Barthes clava la mirada en esa imagen y encuentra que es bella, que el muchacho retratado también lo es, y señala que ambos son hermosos porque se ve al mismo tiempo algo que «ha muerto y que va a morir». Esa instantánea reúne todos los elementos profundos que Barthes indicó como constitutivos de la auténtica esencia de la Fotografía. El modelo, ajeno al posado, aparece con la mirada perdida, olvida o ignora a la cámara, es el ‘spectrum’ porque tiene algo de espectáculo pero, sobre todo, es un espectro, un fantasma, algo que sin estar se ve, la imagen de algo que estuvo pero desapareció y que, sin embargo, sigue apareciéndose justo antes de morir.
En la Fotografía se produce el retorno de lo muerto, de ahí que la estampa infantil de su madre, al poco de fallecer, le acabase por parecer a Barthes una conexión física con ella, una materia que se transformó al chocar la luz contra su cuerpo cuando aún existía.

Llaman la atención las imágenes dedicadas a las celebridades del cine de los años cincuenta y sesenta del pasado siglo, tomas de descansos en rodajes, visiones de los mitos del momento que salen del plano de su fama para ser capturados fuera del posado. En cierta medida, estas fotografías buscan esa autenticidad de la que hablara Barthes. La fotografía de celebridades, que desea construir un monumento contra el paso del tiempo, es así devuelta a su naturaleza primera, desde el espectáculo al espectro, algo que ha muerto y fantasmalmente vuelve aparecer mostrando que iba a morir, produciendo una vez más el retorno de lo muerto.