La Orquesta de Cámara Ibérica acomete el próximo lunes en el Auditorio Ciudad de León uno de los conciertos más esperados de la 37ª edición del Festival de Música Española, donde la formación creada en 2001 e integrada en la actualidad por una selección de instrumentistas profesionales procedentes de Orquestas Sinfónicas y Conservatorios principalmente de Castilla y León, Asturias y Madrid interpretarán un programa formado por obras de Emma Chacón, Jesús Ángel Rodríguez Recio, Raquel Rodríguez y Román Alís, en el caso de la joven compositora ovetense y discípula de Antón García Abril con el estreno de la obra de encargo del Festival ‘En el corazón de la Tierra’, una pieza compuesta para oboe y orquesta en la que actuará como solista la albaceteña Isabel Díaz.
Profesora del Conservatorio Profesional de Elche, es titulada Superior por el Conservatorio Superior ‘Joaquín Rodrigo’ de Valencia, obteniendo Mención de Honor en el Premio fin de carrera. Ha obtenido el Doctorado por la Universidad de Granada. En 1998 fue seleccionada como oboe solista de la joven orquesta de la Comunidad Valenciana. Ha colaborado con la Orquesta Sinfónica de Alicante, Orquesta Filarmónica de Cuenca, Orquesta Sinfónica de Ciudad Real, Orquesta Filarmónica de la Mancha, Orquesta Sinfónica de Bilbao, Orquesta Fundación Indaliana para la Música y las Artes Escénicas, Orquesta Ciudad de Almería y en la actualidad colabora con la Orquesta Ibérica, formación residente del Festival de Música Española.
Originaria de un pequeño pueblo de la provincia de Albacete, en la frontera entre la Comunidad Valenciana y Murcia, Isabel Díaz reconoce que siempre han tenido un fuerte vínculo con la zona de Levante, donde existe una gran cantidad de instrumentistas de viento. «En el 2006 saqué las oposiciones en Andalucía y estuve trabajando durante muchos años en esta comunidad autónoma. Me surgió la oportunidad de empezar el Doctorado, pues siempre me ha gustado mucho el ambiente académico y la investigación musical me parecía algo necesario y que me apetecía hacer, por lo que emprendí esta aventura y la verdad es que ha sido muy gratificante al poder adaptarlo a mis circunstancias personales, como es la investigación sobre el oboe y sobre todo sobre la pedagogía del oboe», argumenta Díaz.
La oboísta de Caudete reconoce que la música siempre ha estado muy presente en el hogar familiar, aunque no tenga parientes que se hayan dedicado profesionalmente a ella. «Mi padre ha sido músico toda su vida, músico amateur. Él es ingeniero de Telecomunicaciones, pero desde pequeño estuvo tocando en la banda y cuando me llevó al Conservatorio se matriculó él también y continuó estudiando, pero no de una manera profesional. No tengo precedentes en la familia salvo mi padre, que es un melómano empedernido y con más de setenta años todavía sigue tocando la tuba, el contrabajo, etc. La tradición musical estaba en casa pero no desde un ámbito profesional. Pero ahora tanto mi hermano como yo nos dedicamos a esto».
Sobre la elección del oboe, Isabel Díaz confiesa que su sonido le cautivó desde el primer momento. «Me pareció también un instrumento original que no estaba tan visto, por lo menos en la época en que yo empecé, que no era tan común verlo en las bandas pequeñas. Como te dije, su sonido me cautivó desde el principio», sostiene la intérprete albaceteña, que con el paso del tiempo empezó también a interesarse por la parte pedagógica del instrumento. «Sí, me parece fundamental porque en el mundo de la música es muy importante el tener un buen profesor o alguien que guíe bien tus pasos desde los inicios. A todos los niños que hacen la prueba para entrar en el Conservatorio siempre les digo lo mismo, que lo importante no es el instrumento que cojas sino vivir la experiencia de tener un buen profesor para que sepan amar esta profesión y que sepan dedicarle el tiempo que corresponde pero de una forma bella, natural y bien orientada. Por eso me gusta mi instrumento y me encanta enseñarlo. Siempre me ha gustado mucho enseñar y en ese sentido me considero una privilegiada con el trabajo que tengo».
La diosa fortuna quiso que desde muy joven se cruzara en su camino un profesor maravilloso con el que aún sigue manteniendo contacto. «Eso fue un regalo que me dio la vida, la elección del instrumento se produjo en mi caso antes de matricularme en el Conservatorio. Pero la verdad es que ese profesor fue fundamental en mi vida y estoy donde estoy gracias a mi familia en una parte fundamental pero también a mi primer profesor, Juan Bautista Osorio, que en la actualidad sigue dando clases en Alicante».
Su contacto con la Orquesta de Cámara Ibérica se produjo a través de la figura del violinista, docente y director del Festival de Música Española, Miguel Fernández Llamazares, quien le propuso en 2007 colaborar con esta agrupación de cámara. «La Orquesta Ibérica ya es también casi mi familia. Siempre que hacen algún programa orquestal más grande me llaman para participar y este año encima tengo el privilegio y la responsabilidad de poder estrenar este concierto maravilloso. Estoy muy agradecida e ilusionada», confiesa la oboísta albaceteña, que conoce muy bien y valora en su justa medida el Festival de Música Española, en el que ha tenido ocasión de participar en varias de sus ediciones anteriores. «Este festival me parece absolutamente necesario, imprescindible, y muy importante la labor que está haciendo Miguel porque parece que en España nos cuesta reconocer la música tan bella, interesante e importante que hay en nuestro país, sin desmerecer del resto de la música europea u occidental. De verdad que tenemos yo creo que un gran tesoro que hay que ir poco a poco dándolo a conocer y dejándolo en el lugar que merece», sostiene Díaz, que también valora el hecho de que este Festival dé la oportunidad a jóvenes compositores, como es el caso de la ovetense Raquel Rodríguez, de la que el próximo lunes a las 20:00 horas en el Auditorio Ciudad de León estrenará junto a la Orquesta de Cámara Ibérica la obra escrita para oboe y orquesta ‘En el corazón de la Tierra’, que se suma al estreno del pasado martes por el Ensemble Les Valls de la composición de la misma autora con el título ‘Armageddon’. Sobre esta composición, su intérprete solista asegura que «es una obra muy descriptiva, que nos narra un poco el resurgir de la vida desde dentro de la Tierra. La obra comienza con una parte calmada, reflexiva, para luego abordar los efectos meteorológicos y finalizar de nuevo con un periodo de reflexión, una mirada hacia el interior».
Alguien que ha tenido la ocasión de tocar tanto con grandes formaciones sinfónicas como con grupos más reducidos de música de cámara reconoce sentirse igualmente cómoda con ambos. «La verdad es que me gusta tanto la música de cámara como la orquestal. Es verdad que el enfoque musical es un poquito diferente. En el caso de la música de cámara sí que estás un poco más expuesto o que tu papel es igual de importante que el del resto de instrumentos y como que todo está más repartido entre los pocos instrumentistas que intervienen en una formación de estas características. En la música orquestal hasta que no lo vives no sabes lo que es formar parte de algo tan grande, pero a la vez, por las características del instrumento –todos los instrumentos de viento son prácticamente solistas dentro de la orquesta– resulta igualmente muy interesante porque aunque tu intervención sea cortita es única porque nadie toca lo mismo que tú. Ambas me parecen maravillosas. No sabría elegir».