Durante décadas era habitual encontrar familias o grupos merendando alrededor de La Copona, a la sombra de los árboles que la rodeaban. Ver por la carretera de Asturias gente caminando hacia ella o regresando, también las filas de los seminaristas del Menor a los que llevaban de paseo, con sus sotanas... En fin, La Copona era un destino habitual de los leoneses.
Hoy, esta popular fuente que ha perdido hasta su inscripción y los árboles que la rodeaban, es una solitaria copa que, como la canción de la Puerta de Alcalá, «ahí está, viendo pasar el tiempo» y, sobre todo, los coches que transitan por la Carretera de Asturias casi sin reparar en ella y su historia.
En los años 70 de Fernando Rubio aún era destino y parada, símbolo de una forma de vida que el fotógrafo recuerda: «Las fotos de La Copona me han hecho recordar, tiempos anteriores a mi faceta de fotógrafo, en la que íbamos en familia a la Fuente a merendar y pasar la tarde protegidos por la arboleda que entonces existía y que formaba parte de los árboles que, en aquel entonces, bordeaban las carreteras de España para dar sombra a los viajeros y sus vehículos, hoy talados por motivos de seguridad. Otro viejo recuerdo asociado es el paso y, en algunas ocasiones la parada en La Copona, cuando con Albino de la Varga, Maximino Cañón y otros amigos viajábamos, en el taxi de Santi Salazar, en las noches de verano hacia la Venta de la Tuerta, por entonces de ambiente tan ‘especial’ como El As de Copas, El Universal y otros sitios capitalinos».
Formaba, en definitiva parte de la vida diaria, que ya no lo hace. Con anterioridad había sido ‘alivio y descanso’ habitual de arrieros que iban hacia Asturias o regresaban del Principado.
Y tiene además su historia esta copa grande, La Copona. «Construida en 1791, durante el reinado de Carlos IV, la inscripción se encontraría en la propia fuente y a día de hoy está desaparecida debido a los diferentes arreglos, quedando solo REYNANDO con lo que suponemos que después iría el nombre del Rey y la fecha de su construcción». Esta fuente, situada en terrenos de Carbajal de la Legua, no de León, «pertenece a las llamadas Fuentes Bórbonicas, proyectadas y promovidas por el citado rey Carlos III, al que se le conoció por el apelativo de El Fontanero, debido a su política urbanística de construcción de fuentes en todas las ciudades del reino y en las vias que las comunicaban, como en este caso».
De este mismo grupo hay un buen número de ellas repartidas por la ciudad y cercanías. «La más conocida es la de Neptuno, la de la Plaza de San Isidoro o la de la Plaza de las Palomas, diseñadas y realizadas por Isidro Cruela, Félix Cusac y, Mariano Salvatierra como escultor. Así que probablemente, fueron quienes realizaron o intervinieron en la realización de esta fuente y que tiene que ver con la realizada en el Portillo, a la entrada de León en su parte Sur, y que pertenece al ayuntamiento de Valdefresno».