"En mi vida he sido una permanente semilla"

Juan Pedro Aparicio recibió este sábado en La Panera el premio Semilla de Oro que otorga el Ayuntamiento de Gordoncillo durante un acto en el estuvo magníficamente arropado

02/06/2024
 Actualizado a 02/06/2024
La foto de familia de los asistentes al homenaje a Juan Pedro Aparicio, que recibió la Semilla de Oro 2024 de Gordoncillo.
La foto de familia de los asistentes al homenaje a Juan Pedro Aparicio, que recibió la Semilla de Oro 2024 de Gordoncillo.

El Ayuntamiento de Gordoncillo, definitivamente, es otro mundo, al menos en el campo de la Cultura y, especialmente, la literatura. Recorrer ayer el espacio expositivo de La Panera (en realidad Museo de la Industria Harinera) visitando una gran muestra, en una espectacular sala, cruzando a escritores y artistas de todos los ámbitos es algo que te hace difícil pensar en pueblo de León, con todos los respetos. Ir saludando a José María Merino, Ángel Fierro, Villa y Uriarte, Belén Ordóñez, Toño Manilla, José Carralero, Noemí Sabugal, Campal, Sebas Román, Avelino Fierro, Marta Prieto, Ricardo Magaz... y un larguísimo etcétera, perdón los que no están pero los nombres llenarían el espacio. No se puede quejar el gran protagonista de la cita, Juan Pedro Aparicio, quien iba a recibir el premio Semilla de Oro del Ayuntamiento de Gordoncillo de no haber estado excelentemente arropado. La foto de familia final lo dice todo. 

También el galardonado, Aparicio, quiso hacer constar la importancia de los pueblos que cuidan su cultura, al afirmar: «Con muchos alcaldes como el de Gordoncillo esta provincia iría hacia arriba, sin ninguna duda», incidiendo en la histórica queja de esta tierra de lamentar que no se ponga en valor lo que es una evidencia, que León es una potencia en el campo de la literatura y el arte.

Y uno de los máximos exponentes de este potencial literario era el galardonado de ayer, Juan Pedro Aparicio, cuya figura —y la de sus amigos— protagonizaba la exposición de la planta superior y glosaron el comisario de la muestra, Luis García, y la profesora y escritora Marta Prieto. También Alfonso García, como maestro de ceremonia, iba dibujando el perfil humano y literario de Aparicio. 

Nombres como los de los inseparables amigos Merino y Luis Mateo; la singular creación colectiva del maestro Sabino Ordás o el compromiso del galardonado con su tierra estuvieron muy presentes. Luis García, pese a declararse no experto en el personaje, desveló detalles poco conocidos o curiosos —como la anécdota de cuando el pinche de cocina Juan Pedro fue a pedir trabajo en el Instituto de España de Londres que, con el tiempo, dirigiría ya como Instituto Cervantes—hasta el punto que el escritor exclamó: «Se están contando cosas mías que yo no recuerdo haber contado jamás».

Su faceta de escritor de múltiples registros fue, no podía ser de otra manera, el eje conductor de la jornada. Alfonso García habló de «una propuesta estética que influyó de manera notable en los ambientes literarios españoles de la transición»; Marta Prieto afirmó que «ha ido construyendo la vida entre letras y palabras. Entre filandones posmodernos mantenidos con amigos que lo han convertido en un zurcidor de cuentos, como los bardos lo eran de cantos. Escritor en los últimos años de breves cuentos literarios, de esos microrrelatos que él denomina cuánticos sobre los que ha elaborado toda una teoría literaria», después de haber repasado los reconocimientos como novelista (el Nadal, por ejemplo) o en ensayo (el Jovellanos, considerado el más importante del país). 

Después de recibir la escultura de la Semilla de Oro y el pergamino que le acredita como ganador, de manos del alcalde, Urbano Seco, y el diputado de Cultura, Emilio Martínez Morán, tomó la palabra Juan Pedro Aparicio, aunque amenazó y amagó con dejarlo todo en un «gracias».

Señalo el autor de ‘Retratos de Ambigú’ que le había hecho mucha ilusión el galardón por venir de un lugar como Gordoncillo y porque «en casa, a mis hijos por ejemplo, les agrada la simbología de la semilla pues debo reconocer que si algo he sido a lo largo de mi vida es semilla: los fui fue con Merino en Los caminos del Esla descubriendo al padre Astura, la capital de los Astures; lo fui en El Transcantábrico, que propuse como un tren de lujo, me hicieron caso y es el más rentable de Europa; lo fui con Sabino Ordás, que se llama como mi abuela asturiana y se apellida como mi abuelo leonés y, sobre todo, lo fui con el bautismo de León como Cuna del Parlamentarismo, para lo que trabajé muy duro en aquellos actos del 1.100 aniversario que comisarié».

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