El otoño es el tiempo de volver a las aulas, de retomar todas las labores que requieren recogimiento y dejamos aparcadas por los rigores del calor y la actividad frenética del verano. En los pueblos el otoño también es el momento del fin de la cosecha, del descanso después de las jornadas de labor interminables del estío.
Antiguamente, cuando no existían ni los medios de comunicación, ni las redes sociales, ni los centros comerciales, ni siquiera la luz eléctrica, la forma de entretener los rigores del invierno con sus largas y frías noches, la forma de socializar y de procurarse ropa de abrigo, la forma de hacer comunidad, de escucharse y ayudarse mutuamente en la zona norte del país era el filandón.
Los vecinos se reunían cada semana en una casa y compartían labores, risas, saberes y cantares. En los filandones los hombres solían dedicarse a reparar todo tipo de utensilios y dar forma a otros nuevos e imprescindibles para recolectar y almacenar enseres o alimentos. Mientras, las mujeres ponían a punto sus cardas, husos, ruecas y ruedas de hilar y procesaban la lana de sus ovejas, de aquellas cotizadas merinas, para convertirla en mantas, jerseys, calcetines… Tampoco podía faltar la comida, la bebida, la música ni las interminables charlas que ayudaban a mantener viva la tradición oral repleta de historias de lobos y de leyendas.
Estamos apurando el primer cuarto del siglo XXI y seguro que habrá quien piense que los filandones, su música y el conocimiento de las hilanderas para convertir la lana en hilo de manera artesanal han desaparecido para siempre. Habrá también quien ni siquiera sepa lo que es un filandón, de la misma manera que hoy casi nadie es capaz de distinguir una fibra natural de una fibra sintética derivada del petróleo. Y, desde luego, no muchos conocen que en enero de este año se puso en marcha la Escuela de Hilanderas de León. El próximo 13 de octubre, a partir de las once de la mañana, y gracias a la colaboración del ayuntamiento de Garrafe, las alumnas y sus maestras celebrarán el fin de curso en la casona de San Feliz de Torío, sede de la Escuela, con un filandón abierto al público en el que no faltará la lana, la cestería ni la música a cargo del grupo Romanza & mimbre (folk de filandón) que presentarán su segundo audio libro: “Contar, cantar; el secreto de la tradición”.