Fallece a los 86 años Emilio el de la caja, de la obra Cultural

Por Fulgencio Fernández

17/02/2025
 Actualizado a 17/02/2025
Emilio López con el director de cine Julio Suárez, preparando la proyección de una película, seguramente ‘Estirpe de tritones’. | ARCHIVO DE LA FAMILIA
Emilio López con el director de cine Julio Suárez, preparando la proyección de una película, seguramente ‘Estirpe de tritones’. | ARCHIVO DE LA FAMILIA

Se podría decir, sin temor a la más mínima equivocación, que el mundo de la Cultura de León está de luto. Se podría, y debería, añadir que también el mundo de la bondad, la cercanía, la humildad y la mejor disposición para ayudar; también sin el temor a la más mínima equivocación. 

Y es que acaba de fallecer a los 86 años Emilio López, para todos los que alguna vez pasaron por la Obra Social o la Obra Cultural de la Caja de Ahorros primero y CajaLeón o Caja España después, era Emilio ‘el de la caja’ o Emilio ‘el de la obra cultural’. Que en ellas fue el eficaz trabajador de la añorada entidad que nunca estaba en la foto pero siempre tenía mucho que ver con el éxito de la inauguración, mucho tenía que ver en que llegara a buen término un montaje, a veces complicado por las exigencias de los artistas, que necesitaban más luz, la pared más blanca, mover algo… No en vano, uno de los artistas que se recuerdan con un carácter más fuerte y exigente a la hora de montar una exposición, José Vela Zanetti, le confesaba al ahora fallecido: «Emilio, eres el único que me entiende». 

Emilio López ha sido un hombre de la cultura sin ser poeta, pintor, escultor, director de cine o de teatro… y siendo de todo un poco, al margen de ser uno de los mejores conocedores de todos los ámbitos de la Cultura y, sobre todo, de sus protagonistas. Ernesto Escapa, aquel personaje que no se podía mover una paja del mundillo cultural sin que él anduviera por medio, le definió sin necesidad de definirlo. Alguien preguntó por Emilio, alguien comentó con aire de artista que era «el ordenanza de la Caja» y Ernesto completó la frase: «El ordenanza que ha hecho por la Cultura más que todos nosotros juntos».

Ése era. El mismo que cuando te asomabas a la puerta de la Obra Cultural aparecía como por arte de magia, con su sonrisa seria, con su aire pausado y hacía una pregunta con mucho significado: «¿Qué necesitas?». En leonés «pide por esa boca».

Y siempre lo tenía. 

Leonés del Barrio del Mercado desarrolló toda su vida laboral en el mundillo de la Cultura local. Primero entró a trabajar en la Elde en un oficio que parecía una metáfora de su forma de ser y estar, como tramoyista, el carpintero que siempre tenía una solución para cualquier montaje teatral de los escenarios de la cadena.     

Fue un eterno tramoyista en la sombra, imprescindible. Además de ser quien salía a ver qué necesitabas era después el que proyectaba la película, el que colocaba los micros y hacía que funcionaran, el que tenía una solución para la necesidad de última hora de algún conferenciante, el que le sobraba paciencia para atender aquella exigencia de algún artista, la entendiera o no, pero jamás le ibas a arrancar un comentario despectivo de nada. De nadie. Nunca. Humildad y discreción eran su primer y último mandamiento, jamás dejó de cumplirlos. 

Y el que siempre tenía un rato para una conversación en sus paseos por la ciudad.

Leonés de pura cepa, del Barrio del Mercado. Hay hoy mucha gente que quería decir algo del bueno de Emilio el de la caja. Fernando Amor, su jefe cómplice durante tantos años; María Jesús Armesto, que sucedió a Fernando Amor; tantos y tantos pintores, escultores, escritores... hasta el mismísimo Vela sacaría su vertiente tierna, que la tenía que tener. 

Y con la misma humildad que vivía y la paz que trasmitía era culturalista, hasta la médula, siempre esperando una alegría pero sin desesperar ni levantar la voz ante su ausencia; para él, como diría su hijo y antiguo compañero en La Crónica, Emilio Castellanos, el «culturalismo es una religión». 

Y la practicaba el padre. Y la practica el hijo que, por cierto, por esas cosas del periodismo y los apellidos sonoros, cuando alguien le presenta diciendo «es Emilio Castellanos» él corrige con la misma voz tranquila de su padre: «López Castellanos». ¡Cómo para no estar orgulloso del López!  

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