España está llena de valientes. Pero llena a reventar. Hace un par de semanas, en el aeropuerto de Zaragoza, una mujer que viajaba a Bérgamo sola, les explicaba a los periodistas que lo hacía porque su marido se había «rajado». Ella, sin embargo, no estaba dispuesta a renunciar a la escapada: «me voy sola, en casa no me quedo», decía ella despreocupada y pizpireta poco antes de embarcar, a pesar de saber que la ciudad italiana a la que viajaba se había convertido en la zona cero del coronavirus en Europa. Su vídeo por supuesto fue viral, como no podía ser de otra forma, a mí me llegó por WhatsApp, pero también pude ver cómo la jaleaban en twitter fans por todas partes aplaudiendo la hazaña de la valiente señora, lo disfrutaron también en todos los zapping y en algunos informativos.
Más valientes aún, los que ni cortos ni perezosos han estado viajando en los últimos días (¡días!) a lugares como Roma o Florencia de vacaciones (¡de vacaciones!), y que ahora reclaman soluciones para regresar a España tras la prohibición de vuelos desde Italia.
Y no menos valientes los 2.800 rojiblancos que viajaron en la mañana del miércoles a Liverpool, a pesar de la que ya teníamos encima, y de que desde el Atlético de Madrid les recordaron que las autoridades pedían a los madrileños no viajar, salvo causa de fuerza mayor, y que hacerlo era una «decisión irresponsable» ante la expansión del coronavirus. «Teníamos un dinero invertido, y mientras no lo prohíban…». Valientes, valientes por todos lados.
Las empresas que pueden hacerlo se organizan con el teletrabajo, cierran guarderías, colegios y universidades, cancelan eventos, la semana santa, todo el deporte… pero la gente sigue en la calle, los niños en los parques, las terrazas en algunas zonas de España a reventar de turistas, reuniones de amigos, jóvenes ociosos… Y es que aquí no entendemos lo de las «recomendaciones», o el autoaislamiento voluntario. Hemos asumido que el virus afecta sólo a gente mayor, o con patologías previas, y nos sentimos sanos, jóvenes y valientes. Explicarles ahora que hay que proteger a los grupos de riesgo, y que, aunque a ti no te pase nada, les puede pasar a otros, me resulta poco efectivo en la era del ombliguismo en la que vivimos, con el «yo, mí, me, conmigo y para mí» siempre a cuestas. Así que se lo diré de otra forma: «que el sistema sanitario colapse es algo que también te afecta a ti. Aunque estés sano. Aunque el coronavirus te dé síntomas leves. Porque puedes tener un accidente, apendicitis o un infarto. Vendrás a vernos y vamos a estar hasta arriba», como escribía el otro día Héctor Castiñeira (enfermero saturado).
Y es que, ese es el verdadero reto al que nos enfrentamos como sociedad frente al coronavirus: a los valientes y a las ‘valientas’.
Benidorm, Cullera, Gandía y Oropesa han tenido que cerrar sus playas el viernes y suspender los servicios turísticos porque muchos madrileños han entendido que estado de alarma por pandemia mundial, es en realidad «vacaciones adelantadas», y se han desplazado en rebaño hacía sus casas de veraneo. La alcaldesa de Comillas, Teresa Noceda, explicaba el pasado viernes «aquí han llegado familias, sobre todo de Madrid, que se han acercado a la oficina de turismo para preguntar qué actividades lúdicas ofrecemos para entretener a sus hijos. Esto ya me parece intolerable».
Y entonces me pregunto de qué coño sirve que yo esté encerrada en mi casa con un niño de 4 años que no entiende por qué no salimos a jugar a la calle si tenemos a todos los valientes, osados, valerosos y atrevidos de este país y de otros haciendo vida normal.
Ubíquense, cuanto antes dejemos de hacer vida normal, antes volveremos a la normalidad.
Sofía Morán de Paz (@SofiaMP80) es licenciada en Psicología y madre en apuros
En la era del ombliguismo, ¿nos piden responsabilidad social?
Por Sofía Morán de Paz
15/03/2020
Actualizado a
15/03/2020
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