establecimientos se disponen de locales y material adecuados para aquellas enseñanzas, ya solicitando el concurso de las diputaciones provinciales y de los ayuntamiento, ya de otras corporaciones o de particulares […] no así local donde establecer la de Gimnasia ni tampoco el material científico necesario; y como la Excma. Diputación se ha distinguido siempre por un cariñoso celo hacia este Establecimiento contribuyendo con enseres a un progresivo desarrollo, tengo el honor de dirigirme a V. E. rogándole se digne trascribirla esta comunicación a fin...».
A diferencia de lo sucedido con el traslado de la biblioteca provincial, que se alargaba sine die en disquisiciones vanas, los trámites y requisitos para construir el local donde establecer el Gimnasio, en el Instituto provincial, se agilizaron al máximo para disponer de un nuevo espacio físico. Con estas premisas, en Sesión de 12 de septiembre de 1893, la Comisión provincial en reunión de ese día, tomó el acuerdo de encargar al Arquitecto provincial realizar un presupuesto, el cual ascendió a 1.395,49 pesetas; y «por cuya cantidad no ha de privar esta Diputación de una cátedra de tanta conveniencia para su desarrollo a los alumnos del Institutos». Una vez aprobado se declaró de urgencia que se verificasen las obras bajo la dirección del arquitecto D. Francisco Blanch y Pons. Las obras se inician sin mayor dilación y en virtud de lo acordado por la Comisión provincial, el 20 de septiembre del año en curso el arquitecto provincial envió un escrito al Sr. Vicepresidente de la citada Comisión, con la lista de jornales y materiales invertidos en las obras para la instalación de la Cátedra de Gimnasio en el Instituto provincial. El 30 de noviembre, el tracista se dirige al Vicepresidente de la Comisión provincial para notificarle la finalización de las obras realizadas, apreciándose un desfase entre lo presupuestado y los gastos reales.
«…se han invertido en las mismas los jornales y materiales que se detallan en las adjuntas relaciones y sus justificantes, cuyo importe asciende a la cantidad de 1.626, 96 pesetas que V. E. puede ordenar el pago si en ello no halla inconveniente.
Para dichas obras, según el presupuesto que firmó, se consignaron 1.395,49 pesetas; mas á consecuencia de haber tenido que hacer varias reparaciones necesarias en las paredes viejas de la sala construida, cuyas obras no era posible prever al formar el presupuesto, ha excedido su valor la cantidad de 267,47 pesetas, importando en conjunto 1.626,96 pesetas que son las que alcanza el maestro albañil Ángel Merino y que espero merezcan la aprobación de V. E.».
A tal efecto, el maestro albañil Ángel Merino Martínez, vecino de la Ciudad de León, con cédula personal nº 373, se dirige por carta timbrada (con Nº 0.893.333, lleva sello de Registro de Entrada nº 655), el 21 de diciembre de 1893, al Sr. Vicepresidente de la Excma. Diputación Provincial de León para reclamar sus jornales. Lleva un añadido del arquitecto provincial que da el visto bueno y justifica la justa reclamación del maestro albañil, por cuanto las obras se hicieron «bajo mi dirección y vigilancia en virtud del acuerdo de la Comisión provincial».
![Escuela Central de Gimnástica (Curso de 1887 a 1888).](https://www.lanuevacronica.com/uploads/static/la-nueva-cronica/migration/imagenes/tinyMCE/CULTURAS/escuela_gimnastica_14_08_18_web.jpg)
Un dato importante aporta el arquitecto provincial a esta investigación, que la función de la deteriorada «torre» del Instituto provincial pasó en algún momento de ser un observatorio meteorológico a hacer las funciones de observatorio astronómico, hasta el año 1894, cuando dejó de funcionar como tal. Entre sus lindes se había fundado en 1571 el Colegio de San Miguel y los Ángeles por parte de la Compañía de Jesús. Ocupaba un gran espacio, pues además de escuela y parroquia, incluía residencia, huerta, paneras, bodega y otras dependencias. Impartía enseñanza en tres niveles (menores, medianos y mayores). En él se formaron los leoneses más distinguidos de la época, desde sus inicios. Se estudiaba latín, escolástica, retórica, gramática, teología artes, moral, etcétera; y por sus aulas pasó el Padre Isla. Santa Marina desarrolló su actividad como iglesia del Colegio hasta 1767. En ese mismo año los jesuitas son expulsados de España por orden de Carlos III, lo cual ocasionó graves trastornos al centro, retirándose los símbolos de la Compañía y poniendo los de Rey. El Colegio recibe el título de Real a partir de 1773, denominación que se da como señal de especial protección. Al «colegio» se entraba por la actual puerta parroquial (la Iglesia de la Compañía no era todavía parroquia).
En sus instalaciones se ubicaron los Escolapios que imparten enseñanza desde 1799 hasta 1834, poco antes de la Desamortización de Mendizábal (1836). Mas, no fue aquí donde se instaló el primer Instituto provincial de León, fundado en el año 1846; pues sus aulas se establecieron de forma interina en las Cátedras de Latinidad del Seminario y en el Palacio de los Guzmanes. No obstante, en 1894 el Instituto provincial sí que permanecía instalado en aquel desvencijado solar que en su día perteneciera a la Compañía de Jesús; y ante el deplorable estado en que se encontraba, se requirió continuamente la participación del arquitecto provincial por parte del Director de Instituto provincial, D. Juan Eloy Díez Giménez. El último documento conservado en el Archivo de la Diputación Provincial de León (ADPL) data del 21 de octubre de 1902, cuando el arquitecto provincial se dirige al señor presidente de la Excma. Diputación D. Félix Agüero Vigil (1901-1903), para informarle de la inspección sobre el estado del Instituto:
«En virtud de la orden recibida para que informara sobre el estado del Instituto general y técnico de León y de las condiciones de seguridad del mismo, de la capacidad y distribución de todos los locales que se compone y del modo como se satisfacen hoy en día los servicios de la enseñanza en su relación con la comodidad y la higiene [...] Enclavado el edificio en el interior de una manzana edificada, linda por el Norte, Sur y Oeste con casas particulares, la iglesia de Santa Marina y la Escuela de Párvulos y por el Este con la calle del Instituto (la actual calle Pablo Flórez, mientras la calle Serranos se llamó de la Compañía) de cuatro metros de ancho por donde tiene su única puerta de ingreso».
Aunque la ausencia de planos, dibujos o bocetos, dificultaría conocer la ubicación exacta de Instituto provincial en el callejero leonés, el arquitecto provincial no deja dudas acerca de la exacta localización dentro del casco antiguo.